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Educación para la Ciudadanía, una de las armas de la «mano negra» que pretende destruir España ¡El Arzobispado de Madrid lo ha descubierto!

El último número de Alfa y Omega, el semanario de Rouco Varela, es prácticamente un monográfico para arremeter contra Educación para la Ciudadanía (EpC). Para ello, no dudan en emplear argumentos como que la asignatura es un instrumento más (junto a la destrucción de la familia y de la Iglesia, la carrera de Estatutos de Autonomía, o el reconocimiento del terrorismo como interlocutor) de una "mano negra" que pretende destruir España. Un plan que, advierten, no es exclusivo de los socialistas, sino que se puso en marcha tras la muerte de Franco, cuando comenzó la “tiranía del consenso”.

 

Entre los diferentes artículos que el último número del semanario del arzobispado de Madrid dedica a EpC, destaca el firmado por su redactor jefe, Ricardo Benjumea, que empieza vinculando esta asignatura a un plan para acabar con España y acaba por concluir que todo el sistema democrático heredero de la Transición pretende ese mismo fin.


“España será católica o no será”
En Divide y vencerás. Por la senda Constitución, o no, hacia el secuestro de la nación, Benjumea señala que los cardenales Cañizares y Rouco ya lo advirtieron y les tacharon de catastrofistas, pero que “España será cristiana y católica” o no será. Así, tras afirmar que es el catolicismo el que da identidad a España, concluye que “destruir la nación española implica la necesidad de destruir a la Iglesia”.


Decadencia mundial, pero en España intencionada
Benjumea alerta de que el “desmoronamiento del orden tradicional” se traduce en “abortos, divorcios, consumo de drogas…” y que aunque algunas voces atribuyen la “decadencia” a una especie de fatal modernidad que conduce al generalizado estado de "relativismo moral" en todo el mundo desarrollado, tampoco se puede descartar en España la existencia de una "mano negra", de una “intencionalidad”.


Sólo para listos: la teoría de la mano negra
El redactor jefe de Alfa y Omega considera que los defensores de la teoría de la mano negra cuentan en su contra con la “complejidad intelectual” de los argumentos que ellos mismos manejan. Tras reivindicar pedantemente su pensamiento como complejo intelectualmente, pasa a enumerar las brillantes pruebas de que en España se trama algo.


Un presidente “excepcional”
En primer lugar, encuentra que, aunque otros líderes europeos también emprenden cambios, los de Zapatero se han distinguido porque “nunca antes en España se había empeñado un Gobierno en llevar a cabo tantas reformas y con tanta premura […] El sentido común nos dice que un Gobierno surgido de circunstancias tan excepcionales, como la conmoción provocada por 192 asesinatos, debería haber hecho de la prudencia su máxima de actuación. Pero ha sucedido justo lo contrario. Las prisas socialistas han facilitado el siempre arriesgado ejercicio de atar cabos”.


La tiranía del consenso
El articulista va más allá de poner en duda la legitimidad de Zapatero, y es que cuestiona todo el sistema democrático actual para avanzar en su tarea de desvelar la trama que amenaza a España. A partir de este punto, Benjumea abandona su propia voz para recitar el artículo La tiranía del consenso, de Dalmacio Negro, profesor de la CEU San Pablo.


La derecha, asustada ante el PSOE
Para Negro “el tan alabado consenso de la Transición es una abstracta dictadura de los partidos” que no ha sido más que “una conspiración permanente contra el consenso natural que constituye la nación histórica española (…) mediante la división de la nación en Autonomías semiestatales, el control de las instituciones, la ideología, la desintegración de la sociedad”. Se trata de una especie de totalitarismo democrático inclinado a la izquierda y en el que la derecha reconoce su inferioridad y, cuando gobierna, no se atreve “a desandar ni un solo paso” de los acometidos por los partidos progresistas.


La religión del consenso
Aquí es donde entra EpC. La izquierda, “en la plenitud de su poder, intenta imponer, como una suerte de religión civil, la religión laicista”. Los signos apuntan a que nos acercamos “al desenlace final: matrimonio homosexual (…), la carrera de los Estatutos nuevos, el reconocimiento del terrorismo como interlocutor (para incorporarlo al consenso). La puntilla sería la imposición del laicismo radical como la religión del consenso”.

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