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El cardenal no está de moda

¿Qué es un Estado Laico?

Un Estado laico esta dirigido por ciudadanos que han sido elegidos por los ciudadanos de un país para que cumplan con lo que dicta su Constitución y donde ninguna iglesia tiene representantes ni consejeros.

Como las iglesias tratan de asuntos de creencias y de fe, que no de política, ellos tienen su espacio de manera independiente del Estado, esto es, se ocupan de predicar lo que creen son sus valores a quienes creen en ellos.

Deben ser financiados por sus patrocinadores radicados en el Vaticano y por las personas que van a recibir sus sermones, sus bendiciones y sus salvaciones, paraísos incluidos.

Como el Estado representa a la población y dentro de ésta hay muchas iglesias con sus diferentes creencias, y también gente que no tiene iglesias de manera voluntaria, no puede haber una religión oficial ni una obligación a pertenecer a una en especial. El Estado Laico garantiza el respeto a todas las creencias, pero no obliga a nadie a ser de ninguna; pero tampoco puede usar sus recursos económicos para “ayudar” a ninguna. Los impuestos de un ciudadano católico no puede ir como sueldo oficial a los evangélicos, ni el de los no creyentes a los creyentes.

Por eso el Cardenal dice que está de moda el planteamiento del Estado laico para oponerse a este concepto. Pero realmente lo que él hace es defender sus intereses. Porque de eso se trata, de meterse en el gobierno y recibir las ventajas y beneficios que los gobernantes le dan de manera incorrecta.

Vemos con frecuencia como el Cardenal, Agripino, monseñor Carpio, y otros representantes de la Iglesia aparecen en unos escenarios de poder opinando con voz y voto. O sea, ejerciendo presión y deliberando, como si hubiesen sido elegidos diputados o senadores o jueces de la Suprema Corte de Justicia.

Un verdadero Estado de Derecho, democrático, no contempla a un Cardenal decidiendo políticas sin haber sido elegido para ningún cargo.

Realmente, no es que un Estado laico está de moda, porque él sabe muy bien que no data de ayer este planteamiento. Francia es un buen ejemplo, puesto que allí se estableció con claridad que los asuntos de estado son para gente que sabe de eso y que ha sido elegida para ello. Las iglesias no fueron cerradas pero a nadie se le obligó a aprenderse el catecismo de memoria en ninguna escuela. Se sacó la religión de las escuelas y hubo un desarrollo cultural más avanzado, más científico y más espiritual. Si en las sinagogas los judíos querían hacerles la circuncisión a los niños, el Estado no lo consideró como una tortura ni una práctica aberrante, y dejó que sus feligreses lo hicieran como parte de sus ritos. Si los evangélicos se querían tirar al suelo a llorar en sus ritos, tenían pleno derecho a hacerlo. Si los musulmanes se arrodillaban a la hora que ellos creían que le rendían mayores honores a su dios, nadie les impidió hacerlo.

Hoy día podemos entender que el Dios del Cardenal no es el Dios de toda la población, ni siquiera el mismo Dios de los católicos. Que su razón es la de él y de los que piensan como él, lo que es legítimo. Pero no es menos legítima la razón de los que piensan diferente a él.

Lo que están haciendo los Estados modernos en las escuelas, laicos o no, es reemplazar la materia religión, que nos adoctrina en la fe católica a trocha y mocha, por una llamada Cultura Religiosa que habla de la existencia de la religión en la historia de los pueblos y explica cuáles son sus diferencias y valores sin imponer ni pretender que nadie se convierta a ninguna en particular.

La historia de la Iglesia católica ha sido muy rechazada por su enorme influencia en los estados autoritarios, por su arbitrariedad, y su Inquisición.

La Inquisición fue lo peor que le ocurriera a la humanidad, por su maldad, su desprecio a la vida y al respeto del ser humano. Eso no se sostiene hoy día.

En nuestro país, la Iglesia apoyó 100 % la política de Trujillo, y cuando el pueblo ejerció su libertad por primera vez para escoger su presidente, promovió una corriente que culminó en el peor conflicto sangriento del país: la revolución de abril del 1965.

En España fueron la mano derecha de Franco y en América latina han estado al lado del atraso apoyando a las dictaduras. Fueron cómplice de esa odiosa y malvada Operación Cóndor que se inventaron los Estados Unidos con Pinochet, Videla y lo más atrasado del continente.

En el más reciente evento político continental, el golpe de estado a Zelaya en Honduras, la Iglesia ha estado a favor de la ilegalidad en contra de la democracia.

Por eso ya es hora de que el Cardenal, como buen pastor, se quede con su manada de ovejos en su corral. Y el resto que siga …¿ como chivos sin ley?

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