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El amor, según la diferencia religiosa

Las relaciones sentimentales, con visita a la unión conyugal entre personas de distintas religiones es tan intrincado, inconveniente, criticable y áspero como los matrimonios entre personas del mismo sexo. Al menos para algunas denominaciones cristianas donde es más “lamentable” que uno de sus integrantes contraiga nupcias con un miembro externo a su creencia y filiación espiritual que su mismo fallecimiento. Una de las razones podría ser la pérdida económica que ello representa para esa Iglesia, por los ingresos económicos que el, o la, “rebelde” representa para ese grupo religioso.

En México, la Iglesia Católica tenía por costumbre cuestionar inquisitivamente a sus feligreses cuando alguno de ellos, tenían la osadía de empezar una relación sentimental con personas de religiones ajenas: llámense judíos, musulmanes, espiritistas, Testigos de Jehová, o evangélicos. Las trabas administrativo-religiosas comenzaban cuando la palabra “matrimonio” se ponía en el confesionario. Implicaba que el “inconverso(a)” debía llevar a cabo una serie de ritos y pagos por concepto de ingresar a la Iglesia mayoritaria en México. El equivalente a cambiarse de una compañía telefónica otra.

Si una persona católica quería desposarse con un evangélico, éste debía someterse a un curso prematrimonial (con costo); luego celebrar otros ritos (que también tienen costo) como el bautismo, la confirmación y finalmente la boda. El contrayente podría seguir practicando su religión, pero sin gozar de los “privilegios” que todo católico practicante tiene. En el caso inverso, un pastor evangélico generalmente los llamaría a una serie de pláticas donde tratará de convencerlos de “no unirse en yugo desigual”, como lo advierte un versículo bíblico que aplican típicamente en estos casos. Son pocos los ministros que “toleran” a parejas o matrimonios cuyos integrantes practiquen religiones diferentes.

Las creencias espirituales siguen siendo factor de desunión en México, a diferencia de otros países, sobre todo de Europa, en donde los mismos líderes evangélicos ven con toda normalidad las uniones diversas y sugieren como requisitos que ambos sean ciudadanos honestos, responsables y amorosos. Aquí esta intolerancia llega a extremos como en el caso de grupos de corte cristiano evangélico cuyo radicalismo pastoral se traduce en la expulsión de sus propios miembros cuando él, o ella, deciden comenzar una relación sentimental.

Como ejemplo está la Iglesia Mahanaim, de la “Red Palabra Miel”, cuya sede está en Guatemala bajo la dirección del llamado “apóstol” Gaspar Sapalú Alvarado. En México el líder de este movimiento es el pastor Arturo Cruz Ontiveros, uno de los pocos líderes cristianos que cuenta con un cuerpo de seguridad personal (guardaespaldas) y utiliza para su uso ministerial una camioneta con un valor aproximado de medio millón de pesos. Esta Iglesia tiene representantes y asociados en todos los Estados del país. Para ellos, el noviazgo no existe, ya que la simple implicación de esta palabra “genera entre los jóvenes el despertar de un apetito sexual que está prohibido por La Biblia”, según explica uno de sus pastores en redes sociales.

Bajo la amenaza de ser “evidenciados y sometidos a juicio” ante la congregación o expulsados por el pastor si es que se les descubre que se frecuentan con un propósito romántico, los jóvenes deben pedir un permiso especial -no a sus padres- al pastor, que es quien autorizará, después de una serie de pruebas, que la pareja pueda comenzar una relación prematrimonial. Ambos deben ser miembros de la misma Iglesia, asistir a las mismas actividades religiosas, creer que el “apóstol es la voz de Dios” y sujetarse a lo que su pastor indique a cada uno. Si alguno desobedece, serán llamados a comparecer ante la congregación por alguna de las “faltas” en que hayan incurrido, como tener una cuenta en las redes sociales. De lo cual estarán pendientes todos los feligreses de esa Iglesia.

El resultado de estas actitudes ha sido la deserción de jóvenes y parejas que creen que este comportamiento sectario llega al extremo de dar las riendas del hogar al pastor, quien puede incluso disponer de sus bienes materiales para los fines que considere necesarios. Incluyendo la manutención de la familia pastoral.

Otras Iglesias evangélicas menos radicales comienzan a ver que pueden ganar adeptos a través del convencimiento y la seducción romántico amorosa con este método donde uno de ellos cambia el amor de su pareja por su religión original.

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