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Dos arzobispos reconocen que el voto por el aborto en Irlanda demuestra la pérdida de influencia de la Iglesia

La jerarquía católica comienza a asumir que los irlandeses se han alejado de una Iglesia y una religión que formaban parte de su identidad

Después de que Irlanda decidiera en el referéndum del 25 de mayo legalizar el aborto, dos arzobispos irlandeses reconocieron el drástico paso atrás dado por la Iglesia católica en su influencia sobre la sociedad irlandesa.

Eamon Martin, arzobispo de Armagh y primado de Irlanda, dijo que la cultura de Irlanda ha cambiado y que la gente se ha alejado de la Iglesia.

Hablando a su congregación, el arzobispo de Dublín Diarmuid Martin dijo que los resultados eran una señal del papel marginal que tiene la Iglesia en la sociedad actual.

Mientras tanto, el papa Francisco se ha mantenido en silencio. En su discurso del domingo por la mañana en la plaza de San Pedro, no mencionó el referéndum irlandés. Su cuenta en Twitter tampoco ha publicado ninguna reacción al respecto y su portavoz no ha respondido a una petición de comentarios del periódico The Guardian.

Francisco viaja por primera vez a Irlanda dentro de tres meses. Su visita se verá ensombrecida por el rechazo del pueblo irlandés a las directrices de la Iglesia en un tema crítico.

El aplastante voto con por el que Irlanda legalizó el aborto el viernes marca el fin de la dominación de la república irlandesa por parte de la Iglesia católica.

Los últimos indicadores del debilitamiento de la autoridad moral de la Iglesia fueron la aprobación – hace tres años y también por referéndum– del matrimonio entre personas del mismo sexo; y la sucesión de escándalos que ha sufrido la Iglesia en las últimas décadas.

Celebraciones en Dublín por la victoria del 'sí'. Foto: EFE
Celebraciones en Dublín por la victoria del ‘sí’. Foto: EFE

El arzobispo de Armagh dijo estar “profundamente entristecido” por el resultado del referéndum. También, que el resultado “no había salido de la nada”. “Desde hace algunos años somos conscientes de que nos alejamos de nuestras congregaciones”, dijo a la emisora de radio RTÉ, añadiendo que había un “cambio de cultura”.

Ahora hay tres grandes grupos en Irlanda, dijo. Uno de ellos está formado por una minoría profundamente comprometida de feligreses, “el remanente”. En segundo lugar, dijo, un gran grupo de personas “nominal o culturalmente católicas, pero que se han alejado de la práctica habitual”. Y para terminar, el grupo de los que rechazan a la Iglesia “de forma muy consciente” y se enfrentan a sus enseñanzas.

El referéndum “ha confirmado que Irlanda se está ajustando al molde de la democracia liberal occidental”, dijo Martin, con relación a la aceptación social del aborto, de las relaciones homosexuales y del divorcio.

Sobre la visita del Papa en agosto, Martin dijo que Francisco estaba “muy al tanto de la forma en que Irlanda ha cambiado”. “Vendrá a Irlanda a escuchar”.

“Muchos leerán los resultados del referéndum del viernes como un signo de que la Iglesia católica en Irlanda es considerada hoy con indiferencia y jugando un papel marginal en la formación de la cultura irlandesa”, dijo el domingo ante una congregación en Maynooth.

Martin es considerado uno de los líderes eclesiásticos más pragmáticos del país. En una homilía durante la misa, dijo también que muchas personas ven que la Iglesia “falla de alguna manera en la compasión”.

La Iglesia debe renovar su compromiso de apoyo a la vida no solo con palabras, declaraciones y manifiestos, sino con hechos que reflejen el cuidado amoroso de Jesús por la vida humana en cualquier etapa, dijo. Esto incluye, según Martin, ayudar a las mujeres que deben tomar decisiones muy difíciles.

Estar a favor de la vida significa estar al lado de las personas con vidas amenazadas por la violencia y de las personas que no pueden vivir plenamente por las privaciones económicas, la falta de una vivienda y la marginación, dijo.

“Pro-vida significa redescubrir en la raíz de todas nuestras vidas un amor especial por los pobres. Esa es la marca de los seguidores de Jesús”.

Un cambio de valores en Irlanda

Tanto el referéndum sobre el aborto como el de 2015 sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo hablan de un profundo cambio en los valores de Irlanda, un país que era considerado conservador y gobernado desde los púlpitos de las iglesias.

Pero los descubrimientos de los últimos años sobre el abuso sexual contra niños cometido por sacerdotes y encubierto por obispos, así como el espantoso trato sufrido por mujeres vulnerables en las  lavanderías de la Magdalena (controladas por monjas), han dañado seriamente el poder y la autoridad moral de la Iglesia.

No es casual que los líderes de la Iglesia se hayan quedado en un segundo plano en el referéndum sobre el aborto. Las exhortaciones de sacerdotes célibes en torno a una cuestión relacionada con la autonomía de las mujeres sobre sus propios cuerpos podía haber resultado contraproducente. Así lo ilustra el canto con que un grupo de mujeres jóvenes recibió el sábado los resultados del referéndum frente al Castillo de Dublín. “Sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios”, cantaban.

El referéndum también puso fin a otro mito. Hasta que se celebró, la creencia generalizada era que la Iglesia había perdido influencia en las cada vez más diversas y tolerantes ciudades irlandesas pero seguía prevaleciendo en las zonas rurales y entre los habitantes de mayor edad.

Sin embargo, de acuerdo con sondeos a pie de urna, el 63% de los habitantes de las zonas rurales votó a favor de revocar la octava enmienda (que prohibía el aborto). En todos los grupos de edad menos uno, el porcentaje de votantes partidarios del aborto fue superior. Solo en el grupo de mayores de 65 años ganó la prohibición, pero incluso en este colectivo, un significativo 41% apoyó que se derogara la octava enmienda.

Michael Nugent, de la organización Irlanda Atea, dijo que el referéndum era “la caída de un Muro de Berlín católico que ha mantenido a un pluralista pueblo irlandés atrapado en las leyes de una Constitución católica irlandesa””.

“Este referéndum cambia todo lo referido a la separación de Iglesia y Estado en Irlanda”, dijo. También, que ahora había que trabajar por “los derechos a la libertad de expresión sin leyes de blasfemia, y por las escuelas seculares financiadas por un Estado que no discrimine por motivos de religión”.

Gladys Ganiel, autora del libro Transforming Post-Catholic Ireland, dijo que el resultado no era un golpe mortal para la Iglesia católica sino otra manifestación de una tendencia en contra de la enseñanza católica. Los líderes de la Iglesia tal vez hayan entendido “que han perdido la batalla y que no van a cambiar los corazones y las mentes de las personas con declaraciones públicas en las que condenen el resultado”, dijo.

“Hemos asistido a una desilusión generalizada con la Iglesia institucional; y ahora tal vez podamos ver la liberalización del catolicismo irlandés, algo que sería saludable”, dijo también.

El padre Joe McDonald, sacerdote católico de la iglesia de San Mateo en Ballyfermot (cerca de Dublín) y autor del libro  Why The Irish Church Deserves To Die (Por qué la Iglesia irlandesa merece morir), había predicho el resultado a favor del aborto. “Esa discusión se perdió hace mucho tiempo”, dijo este año. “La Iglesia (irlandesa) ha perdido completamente su voz moral como resultado de sucesivos escándalos. Creo que las señales de su muerte están por todos lados”.

Traducido por Francisco de Zárate

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