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El arzobispo de Valladolid da munición ‘laicista’ al PSOE y el PP elude el choque

El PP ha decidido evitar la confrontación con la Iglesia a cuenta de las reticencias del arzobispo Ricardo Blázquez sobre la idoneidad de Soraya Sáenz de Santamaría como pregonera de la Semana Santa de Valladolid por estar casada civilmente. Ni siquiera la vicepresidenta ha querido azuzar una polémica que pueda afectar a sus relaciones con la Conferencia Episcopal y la Santa Sede, de la que ella es la principal interlocutora del nuevo Gobierno. Sin embargo, el PSOE ha encontrado en este conflicto la oportunidad de rescatar su perfil laicista, y de volver a conectar así con parte de sus bases.

La formación que preside Mariano Rajoy eludió ayer pronunciarse de forma oficial al respecto y, salvo opiniones puntuales y personales de algunos diputados y dirigentes, la respuesta fue de marcado perfil bajo. La propia secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, despachó la cuestión señalando que “cada uno tiene sus opiniones y todas son respetables”.

Entre las que sí se posicionaron en contra destaca la diputada Beatriz Rodríguez Salmones, miembro de la dirección del Grupo Popular en el Congreso, y  una de las pocas parlamentarias del PP que mostró abiertamente su rechazo hacia las opiniones de Blázquez. “Están fuera de este siglo y del siglo pasado, y estoy  seguro que hasta el propio arzobispado se habrá arrepentido de haber hecho esas declaraciones”, explicó a El Confidencial. “Me parecen poco respetuosas con el tipo de relaciones entre las personas y en las que no solo existe el matrimonio religioso”, insistió.

Su compañero de filas, el diputado Santiago Cervera, también expresó en su cuenta de Twitter su sorpresa ante la noticia: “Yo también lo flipo”. Preguntadas por este diario, otras dirigentes del partido como la catalana Alicia Sánchez Camacho, la asturiana Isabel López Espinosa o la diputada Cayetana Álvarez de Toledo declinaron hacer valoraciones.

Por su parte, el PSOE ha aprovechado la polémica para exigir al Gobierno que mantenga a raya a la Iglesia “un día sí y otro también”. Ramón Jáuregui fue ayer el encargado de hablar en nombre de los socialistas en la Comisión Constitucional del Congreso, donde compareció por primera vez Sáenz de Santamaría. Allí, el ex ministro de Presidencia expresó a la vicepresidenta su “solidaridad y simpatía personal”, para, a continuación, arremeter contra la jerarquía eclesiástica.

A su juicio, la Iglesia Católica está “acostumbra a no entender” el “principio elemental de nuestra Constitución”, según el cual, “la moral cívica de nuestra sociedad, ya sea sobre el matrimonio, la familia o del papel de la mujer, corresponde única y exclusivamente a la soberanía popular”. Sin embargo, esta rotundidad contrasta con la moderada posición que Jáuregui como ministro, cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero renunció a reformar la Ley de Libertad Religiosa, una de sus promesas electorales. Así, en diciembre de 2010, el ex titular de Presidencia aseguró que la intención del Ejecutivo era “acompasar” la iniciativa política y al ritmo del cambio de la sociedad hacia “aconfesionalidad y un laicismo positivo”.

Chacón: “¿En qué siglo se creen que viven?”

Además de la opinión oficial del PSOE fijada por Jáuregui, las candidaturas que pugnan por el liderazgo del partido también han azuzado la polémica. Carme Chacón advirtió ayer en un acto con militantes en Jerez que “a las mujeres se las respeta, sean del PSOE, sean del PP o sean de los que te dé la gana”. “No vamos a permitir que nos vuelvan a imponer a todos su moral, reclamaremos que traten con respeto a las mujeres”, insistió la candidata, quien se preguntó: “¿En qué siglo se creen que viven? ¿En qué país se creen que viven para meterse con una mujer por estar casada por lo civil?”.

Por su parte, Elena Valenciano, mano derecha de Alfredo Pérez Rubalcaba, denunció a través de su perfil en Twitter la “hipocresía total de la Iglesia oficial”, mientras que la diputada Ángeles Álvarez remitió a las protestas del Colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de Madrid (COGAM), que denunció que las reticencias del arzobispo “legitiman el rechazo y la discriminación”.

Asimismo, llama la atención que algunas de las críticas más duras sobre las consideraciones morales del arzobispo hayan provenido del portavoz de CIU, Josep Antoni Duran i Lleida, reconocido católico practicante. “No son ejemplos que ayuden en absoluto a la iglesia Católica. Soy católico y no comparto esta decisión”, señaló en una entrevista en RNE.

“No es cuestión de rigorismo”

Ante la dimensión de la polémica, el Arzobispado de Valladolid  emitió ayer un comunicado en el que negaba que Blázquez se hubiera planteado la idoneidad de Sáenz de Santamaría en un encuentro off the record con periodistas. “Les confieso que no es una cuestión de rigorismo, no. Pero puede ser una situación que en algunos momentos nos ponga en un cierto brete y no es bueno, porque si se calla uno mal y si habla uno mal”, recoge la transcripción del diálogo con la prensa ofrecida por la Iglesia.

No obstante, la Agencia Efe, fuente de la noticia, reiteró ayer que este comunicado “omite la contestación de Blázquez a otra pregunta que se le formuló sobre la misma cuestión, en la que dijo que su opinión sobre el asunto ‘no va más allá de lo que va el Código de Derecho Canónico’". Y, según esta norma, “solamente son válidos aquellos matrimonios que se contraen ante el Ordinario del lugar o el párroco, o un sacerdote o diácono delegado por uno de ellos para que asistan”.

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