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El desliz del edil

Es decir que con el dinero que se recauda de todos los contribuyentes de la ciudad: ateos radicales, luchadores por la laicidad en la enseñanza, musulmanes, latinoamericanos, etc., amenaza con que la primera emisión va a obsequiar a la audiencia con algo tan "in" y tan oportuno como una procesión, tal como las sinfonías clásicas empiezan con la nota que da la clave del resto del contenido.
 
Tendrá Vd que reconocer conmigo, comprensivo y tolerante lector, que se siente una suerte de placer morboso cada vez que haciendo zapping con la mano tonta, se tropieza uno en la tele con el bien lustroso rostro del edil de Cultura de nuestro Ayuntamiento haciendo declaraciones sobre los temas de su competencia. Un singular personaje, que goza de un pasado tan oscuro como incierto futuro, convertido por el azar de las elecciones en el auriga y "conducator" de nuestra cultura ciudadana, y que se esmera en hacer su trabajo cumpliendo las consignas asignadas lo más concienzudamente posible.

A poco que uno quiera entrar en el sentido de sus palabras se encuentra siempre con que lo que manifiesta (o quiere manifestar) es de tal ambigüedad y de tanta imprecisión que se puede concluir que al final de su intervención no ha dejado dicho nada claro. No se sabe si es porque aún no ha aprendido a respirar al tiempo que habla, o porque es tal el entusiasmo que quiere contagiar con sus pueriles ideas, que el regusto que siente le impide la concreción.

Es de destacar, no obstante, la facilidad que tiene para soltar rítmicamente como un diapasón ideológico y lenguaraz a lo largo de sus alocuciones improperios, insultos velados a los que tenga como circunstanciales enemigos, normalmente el partido o la persona enfrentada, según el tema a tratar. Maneja en estas situaciones, (obsérvenlo y lo comprobarán), una rítmica y sincronizada tarandilla de frases despectivas que se pueden marcar con el ritmo del pie como el bombo de la batería. Toda la imprecisión y ambigüedad que deja patentes en sus deshilachadas propuestas que por el bien de Granada, confecciona con su equipo, (¿se lo imaginan?), contrasta con ese latiguillo y martilleo continuo de descalificaciones que va dejando caer como el que no quiere la cosa.

Alguien como él que lo más parecido que habrá visto en gestión de televisión (al menos su exiguo currículo así lo manifiesta), es ´Las aventuras de Locomotoro y el capitán Tan´, se atreve a desautorizar sin pudor ninguno a todos los especialistas y a todas las televisiones existentes en el entorno (síndrome del niño matón que amenaza desde el balcón de su casa sabiéndose protegido y a buen recaudo), y no duda en afirmar que cuando él esté al frente de su tele vamos a ser más plurales y más cultos, y todo por cuatro perras, no como las otras que derrochan el dinero a manos llenas (síndrome del granadinismo cutre del "bueno, bonico y barato").

La prueba más evidente de la estulticia y la imprudencia de este prócer representante de la derecha granadina es que ya ha amenazado a los cuatro vientos con que la inauguración de las emisiones de la tele municipal va a ser con la retransmisión de la procesión de la Virgen de las Angustias.

Uno no sabe ya si con este anuncio está pidiendo que se desentierren las hachas de guerra, o se trata de otra "boutade" propia del matoncillo balconero que dijimos antes, o quizás sea que, debido a su bisoñez vital y el escaso lustre de su hoja de servicios no sabe medir las consecuencias de sus palabras, porque ésas sí que fueron dichas con tanta claridad y rotundidad como su proclamara uno de los autos de fe, ya olvidados y enterrados en la noche de los tiempos.

Esta especie de inmaduro gerente improvisado con aspecto de sacristán arrepentido pretende nada menos que convertir la placeta pública, la que todos pagamos y tenemos derecho a disfrutar, en escenario para exhibición de sus cromos y sus caprichos particulares con la peregrina excusa de que ese es el sentir de la mayoría.

Es decir que con el dinero que se recauda de todos los contribuyentes de la ciudad: ateos radicales, luchadores por la laicidad en la enseñanza, musulmanes, latinoamericanos, etc., amenaza con que la primera emisión va a obsequiar a la audiencia con algo tan "in" y tan oportuno como una procesión, tal como las sinfonías clásicas empiezan con la nota que da la clave del resto del contenido.

Este proceder es tan imprudente que no me extrañaría que el día de la Patrona, que hasta ahora ha sido una fiesta consentida y aceptada por muchos sectores ciudadanos que no comulgan con ella pero la toleran por mor de la convivencia pacífica, se convierta en un campo de batalla ideológica y reivindicativa de todo tipo de manifestaciones públicas legales. Porque ¿es que no tienen derecho otros colectivos a ocupar las calles como se ocupan con la Semana Santa o cualquier otra ceremonia religiosa edulcorada con lo civil como la de las Cruces o el Corpus? ¿Es que no vamos a acabar de asumir que vivimos en una sociedad plural con todas sus consecuencias?, ¿o será quizás que estas palabras que con tanta frecuencia se dicen con la boca llena y los ojos exaltados por la emoción, son sólo para que suenen como simple música de acompañamiento?

Y ya puestos en lo peor me pregunto aterrado. ¿Se atreverán a entrar semejantes presuntuosos en nuestros hogares a felicitarnos las Navidades? ¿Se lo imaginan dando un discurso de fin de año?

Como dijo el cursi: ¡Es siempre tan difícil saber hasta qué punto hay que tomar en serio a los visionarios dominados por las alas que dan las palabras!.

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