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El Cabrero también fue condenado por blasfemia en el año 1982

El Cabrero «Soy como esos elefantes que caminan sin inmutarse junto a las autopistas que abren en la selva» (Cárcel de Sevilla 1982)

COMENTARIO: En relación con las noticias sobre el enjuiciamiento de Javier Krahe por delito de blasfemia en aplicación del 525 del Código Penal. Un seguidor de nuestro Observatorio nos hace llegar la información de cuando en 1982 El Cabrero fue juzgado y condenado por ese mismo motivo.

En una de las informaciones de la prensa sobre Krahe pone al final que es un artículo, el 525, que nunca se ha aplicado. Esto NO es cierto. En 1982 el cantaor El Cabrero fue juzgado por decir: “me cago en dios” durante una actuación fallida. El Cabrero fue condenado a 5 meses de cárcel posteriormente reducidos a 2 INGRESÓ en la prisión de Sevilla hasta que por presión nacional e internacional fue indultado.
Debe quedar claro que sí se ha aplicado y condenado a alguien antes por blasfemia y condenado a cárcel en España en época “democrática”.


Los aficionados que llaman para felicitar a José por su 38º cumpleaños ignoran que no tenemos ganas de fiesta porque mañana ingresa en prisión para cumplir dos meses de arresto mayor[i]. No he conseguido que los niños lo entiendan y lo peor de todo es cómo se lo está tomando él: “… No tengo más cojones que dejarme llevar a la cárcel pero me revienta que sea en nombre de su dios, en el que no creo. [ii]Estos inquisidores me han condenao por lo que canto y lo que soy, no por lo que dije en Alcolea. (19 de octubre 1982, de mi diario)

Esa noche de su cumpleaños la pasamos hablando. “Ya tendré tiempo de dormir en la cárcel porque eso es lo que haré. No quiero ni una visita; no he hecho daño a nadie y no tengo por qué hablar detrás de una reja”. Preocupante su estado de ánimo mezcla de tristeza y de rebeldía incontenible: “Cuando reivindicas algo como la vereas o cualquier otra cosa y te llevan a la cárcel, es injusto, pero uno lo toma de otra forma porque es parte de la lucha. Ahora ¿Por decir un mecagoendios, en un momento de impotencia, tengo yo que estar dos meses sin ver a mis hijos y a ti y sin más horizonte que una pared… sin cantar, sin salir al campo? Si pudiera era capaz de huir… de irme ahora mismo de aquí y que me detengan, si dan conmigo; se me están quitando las ganas hasta de cantar… me da asco de esta sociedad que castiga al que se sale del redil de su democracia de cuento… ¿No decían que el estado era laico o cómo se llame? Ese fue su discurso hasta que despuntó el alba y se levantó para ir a darle una vuelta a las cabras.

Luego lo acompañé al cuartelillo y los municipales, solidarios, me dejaron estar un buen rato con él dentro del calabozo para que no se le hiciera tan largo el día. Creo que nunca lo había visto tan rebelde y entristecido como en el momento en que nos despedimos: “No me he sentido más impotente en mi vida y no me encuentro bien; estoy que doy bocaos de rabia… Cuida mucho de los niños y de ti”. Pocas horas después lo llevarían a la cárcel de Sevilla.

(Fotografía de Miguel Ángel León)

Desde que nos anunciaran su inminente ingreso en la cárcel, tomé la decisión de solicitar indulto extraordinario. José Antonio Guiote Ordóñez, que llevaba el caso, no lo veía oportuno dada la brevedad de la condena: “No se puede presentar la solicitud mientras José no esté en prisión y, por mucho que agilicemos los trámites, seguro que estará en libertad antes de que esto llegue al Consejo de Ministros”.

Nuestro abogado y amigo José Mª Rubio opinaba igual cuando le anuncié que, pese a todo, iba a pedir el indulto porque no me resignaba a quedarme de brazos cruzados y quería que se supiera lo injusto de la condena. “Elena, los recelos del compañero cordobés son fundados. El Indulto extraordinario es una medida de gracia en virtud de la cual el Gobierno puede otorgar la libertad por considerar que la sentencia ha sido injusta. De cada mil solicitudes se concede una pero, si lo tramitas, hay que tener esperanza y, sobre todo, darse mucha prisa…“ En su opinión, la popularidad de José y lo escandaloso de la condena serían claves y me recomendó alertar a los medios y recabar adhesiones.

(Fotografía de Miguel Ángel León)

Al día siguiente de su detención los principales medios de comunicación destacaban la noticia en portada con fotografías tomadas en el calabozo de Dos Hermanas:

Organismos internacionales gestionan la libertad de El Cabrero“… El caso, por insólito, ha saltado a la actualidad sevillana… ha llegado a oídos de Amnistía Internacional, a Ginebra, a Italia… Asombro y solidaridad han sido las manifestaciones más frecuentes…” (Nueva Andalucía, Teresa Adán)

El Cabrero ingresa en prisión para cumplir condena por blasfemia “Se da la circunstancia de que El Cabrero fue requerido por la misma empresa, en el mismo pueblo y que al iniciar su actuación quiso disculparse por lo sucedido, siendo interrumpido por los aplausos del público. Su defensor cree, en consecuencia, que no se produjo escándalo público en el caso juzgado” (El País, José Aguilar)

Opinión compartida: la blasfemia en sí no es condenable “…El Correo, al filo de la proyección que la razón de este encarcelamiento merece, se ha puesto en contacto con personas allegadas al tema solicitando su opinión. La abogada Pilar Troncoso estima que la blasfemia perdió su primitivo sentido, con independencia la intención del que la dice… si todo el que blasfema comete delito, el noventa por ciento de los españoles pasaría media vida en la cárcel…” (El Correo de Andalucía, José Guzmán)

Aún recuerdo con calor la solidaridad que encontré en los medios de comunicación, especialmente los sevillanos, que se involucraron en la campaña y nos apoyaron hasta el final. Pero lo más sorprendente fue la movilización popular: recogida de firmas en las empresas, peñas flamencas, sindicatos, asociaciones profesionales, ayuntamientos y una legión de aficionados que se movilizaron por su cuenta y recabaron más de diez mil firmas en pocos días. Lo más emocionante: la huelga que llevaron a cabo los colegios de Las Portadas donde estudiaban nuestros hijos.

Mientras, en prisión, José se negaba a recibir visitas en señal de protesta por su situación. Algunos medios de comunicación me informaron de su intención de solicitar permiso para ir entrevistarlo y no aceptó. Sólo lo consiguió Paco Correal, amigo que escribía en Diario 16 y tenía previsto un reportaje sobre Ranilla[iii], coincidiendo precisamente con la llegada de José..

Angustia

En este departamento celular de reciente creación pasea su angustia y su correspondiente cerveza José Domínguez, El Cabrero, con la barba desaliñada y un rictus de predicador religioso encerrado en un campo de concentración “No me perdonan que sea de campo, y es que yo soy como esos elefantes que caminan sin inmutarse junto a las autopistas que abren en la selva” (22-10-82, Francisco Correal – Diario 16)

A seguir…

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