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¿El cristianismo evangélico se ha vuelto sociópata?

Con gran extrañeza hemos sido testigos de como los evangélicos fundamentalistas han defendido políticas discriminatorias, abusivas y que lesionan la integridad humana.|

En Perú el pastor Rodolfo Gónzalez hizo un claro llamado a asesinar lesbianas en pleno 2017; en Colombia la diputada Ángela Hernández pidió que los estudiantes gays y lesbianas fueran segregados en colegios aparte para no contaminar a los otros estudiantes que si tienen moral; y recientemente se llevó de mano del pastor Alonso Lucio y su esposa Vivianne Morales a debate en el Congreso de Colombia la propuesta de prohibir la adopción de menores a personas solteras, viudas, divorciadas y parejas del mismo sexo, a pesar que tal medida limitaría aún más la situación de centenares de niños que crecen sin familia en las instituciones de bienestar familiar. Esta situación de insensibilidad humana y preferencia del dogma es común también en los Estados Unidos, de donde provienen las denominaciones fundamentalistas, y es objeto de análisis de Tym Rymel en el artículo “¿El cristianismo evangélico se ha vuelto sociópata? que presentamos a continuación.

Original en Huffpost – Has Evangelical Christianity Become Sociopathic?

Desde que el cristianismo evangélico comenzó a infiltrarse en la política, oficialmente a finales de los años setenta, ha habido una tendencia inquietante para limitar o eliminar los derechos de aquellos que no cumplen la idea conservadora de un estadounidense. Muchas de estas iniciativas vienen en forma de leyes de “libertad religiosa”, que potencian la discriminación, mientras que otras leyes apuntan a los inmigrantes que creen de manera diferente. El resultado ha sido una división aguda en la cultura estadounidense, y la redefinición de la teología cristiana.

El vocero evangélico, autor y profesor universitario, Tony Campolo, afirmó que el cristianismo fue redefinido a mediados de los 70 por sus posiciones “pro-vida” y oposición al matrimonio homosexual. “De repente la teología cayó al fondo”, dijo. Y en algún lugar en medio de todo el cambio, el cristianismo evangélico cruzó la línea de fe y creencia hacia el odio y el abuso. Aquellos que aplican cruelmente las acciones de su fe son ajenos a la destrucción que causan a su religión, o al pueblo que sus creencias afectan. ¿Es justo llamar al cristianismo evangélico sociópata?

Psicology Today enumera dieciséis características de los comportamientos sociópatas, que incluyen: La falsedad y la insinceridad, el encanto superficial y la buena inteligencia, la falta de remordimiento o vergüenza, el juicio pobre y el fracaso de aprender por experiencia, egocentrismo patológico y la incapacidad para el amor, la falta de respuesta en las relaciones interpersonales generales, Pérdida específica de visión y pobreza general en reacciones afectivas mayores (en otras palabras, respuestas emocionales apropiadas).

Vemos ejemplos de este tipo de comportamientos en los líderes y seguidores de la iglesia. Franklin Graham, por ejemplo, declaró que la inmigración no era “un asunto bíblico”. Su posición encaja bien con la política conservadora y las declaraciones de Donald Trump, pero su insensibilidad hacia los inmigrantes y los solicitantes de asilo en Estados Unidos va en contra de todo lo que dice que él cree (Levítico 19: 33-34, Marcos 12: 30-31). Sin embargo, Graham no ve algo de ironía entre su postura política y su creencia religiosa. Tampoco parece darse cuenta de las horribles bajas en los países devastados por la guerra que estos inmigrantes están tratando desesperadamente de huir.

El pastor Roger Jiménez de Verity Baptist Church en Sacramento declaró después del ataque terrorista en un club nocturno gay de Orlando, Florida que “la tragedia es que más de ellos no murieron. ¡Estoy un poco molesto porque no terminó el trabajo!  Este “ministro de Dios” no mostró compasión por las familias de los hombres y mujeres que murieron. Parecía incapaz de dejar de lado sus creencias religiosas para tener un momento de conexión humana compartido a un acontecimiento trágico.

Y recientemente, Kim Higginbotham, esposa de pastor y docente con maestría en educación especial, escribió un blog titulado “Dar a tu hijo al diablo”. Ella afirmó: “Ser discípulo de Jesús exige que nuestra relación con él sea mayor que nuestra relación con nuestra propia familia, incluso con nuestros propios hijos”. Ella citó Mateo 10:37 como una justificación, que dice:” Quien ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; Cualquiera que ama a su hijo o hija más que a mí no es digno de mí”.

En un ritual de auto justificación y dándoselas de mártir, ella afirma que su hijo le dio la espalda a Dios, y no le quedó otra opción que abandonarlo. Resulta que su hijo es gay y – sucede – que el día que la diatriba fue publicada ocurría la boda de su hijo. Sharon Hambrick, una escritora cristiana, publicó una maravillosa respuesta a esta mamá.

En su mayoría, y antes que llamar a estas personas a abandonar el comportamiento sociopático, los cristianos coincidieron con ella. Muchos de los comentarios en el sitio web de Higginbotham dicen: “Lo siento por tu pérdida” u “Orando por ti y por tu hijo”.

Es común que evitemos la disonancia cognitiva, cuando nuestras creencias dictan una cosa, pero nuestras experiencias nos muestran que algo más es verdad. A esto lo llamamos vivir en negación, y todos lo hacemos en un nivel u otro. Pero cuando elegimos nuestra “verdad” mientras miramos fríamente a un ser humano sufrir, hemos cruzado una línea de salud mental.

La elección de 2016 demostró un nivel especialmente alto de falta de sinceridad, descaro, mal juicio y egocentrismo patológico entre los evangélicos cristianos. James Dobson*, que una vez dijo de Bill Clinton, “El carácter importa. No se puede dirigir una familia, mucho menos un país sin ella. Qué tonto creer que una persona que carezca de honestidad e integridad moral está capacitada para dirigir una nación y el mundo “, y luego dijo de Donald Trump: “No estoy bajo ninguna ilusión de que él es un ejemplo moral sobresaliente. Es un cliché, pero es cierto: estamos eligiendo a un comandante en jefe, no a un teólogo en jefe”.

El mensaje cristiano evangélico es alto y claro. No cuidan más que de sí mismos. Su devoción es a la versión del cristianismo que han creado, que exige el abandono despiadado de los inmigrantes, las mujeres, los niños – incluso los suyos – y cualquier otra persona que no caiga en línea con su mensaje. La justicia social, que se menciona en versículos bíblicos más de dos mil veces, ha sido reemplazada por una ideología política de línea dura. Principios antes que la gente. Indiferencia antes que implicarse. Emitir juicios antes que generosidad.

Cada generación redefine lo que significa ser, o pertenecer a un grupo religioso. Las ideologías religiosas, las interpretaciones y las doctrinas son fluidas. Pero sea lo que sea, o lo que sea, lo hacen las personas que pertenecen a la religión y lo que colectivamente deciden hacer.

*James Dobson es un cristiano evangélico y psicólogo que dirige la organazación Focus in Family, con una abierta y larga historia de homofobia.

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