Patricia Santos, profesora de Historia de la Universidad Estadual de Piauí, quien se dedica desde hace cinco años a estudiar la religión y los fenómenos religiosos, considera que el candomblé y la umbanda son religiones, porque tienen reglas y ritos, en franca discrepancia con el fallo del juez federal Eugênio Rosa de Araújo, de mayo del 2014, que dictaminó que las religiones afrobrasileñas no son religiones.
–La umbanda y el candomblé son religiones afrobrasileñas, ¿es correcta esta afirmación?
–Yo diría que sí. La umbanda es una religión de origen brasileño, pero con diversos matices: catolicismo, espiritismo kardecista [promovido por el francés Allan Kardec (1804-1869)], elementos de religiosidad indígena y de religiosidad africana. Es una religión heterogénea nacida también como forma de resistencia. El candomblé es más una religión africana. Yo diría que ha experimentado un “proceso de blanqueo” menos acentuado. Sin embargo, también en él hay rituales de otras religiones.
–En su país, ¿cuántos son seguidores de las religiones afrobrasileñas, a qué categorías sociales pertenecen?
–No sabría decir cuántos son seguidores de la umbanda, también porque estamos viendo una negación por los mismos umbandistas. En una encuesta llevada a cabo por un grupo de investigación en la ciudad de Oeiras, en Piauí, se encontró que los mismos asistentes a los terreiros no se consideran umbandistas o incluso niegan cualquier relación con esa religión.
Datos del IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística) dicen que en esta ciudad no hay practicantes de la umbanda. Un dato contradicho por el número de terreiros existentes. Sólo en el área urbana se cuentan al menos siete.
Aunque no es fácil determinar la participación de las diversas categorías sociales, es evidente que entre los adherentes a las religiones afrobrasileñas se encuentra un gran número de negros y pobres. En todo caso, cabe señalar que hoy muchos frecuentadores son blancos, ricos y con un alto nivel de educación. Sigue siendo cierto que, desde hace tiempo, los terreiros se encuentran en las periferias de las ciudades o, en todo caso, en las zonas marginales de éstas.
–¿La umbanda (y el candomblé) se celebra siempre en terreiros?
–No siempre. El terreiro es el espacio donde se practica la mayor parte de los rituales. Sin embargo, algunos de ellos se pueden practicar también al aire libre. En general, los celebrantes de los ritos son el pai-de-santo [padrino] o la mãe-de-santo [madrina]. El momento central son los pontos [oraciones, pedidos] cantados, que son cánticos y música que se entonan durante las celebraciones.
En la umbanda son veneradas varias divinidades (llamadas orixás). Es una religión monoteísta.
Olurum (también llamado Zâmbi) representa nuestro dios cristiano. Oxalá es Jesucristo. Y luego están los orixás, santos con nombres y roles diversos.
–¿Hay una “línea blanca” y una “línea negra” en las celebraciones de la umbanda?
–En general, los umbandistas no consideran prácticas denominadas de línea negra, hechas para propiciar el mal. Por el contrario, la umbanda se propone estar cerca de las cosas buenas.
La umbanda es mal vista o al menos mirada con recelo por muchos brasileños, porque siempre se la describe con términos negativos, como la brujería. Ante definiciones de este tipo las personas se asustan. Más allá de eso, hay una motivación que viene de la formación social e histórica de Brasil. El país siempre ha descrito a los negros como seres inferiores, bárbaros o brujos. Tal vez por el simple hecho de saber trabajar las hierbas o adorar la naturaleza.
–¿Quiénes son los principales adversarios de la umbanda y el candomblé?
–En el pasado, la Iglesia Católica condenaba los cultos religiosos afrobrasileños, porque a sus ojos eran generadores de maleficios. Esta actitud fue muy común en el período colonial brasileño. También porque era funcional al control y vigilancia de los propietarios (blancos) sobre los esclavos (negros). Hoy son las iglesias neopentecostales las que muestran intolerancia. En su búsqueda de prosélitos, no dudan en llegar a acciones violentas contra los seguidores o los locales de las religiones afrobrasileñas. Por ejemplo, han habido muchos casos de invasión de terreiros o destrucción de imágenes de orixás que estaban en las calles o plazas públicas.
