Asóciate
Participa

¿Quieres participar?

Estas son algunas maneras para colaborar con el movimiento laicista:

  1. Difundiendo nuestras campañas.
  2. Asociándote a Europa Laica.
  3. Compartiendo contenido relevante.
  4. Formando parte de la red de observadores.
  5. Colaborando económicamente.

“Donde la Iglesia crea y transforma es en las élites, no entre los pobres”

El periodista Ángel Munárriz radiografía el negocio de la institución en ‘Iglesia S.A. Dinero y poder de la multinacional vaticana en España (Akal)’.

“La Iglesia es una institución terrenal que se ocupa de asuntos divinos, o al revés. Predica la pobreza, pero ostenta un ingente patrimonio. Nos declara a todos hermanos, pero acumula privilegios. Se dice poseedora de la verdad, pero incurre en la ocultación, o usa el envoltorio de las palabras equívocas. O manipula. Quizás incluso miente”. Con este párrafo de fondo, el periodista Ángel Munárriz realiza una radiografía de las interioridades de la Iglesia católica –a las que ya viene pasando revista en su trabajo diario en Infolibre–, en Iglesia S.A. Dinero y poder de la multinacional vaticana en España (Akal, 2019), un ensayo preciso, certero y fácil de entender incluso para quienes no se han propuesto entender nunca –o no han querido– por qué una institución opaca, que vive del Estado con la herencia del franquismo, mantiene su poder. La educación, la escuela, las aulas –sostiene el autor– constituyen el principal antídoto a la secularización a la que se enfrenta en estos tiempos. “La derogación de la Lomce era, a mi juicio, el gran desafío de este gobierno. Y no lo ha superado”, explica en esta entrevista.

El tinglado. Es el título del primer capítulo del libro. Una palabra muy gráfica, que todo el mundo entiende. ¿Por qué permite un Estado democrático la falta de transparencia, el ocultamiento, los privilegios y las mentiras de la Iglesia católica que usted describe?

El tinglado viene de una inercia de siglos. La democracia no lo ha desmontado del todo. Los gobiernos del PSOE, de inspiración republicana aunque muy pragmáticos, creyeron que el avance imparable de la secularización debilitaría a la Iglesia y acabaría emancipando totalmente a la política de su influjo. Se ha demostrado que, ante el debilitamiento del púlpito, la Iglesia se ha aferrado más que nunca al Estado. Estado e Iglesia ya no son todo uno, pero tampoco se ha logrado trazar una línea nítida en espacios como la educación, la representación simbólica y el dinero. La Iglesia sigue siendo una institución que corre en buena medida a cargo del Estado, entre otras cosas porque el católico español ha sido siempre poco generoso económicamente con su Iglesia. El privilegiado trato que recibe la Iglesia del Estado no apareja unas mínimas obligaciones de transparencia, se le permite a la institución basar algunas de sus más poderosas campañas de captación de recursos en falsedades. Es obvio que el Estado no se atreve a enfrentarse a los privilegios de la Iglesia.

Habla en el libro, en esa línea, de un ilimitado favoritismo hasta el momento, tanto con un gobierno del PP como con un gobierno del PSOE. ¿Ha cambiado algo en estos meses de gobierno de Pedro Sánchez?

El gobierno de Pedro Sánchez termina sin haber cumplido ni uno solo de sus propósitos sobre educación, fiscalidad-financiación, inmatriculaciones, exhumación de Franco, plazos de prescripción de abusos a menores… Si ves el programa del PSOE, el de la candidatura de Sánchez en las primarias del PSOE, las resoluciones del 37º Congreso, las declaraciones de Carmen Calvo tras su visita al Vaticano, se diría que estamos ante un gobierno decididamente laicista. En cambio, no actúa.

¿Por qué?

