11 de enero de 2015. Pongo TVE-La 2, sobre las 11. Deben estar echando un documental sobre el nacionalcatolicismo (aquel movimiento criminal bendecido por la Iglesia católica, que siguió a la guerra o cruzada fascista), pues veo una misa oficiada por un arzobispo con asistencia de autoridades del Ejército, Policía y Guardia civil, en la que miembros de estos cuerpos salen a pedir “ruega por nosotros” y en la que suena el himno nacional. No consigo ver a Franco entre tanto galón. Sorprendido por la duración de la insólita escena y la buena calidad de la imagen, descubro que ¡es una emisión en directo! El “Guide” me dice que se trata de la “Emisión de la Pascua Militar desde la Catedral Castrense”, y que el oficiante es el actual arzobispo castrense, ayudado por numerosos capellanes no menos castrenses. Los incrédulos pueden verla aquí: http://goo.gl/Xl7u9f.
Y es que cuesta creerse este espectáculo católicomilitar, en el que la cruz y la espada vuelven a confundirse, hoy día, en un Estado que la Constitución proclama aconfesional. Pero entonces recuerdo muchísimos actos similares: militares, policías y guardias civiles uniformados en procesiones, misas, romerías y ofrendas florales, a veces dando discursos piadosos en cofradías, celebrando sus patronos católicos, nombrando ‘vírgenes’ como capitanas generalas…
Quieren las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado que los ciudadanos los queramos, y exigen que los respetemos. Me abstengo de declarar nada sobre mi cariño, pero sí digo que actos como el que he visto hoy en la tele, con ese comportamiento público confesional (e incluso beato) de quienes tienen el deber de servir a todos los ciudadanos, sean cuales sean sus convicciones, no me parecen nada respetables, sino que me repugnan.