Religión y resistencia
La umbanda es considerada por algunos estudiosos como la religión brasileña por excelencia, que mezcla todos los elementos de los que el país se ha nutrido. Sobre la puerta de entrada, en la pared verde, reza la inscripción: “Casa de Productos de Umbanda São Jorge”. En el interior, los estantes están repletos de inciensos y productos naturales para propiciar todo género de propósitos (desde amor hasta dinero), y estatuas de varias dimensiones con los rasgos de santos católicos o de otras personas.
En Floriano, pequeña ciudad del Estado de Piauí, en el nordeste, hay dos tiendas que venden artículos para la umbanda. Sin embargo, según las estadísticas oficiales o simplemente las respuestas de la gente, las personas que siguen esta religión en Brasil serían muy pocas.
Tampoco es fácil identificar un terreiro, el lugar donde se celebran las ceremonias. Ademar José Soares, un hombre de 76 años con una vitalidad muy por encima de lo esperado para su edad, organiza en su casa ubicada a pocos metros de la orilla del río Paranaíba, el bumba-meu-boi, una notable fiesta popular de antigua tradición. Ademarzinho Soares es un pai-de-santo, responsable de un terreiro de la umbanda.
Religión sincrética por excelencia, la umbanda es considerada monoteísta –Dios es llamado Olurum o Zâmbi–, aún si la creencia en orixás (de derivación africana) y en los elementos de la naturaleza (heredados del panteísmo indigenista) podría hacer pensar lo contrario. Así, se cantan el Padre Nuestro y el Ave María. La umbanda tiene incluso fecha de nacimiento: 1908, en Río de Janeiro.
Prejuicios religiosos
Ya sea por los rituales especiales o por la tipología de los seguidores, o incluso por legados históricos malinterpretados –la esclavitud, en particular–, la umbanda y las religiones afrobrasileñas en general son todavía hoy miradas con recelo. O hasta con odio por algunas denominaciones cristianas.
“Por ser religiones del trance, del culto de los espíritus y en algunos casos de los sacrificios de animales, se les ha asociado con estereotipos como ser ‘magia negra’, supersticiones de gente ignorante, prácticas diabólicas”, escribió la historiadora Alessandra Amaral Soares Nascimento en el artículo “Candomblé e umbanda: praticas religiosas da identitade negra no Brasil”, publicado en laRevista Brasileira de Sociologia da Emocão, en diciembre del 2010.
Cabe mencionar que los cultos africanos llegaron a este país latinoamericano con los esclavos durante un período de más de 300 años. En Brasil, la práctica del esclavismo duró –al menos oficialmente– de 1559 a 1888.
Como señala Soares Nascimento, “el esclavo debía ser bautizado dentro de un máximo de cinco años después de su llegada a Brasil”. Se trataba esencialmente de la aplicación práctica del principio “Cuius regio, eius religio”, es decir, la obligación del esclavo de conformarse a la religión del amo.
Forma de resistencia
Las religiones afrobrasileñas se desarrollaron, entonces, como una forma de “resistencia” a las imposiciones de los amos blancos y como afirmación de la propia identidad. La umbanda es una evolución a la luz del orgullo de “ser brasileño”, es decir, una mezcla de blanco, negro e indígena.
Según Reginaldo Prandi, otro estudioso y especialista en religiones afrobrasileñas, “silenciosamente, hoy asistimos a una verdadera masacre de las religiones afrobrasileñas”. Un hecho muy grave, explica el profesor de la Universidad de São Paulo, porque su contribución “a las diversas áreas de la cultura brasileña es riquísima”.
Aparte de las consideraciones de los estudiosos, vale la pena recordar las palabras de Gilberto Gil, uno de los más notables músicos brasileños, que en una estrofa de una canción escribe: “Cuando los pueblos del África llegaron aquí / no tenían libertad de religión. / Adoptaron al Señor de Bonfim / tanto por resistencia como por rendición”