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«El aborto vuelve a 1985, y no a 1865 porque les da vergüenza: los partidarios del retroceso no pierden ocasión»

El politólogo Ramón Cotarelo advierte de los riesgos y conflictos en las sociedades democráticas e insta a la izquierda a no “bajar la guardia” ante los movimientos involucionistas

Las sociedades liberales y democráticas en las que vivimos en Occidente no están exentas de conflictos, cambios y reformas, pero la manera de gestionarlos es una de las diferencias fundamentales respecto a las sociedades cerradas o autoritarias. Este es el punto de partida de ‘El sueño de la realidad. Los conflictos en la sociedad abierta’, el último libro de Ramón Cotarelo, catedrático de Teoría Política de la UNED y miembro del Consejo de Redacción del diario ‘Público’. El politólogo defiende el modelo -ya que además en la actualidad no hay alternativas- pero insta a la izquierda a estar atenta en este continuo tira y afloja de valores, como demuestra que nada más llegar al poder el PP haya vuelto atrás en campos como la justicia o el aborto. Los medios de comunicación y su envilecimiento y desequilibrio hacia la derecha constituyen otro de los riesgos latentes. En cuanto a movimientos como el 15-M, explica que sus reivindicaciones para mejorar el sistema democrático son precisamente buenas para su continuidad.

El punto de arranque del análisis del último libro de Cotarelo es el concepto Karl R. Popper de sociedades abiertas, en la tradición de la progresiva democratización y apertura de las relaciones frente a las sociedades cerradas, más autoritarias. A partir de ahí, aborda cómo se enfrentan a sus conflictos internos las sociedades occidentales, esencialmente abiertas, democráticas y liberales, donde rige el principio de libertad negativa –lo que no está prohibido está permitido- y cómo genera “anticuerpos” ante los excesos.

Pregunta- Hoy por hoy no hay alternativa a la democracia liberal…
Respuesta- La experiencia que esta sociedad ha tenido pasa por dos amargas constataciones. Por un lado no hay alternativas -esta es una sociedad políticamente liberal y económicamente capitalista- ya que el proyecto revolucionario de sustituir esta sociedad por otra ha desaparecido. La sociedad se ha hecho a la idea de que todo lo más que puede hacerse es transformarla y reformarla, pero no sustituirla por otra”.

– ¿Y la otra “amarga” conclusión?
La otra conclusión del siglo XX es que se decía que esta sociedad debía su bienestar a la explotación del resto del mundo, de las colonias por parte de las metrópolis y del Tercer Mundo cuando tras la emancipación. Se decía que el nivel de vida no venía dado por el liberalismo o el capitalismo sino por la explotación. Pero ese Tercer Mundo se ha rebelado, esta crisis en buena medida se puede interpretar como la amenaza de ese que ya no compra nuestros productos, sino que somos sus mercados [China, Corea del Sur, India, Brasil…] Existe el riesgo de reaccionar de forma equivocada [proteccionismo, autoritarismo].

– ¿Cómo gestiona sus tensiones la sociedad abierta?
En la sociedad abierta no hay un único criterio de verdad, sino pluralidad de verdades y valores, a veces antagónicos. Y no resolvemos los conflictos, los institucionalizamos, lo cual está muy bien porque podemos mantener nuestras ideas sin necesidad de abrirnos la cabeza. En el libro abordo tres formas distintas de arbitrar conflictos actuales: 15-M, Murdoch y Wikileaks.

– Empecemos por el 15-M…
La base fundamental del movimiento es cuestionar el funcionamiento de la democracia, el valor de las instituciones, su representatividad, y postular otra. Pero esa otra propuesta es de carácter deliberativo y asambleario, lo cual está perfectamente integrado en la sociedad abierta, sale de ahí, incluso cuestionar la institucionalización de la democracia le viene bien a esta porque así se reforma. La derecha presenta el 15-M como el apocalipsis, pero en realidad es gente que civilizadamente ocupa espacios públicos y llama la atención sobre problemas en los que casi todo el mundo está de acuerdo. Habrá más o menos tensión, pero hacen una crítica radical de la sociedad abierta que es perfectamente integrable en el sistema con reformas.

– El caso de Murdoch y el espionaje en sus medios sensacionalistas afecta a un aspecto esencial de la democracia como la salud de los medios de comunicación…
La sociedad abierta al ser deliberativa, comunicativa y participativa da una especial importancia a los medios de la comunicación, los nervios por los que circula la información. Su importancia depende de su prestigio, de su eficacia y de la consideración en la que estén en la sociedad. Si caen en el sensacionalismo, como hace la derecha en España, la información se envilece. Eso les da igual porque sirven a otros intereses, pero la sociedad reacciona, a los medios sí les interesa mantener su prestigio, la denuncia de las prácticas de Murdoch parte de otro diario de la competencia. Si la sociedad es abierta crea anticuerpos. Es otra forma pacífica de resolver conflictos.

– Pero se mantiene el riesgo del sesgo de los medios hacia la derecha…
Más que un sesgo es un predominio aplastante. Por cada medio de izquierdas hay siete de la derecha financiados por otros intereses ajenos a la rentabilidad, por lo que pueden ser ruinosos. Es una amenaza potencial, porque además está en los genes de la derecha las prácticas totalitarias y la censura.

– ¿Qué representa Wikileaks?
Una sociedad abierta teóricamente no tiene secretos de Estado, pero en la práctica sí, incluso se da la paradoja de que se protegen con leyes de secretos oficiales. Nuevos medios tecnológicos como Internet acaban con eso, se hablará entonces de traición y de peligro para la patria, pero desde el punto de vista de los intereses generales romper los secretos está bien, los ciudadanos pueden tomar decisiones con conocimiento de causa. Fenómenos como Wikileaks o Anonymus fuerzan una mayor apertura que va en interés de la sociedad abierta.

– Recuerdas en el libro que en las sociedades cerradas y totalitarias se priman los poderes que las sustentan, como la banca, la patronal o la Iglesia, pero eso también lo vemos en sociedades abiertas y democráticas…
Nada se está quieto, también en una sociedad abierta habrá gente que quiera un retroceso, por ejemplo el nuevo ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón vuelve a prácticas más autoritarias -la reforma del órgano del poder judicial se salta el Parlamento, ya en la oposición boicotearon la renovación del CGPJ y del TC, lo que quieren es dominar-. Sociedad es conflicto, la cuestión es cómo los resolvemos. También el aborto se retrotrae a 1985 y no vuelven a 1865 porque les da vergüenza. Es una lucha en la que no se puede bajar la guardia, porque los partidarios de volver a los tiempos pasados no pierden ocasión como se puede ver. La izquierda se duerme mucho en los laureles”.

– Ahora asistimos a otro conflicto como los recortes en servicios sociales, ¿la sociedad abierta es posible sin Estado de bienestar?
Es la misma cuestión que se planteaba antes sobre si la democracia es posible en estados pobres, y se encontraban ejemplos como Irlanda o la India [antes del desarrollo económico de ambos países] pero es una tremenda fuente de conflictos. Cuando la gente tiene voz lo que se hace es garantizar el bienestar. Van ligados, pero el Estado de bienestar es el producto de la sociedad abierta que va primero, hay una relación causa-efecto, es la sociedad abierta construye el Estado de bienestar.

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