Seis años recién cumplidos lleva al frente de los asuntos económicos de la diócesis el sacerdote Diego Moreno Barba (Jerez, 1959), que le ha tocado lidiar con la época más dura de la crisis y con un templo de Santiago —del que es párroco—, emblema de la ciudad, en ruina y cerrado al culto. Moreno, que no es economista, trabaja de la mano de un equipo de personas —abogados, arquitectos, trabajadores de banca…— que le ayudan en los quehaceres más importantes que llegan a sus manos, como los relacionados a las restauraciones de parroquias, muchas de ellas de indudable valor histórico y artístico.
La Diócesis de Asidonia-Jerez, que abarca, además de la propia Jerez, la costa Noroeste y la Sierra de Cádiz, tiene sus cuentas claras y las hace públicas anualmente. El pasado curso obtuvo un pequeño superávit al ingresar casi 5,5 millones de euros de ingresos y gastar 5,13.
¿Cuáles son las principales fuentes de financiación de la Diócesis?
Principalmente la aportación de los fieles, lo que se recibe de la famosa crucecita viene a ser un 25% de los ingresos. La mayor parte viene de los fieles y con eso nos vamos manejando e intentamos administrarlo de la mejor manera posible en todas las necesidades que tiene la Diócesis, como la sustentación del clero, que no se lleva la mayor parte ni mucho menos. Y luego está el tema de la caridad. Este año se han destinado a Cáritas más de 2,5 millones de euros.
Señala los ingresos tributarios como la principal fuente de financiación. ¿Piensa que ese es un privilegio que tiene la Iglesia Católica?
Yo no veo que sea un privilegio, porque eso no es solamente con la Iglesia. Hay otras instituciones que también se benefician de la crucecita, porque todo el mundo sabe que en la declaración hay dos casillas, una destinada a la Iglesia y otra a otros fines. El Estado a lo que se comprometió con la Iglesia es a colaborar en ese sentido, pero no hay aportación directa.
Pero imagino que lo ideal sería que la Iglesia fuera autosuficiente con la aportación de sus fieles.
Lo ideal sería que la financiaran todos los fieles, efectivamente. ¿Llegaremos a eso? Pretendemos que sean realmente los fieles los que sostengan su Iglesia, y de eso se trata en esta campaña que llevamos a cabo. Todas las que hacemos es para concienciar a los fieles del compromiso que tienen con la Iglesia, y ojalá sea así y no hubiera que poner ninguna crucecita, pero el sistema que se vio más viable fue ese, que al fin y al cabo no tiene repercusión en tu declaración. También hay que decir que no todos los que marcan la casilla de la Iglesia son católicos, sino gente que reconoce la labor que hace la Iglesia.
¿Cuánto cuesta mantener abierto Santiago?
Ahora mismo no es fácil calcularlo. Pero que los templos estén abiertos cuesta dinero. Nosotros tenemos un precio simbólico para entrar al templo, de un euro los jerezanos y de dos euros el resto, pero eso no da ni para mantener al personal que tienes que tener ahí, pero hacemos el esfuerzo, además, con el gasto de limpieza, de luz, de personal, de tasas, agua… Yo no me he puesto todavía a hacer los cálculos de ingresos y gastos, y habrá que ver si se puede seguir manteniendo el horario de 10 de la mañana a 7 de la tarde. Si no, habrá que reducirlo. Y si queremos que esté más tiempo abierto, necesitamos una ayuda, porque no nos dan ninguna. Y hacemos lo que podemos.
¿No ven alguna colaboración por parte del Ayuntamiento para reforzar ese potencial turístico?
Nosotros no tenemos ayuda de ningún organismo para esto. En su día se intentó con el Ayuntamiento un proyecto para que los templos más emblemáticos estuvieran abiertos las horas centrales del día, pero a la hora de la verdad se quedó estancado.
La Catedral también tiene una cuota para acceder a ella, pero ahí parece que va mejor la cosa, ¿o no?
En la Catedral se empezó con poquito y va funcionando. No es que se gane dinero, porque allí hay varias personas trabajando. Pero nosotros no pretendemos ganar, sino que de para mantenerse. Nosotros vamos dando pasos, pero no somos la administración. Tenemos ideas, como hacer un paquete para pagar una entrada y visitar Santiago, San Miguel y la Catedral. Generamos turismo y colaboramos para que en la ciudad haya otros atractivos. Porque si cerramos todos los templos…
¿Y la Cartuja? ¿No se está desaprovechando su potencial siendo uno de los principales referentes culturales de la provincia?
Lo que pasa con la Cartuja es que es un complejo concebido para una orden de clausura y hay que respetar la vida de las personas que habitan en el monasterio. Antes con los cartujos no se podía entrar, ahora en las horas de culto se puede entrar y asistir a ellos, y desde allí se ve parte de la iglesia, lo que no se pueden visitar son las zonas delimitadas para la clausura.
¿Qué obras tiene en marcha la Diócesis en estos momentos?
Tenemos la torre campanario de la Catedral, cuyas obras esperamos que duren unos seis meses, con un presupuesto de unos 320.000 euros. Para más adelante estará la casa del deán y otro proyecto dentro del templo, que se quedó parado en su día, para ampliar el tema expositivo. También están en marcha las obras en la Cartuja, del claustro del ala norte y una propuesta para actuar en la portada. Al ser propiedad del Estado, el 75 por ciento del presupuesto lo pone Fomento y el 25 por ciento restante, la Diócesis; San Mateo, con la sacristía; en Estella y La Barca las torres de las iglesias. En Grazalema también tenemos una iglesia que necesita arreglos, otras en Torremelgarejo, Torre Alháquime… Y hay una parroquia nueva, que siempre se queda un poco en el olvido, como es la del Rocío, que está a la espera de que se edifique.