Al comedor de San Francisco no le gustan los alimentos que donan los indignados del 15-M. Deben de estar contaminados de laicismo y críticas al Papa, así que no valen para dar a los necesitados, que todo se pega. Habría que preguntarles a los responsables del comedor si también se interroga a los demás donantes sobre sus deberes religiosos: si se confiesan con frecuencia, si van a misa semanal e incluso si honran a su padre y a su madre y no dicen el nombre de dios en vano. Sería lo lógico si lo que se pretende es ahuyentar del comedor a aquellos que contravienen las normas de la Santa Madre Iglesia. El siguiente paso sería practicar el proselitismo entre los usuarios del comedor, no se vaya a colar algún ateo, o lo que es peor, algún indigente sin bautizar, y se lleve lo que no le corresponde. El problema, según el director del centro, es que no quiere que se vinculen las críticas al Papa con su labor en Pontevedra. Está claro que puestos a elegir entre su santidad y la comida para los pobres, lo lógico y normal es quedarse con Benedicto XVI, que es quien realmente requiere la atención de los religiosos, dónde va a parar. No vaya a ser que a estas alturas a alguien se le ocurra pensar que la iglesia tiene como prioridad ayudar a los necesitados y resulte que toda esa gente que cree en dios pero no se identifica con la curia se dé cuenta de que lleva años equivocada. Entonces, sí que la liamos.
La religión como arma en la política brasileña · por Ana Carolina Evangelista
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