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«El debate del velo revela el egoísmo masculino»

El Corán no dice a las mujeres cómo deben vestir. Sólo recomienda modestia en el vestir, también para los hombres

Crítico contra todo fundamentalismo, Nasr Abu Zayd, de 66 años, se erige como una de las figuras más relevantes del reformismo en el islam. Titular de la cátedra Averroes de Humanidades e Islam en la Universidad de Utrecht (Holanda), Abu Zayd ha analizado el Corán no como libro sagrado, sino como texto histórico, lo que revela las transformaciones que ha sufrido el islam a lo largo de los siglos.

Doctor por la Universidad de El Cairo en Estudios Islámicos y Árabes, en 1993, un colega lo denunció ante las instituciones por su visión moderna del Corán. El Tribunal Superior de Egipto lo declaró «apóstata» y lo obligó a divorciarse de su esposa, la hispanista Ibtihal Yusef. Según la ley egipcia, una mujer musulmana no puede casarse con un «infiel». El episodio obligó al matrimonio a exiliarse de Egipto en 1995.

Desde la cátedra que lleva el nombre del célebre filósofo cordobés, Abu Zayd proclama que la separación entre Occidente y el mundo musulmán es «absolutamente artificial». La semana pasada visitó Casa Árabe, en Madrid, para presentar su libro El Corán y el futuro del islam (Herder Editorial), y fue entrevistado por EL MUNDO.

Pregunta. – ¿Qué reformas son necesarias para modernizar el islam y adecuarlo a nuestro tiempo?

Respuesta. – Debemos cambiar el paradigma de pensamiento. Si aún pensamos según las normas establecidas durante el siglo XII, será el mismo viejo vino, aunque en una botella nueva. La clave es comprender el Corán según nuestro punto de vista histórico. Por ejemplo, en la cuestión de la poligamia, que se contempla en el Corán, no existe la valentía de decir que los tiempos han cambiado y que se puede prohibir. Porque entonces algunos alzarían sus voces y preguntarían cómo se puede prohibir algo que se permite en el Corán.

P. – Uno de los debates permanentes en Europa es el uso del hiyab, el velo. En Egipto hay un activo debate sobre el uso del niqab (velo integral). Usted ha defendido que el Corán no impone el velo.

R. – El Corán no dice a las mujeres cómo deben vestir. Sólo recomienda modestia en el vestir, también para los hombres. El Corán no es un libro de leyes; incluye algunas recomendaciones legales pero basadas en valores éticos más que en regulaciones. Todo esto no deja ningún lugar al niqab.

La cuestión sobre obligar a las mujeres a existir en el espacio público totalmente cubiertas, lo cual es obligarlas a no existir, nos descubre a una sociedad dominada por el egoísmo masculino. Esto es porque, si el objetivo es que las mujeres no seduzcan a los hombres, entonces los hombres son animales sexuales. Y no olvidemos que los hombres también pueden seducir a las mujeres. Si hablamos sobre seducción sexual, deberíamos desaparecer todos de la faz de la tierra.

P. – En el otro extremo, tenemos a Francia, donde el uso del velo está prohibido en lugares como las escuelas.

R. – Es un caso de fundamentalismo secular. En uno de mis artículos comparé el laicismo francés con el wahabismo [la versión rigorista del islam que impera en Arabia Saudí]. Yo soy crítico con cualquier fundamentalismo, no sólo el islámico sino también el secular. Y pasa igual en Túnez y Turquía, donde el hiyab también está prohibido en lugares públicos.

P. – ¿Qué opina del discurso que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dirigió a los musulmanes en la Universidad de El Cairo?

R. – Fue un discurso maravilloso. Pero Obama no fue más allá de la retórica. Hay asuntos acuciantes que deben ser resueltos en Oriente Próximo, como las demandas del pueblo palestino. La creación de Israel como Estado judío da alas a los fundamentalistas, que quieren legitimar un Estado islámico. No digo que se deba demoler el Estado de Israel, pero sí que se debe repensar el concepto de Estado.

P. – En muchos países musulmanes, religión y política van unidas. ¿La democracia se asentaría finalmente en Oriente Próximo si hubiera separación entre ambas?

R. – Eso es una prioridad. No me canso de decirlo. Debemos poner fin a esa especie de matrimonio católico entre autoridad política y religión. Es muy peligroso. El Estado no ha de tener religión. Es necesario que los intelectuales tengan el coraje de advertir a los musulmanes de que vivir en un Estado islámico no es bueno para ellos, porque si un día no están de acuerdo, serán reprimidos en nombre de ese Estado legitimado en el islam.

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