Asóciate
Participa

¿Quieres participar?

Estas son algunas maneras para colaborar con el movimiento laicista:

  1. Difundiendo nuestras campañas.
  2. Asociándote a Europa Laica.
  3. Compartiendo contenido relevante.
  4. Formando parte de la red de observadores.
  5. Colaborando económicamente.

El cristianismo, ¿una amenaza para la humanidad?

En la antigüedad, pocas decisiones políticas se tomaban sin consultar a druidas, sacerdotes o magos. Estos dictaminaban tras examinar las entrañas de algún pájaro, el movimiento de las nubes o el aspecto de una planta. Sorprende que la humanidad haya avanzado—o retrocedido—en base a esos criterios. Lamentablemente, a día de hoy, seguimos presos de esquemas análogos.

<!–

Así, la llamada derecha cristiana de EEUU (con un peso colosal en las decisiones mundiales) se opone a cualquier decisión que, según ellos, pueda retrasar la agenda del Apocalipsis.

Por ejemplo, individuos como el pastor evangélico John Hagee abogan por un ataque nuclear a Irán ya que de este modo aseguran que se desencadenaría la batalla de Armagedón en Oriente Medio y el consiguiente adelanto de la segunda venida de Cristo.

En la misma línea demencial, el sionismo cristiano rechaza cualquier concesión a Palestina, toda vez que “el plan de Dios” incluye que los judíos ocupen toda Palestina. Si ello no ocurre, Jesucristo no volverá por segunda vez y el espectáculo del juicio y castigo de gays, progresistas, etcétera, no tendrá lugar.

El asunto podría engrosar una novela de humor, sino fuera por la descomunal influencia que estos grupos religiosos ejercen en EEUU y, consecuentemente, en el resto del planeta.

¿Deberían importarnos estas creencias estrambóticas de millones de votantes estadounidenses? Por supuesto. En primer lugar, esta diarrea teológica influye notablemente en la política exterior de EEUU respecto a Israel, Oriente Medio y otras muchas cuestiones.

En segundo lugar, el impacto de estos delirios religiosos sobre el medio ambiente resulta devastador. Esta teología de la derecha cristiana es tan destructiva con el entorno natural como con la política exterior.

Desde esos púlpitos de tarados se enseña que las catástrofes medioambientales son buenas ya que anuncian el regreso de Cristo. Y millones de “cristianos” norteamericanos lo creen.

Prohibir tallas de bosques, impedir perforaciones en Alaska o prevenir inundaciones como la de Nueva Orleans “contravienen la voluntad del Señor”. Además, esos desastres suelen ser consecuencia del pecado, según estas hordas de grillados.

Una guerra con el Islam en Oriente Medio o la destrucción del sistema ecológico y sus consecuencias como el Katrina, les parecen señales del Apocalipsis.
Por supuesto—aseguran—el calentamiento global es un mito urdido por científicos sin escrúpulos, sobornados. Además, Dios confirió el dominio de la tierra al hombre de manera que “el Señor proveerá porque la tierra está al servicio del hombre y no viceversa”.

Sí, cuesta creerlo, pero interpretaciones bíblicas demenciales eximen a millones de individuos de cualquier responsabilidad sobre el medio ambiente, el dolor o la guerra. De hecho, desean esas tragedias.

Para todos estos millones de chiflados perversos lo importante es “cuanto peor, mejor”. Eso es señal de que se acerca el “justo castigo divino”. Indudablemente, horroriza comprobar el peso que esas ideas y esos individuos tienen en el mundo. Su avance y poderío económico resulta alarmante y, por desgracia, convierten al cristianismo en una amenaza.

Por lo demás, aunque ellos se autodenominen cristianos cuesta trabajo imaginar una religión más ruin, egoísta y, desde luego, menos cristiana.

Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor

Blog de Gustavo Vidal Manzanares

–> Así, la llamada derecha cristiana de EEUU (con un peso colosal en las decisiones mundiales) se opone a cualquier decisión que, según ellos, pueda retrasar la agenda del Apocalipsis.

Por ejemplo, individuos como el pastor evangélico John Hagee abogan por un ataque nuclear a Irán ya que de este modo aseguran que se desencadenaría la batalla de Armagedón en Oriente Medio y el consiguiente adelanto de la segunda venida de Cristo.

En la misma línea demencial, el sionismo cristiano rechaza cualquier concesión a Palestina, toda vez que “el plan de Dios” incluye que los judíos ocupen toda Palestina. Si ello no ocurre, Jesucristo no volverá por segunda vez y el espectáculo del juicio y castigo de gays, progresistas, etcétera, no tendrá lugar.

El asunto podría engrosar una novela de humor, sino fuera por la descomunal influencia que estos grupos religiosos ejercen en EEUU y, consecuentemente, en el resto del planeta.

¿Deberían importarnos estas creencias estrambóticas de millones de votantes estadounidenses? Por supuesto. En primer lugar, esta diarrea teológica influye notablemente en la política exterior de EEUU respecto a Israel, Oriente Medio y otras muchas cuestiones.

En segundo lugar, el impacto de estos delirios religiosos sobre el medio ambiente resulta devastador. Esta teología de la derecha cristiana es tan destructiva con el entorno natural como con la política exterior.

Desde esos púlpitos de tarados se enseña que las catástrofes medioambientales son buenas ya que anuncian el regreso de Cristo. Y millones de “cristianos” norteamericanos lo creen.

Prohibir tallas de bosques, impedir perforaciones en Alaska o prevenir inundaciones como la de Nueva Orleans “contravienen la voluntad del Señor”. Además, esos desastres suelen ser consecuencia del pecado, según estas hordas de grillados.

Una guerra con el Islam en Oriente Medio o la destrucción del sistema ecológico y sus consecuencias como el Katrina, les parecen señales del Apocalipsis.
Por supuesto—aseguran—el calentamiento global es un mito urdido por científicos sin escrúpulos, sobornados. Además, Dios confirió el dominio de la tierra al hombre de manera que “el Señor proveerá porque la tierra está al servicio del hombre y no viceversa”.

Sí, cuesta creerlo, pero interpretaciones bíblicas demenciales eximen a millones de individuos de cualquier responsabilidad sobre el medio ambiente, el dolor o la guerra. De hecho, desean esas tragedias.

Para todos estos millones de chiflados perversos lo importante es “cuanto peor, mejor”. Eso es señal de que se acerca el “justo castigo divino”. Indudablemente, horroriza comprobar el peso que esas ideas y esos individuos tienen en el mundo. Su avance y poderío económico resulta alarmante y, por desgracia, convierten al cristianismo en una amenaza.

Por lo demás, aunque ellos se autodenominen cristianos cuesta trabajo imaginar una religión más ruin, egoísta y, desde luego, menos cristiana.

Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor

Total
0
Shares
Artículos relacionados
Total
0
Share