Son muchos factores, entre ellos su debilidad parlamentaria. Pedro Sánchez invoca una PNL aprobada cuando gobernaba el PP que le obligaba a exhumar los restos de Franco para hacerlo. Bien, hay otra, también apoyada por el PSOE y aprobada cuando gobernaba Rajoy, que lo obliga a denunciar los acuerdos del 76-79. Sé que no es realista plantear esta denuncia con 84 diputados, lo digo para ilustrar que Sánchez lo ha apostado todo a la exhumación de Franco, olvidándose (en este terreno) de su programa y sus promesas. Queda la impresión, muy subjetiva, de que el resto de fichas que ha movido eran ademanes amenazantes para lograr ese objetivo, para lograr que la Iglesia aflojase en la exhumación de Franco. En cuanto al fracaso en la reforma educativa, que iba a suprimir el criterio de “demanda social” (y ahí sí le duele a la Iglesia), simplemente no ha tenido fuerza para hacerlo. Dicho esto, es indudable el aliento de modernidad laica de su gobierno, desde su composición hasta su toma de posesión. Se necesita más fuerza parlamentaria para plantar cara a la jerarquía católica. Pero está claro que la Iglesia sigue siendo un rival temible en el combate político y social. También pesa la fuerza de la Iglesia en el marco legal y en los tribunales.

El Constitucional, por ejemplo, ha validado no solo la segregación por sexos en los colegios, sino que ha dicho que la tiene que financiar el Estado, como dice la denominada ley Wert. Cuenta que el ponente de la sentencia, Alfredo Montoya, es profesor emérito, entre otras universidades, de la San Pablo CEU, dependiente de la Asociación Católica de Propagandistas, y de la mexicana Anáhuac, de los Legionarios de Cristo. Y que uno de los firmantes de la sentencia, Andrés Ollero, es miembro de la Obra y diputado del PP durante cinco legislaturas. ¿Se podría haber apartado a estos jueces de esta deliberación?

Creo que, si había motivos para apartar a Pérez Tremps de la sentencia del Estatut, aquí también se podía abrir el debate. No obstante, es delicado que por su adscripción religiosa se pueda apartar a un juez de una deliberación. Aunque aquí hay algo más que adscripción religiosa, hay militancia. Es un terreno minado.

Y sin embargo, en la educación, la Iglesia juega un papel crucial.

Crucial, es la palabra. Determinan todo el modelo. Y si tocas ahí, muerden la Iglesia y todos sus aliados. La derogación de la Lomce era, a mi juicio, el gran desafío de este gobierno. Y no lo ha superado.

Con lo cual, el Estado sigue permitiendo mensajes contrarios a la igualdad en la escuela, en contra de las propias leyes de igualdad…

Es obvio que la Iglesia, con instituciones tan claramente sexistas como el Opus, para nada rema en la dirección de la igualdad plena entre hombres y mujeres. Y en cambio se le entrega un bocado enorme de la tarta educativa.

También está muy presente, y así lo recoge el libro, en la formación de empresarios del IBEX y periodistas.

Como bien explicó La Marea en un número excelente sobre el asunto. La Iglesia siempre está donde hay que estar. Cerquita de los líderes y del dinero. Eso sin negar su tarea caritativa. Pero es una tarea de nula incidencia transformadora, meramente paliativa. Donde la Iglesia sí crea y transforma es en las élites, no entre los pobres. Es esa idea del Opus que escribió Escrivá: “No mover a nadie de su sitio”. La Iglesia es la institución contrarreformista por antonomasia.

¿Qué opina de su política de comunicación?

A los jerarcas les obsesiona lo que se diga de ellos. Pero a su vez han asumido que tienen que encajar críticas. Han mejorado mucho su aparato de comunicación. Tratan con respecto al discrepante y emiten sin cesar a través de sus múltiples medios amigos.

¿Cuál es la mentira más gorda que ha dicho la Iglesia?

Diría que toda la campaña para recabar dinero del IRPF se basa en una falsedad: y es que el modelo le permite financiarse con el dinero de sus fieles. Sencillamente eso no es verdad. Todos, desde el primer católico hasta el último ateo, pagamos la cuenta de la Iglesia.

Pero no sabemos cuál es esa cuenta ni qué hacen con nuestro dinero. Por ejemplo, un impuesto municipal: el IBI. ¿Ha encontrado más resistencia en la Administración pública a dar los datos que en las propias diócesis?

Las administraciones locales están obligadas por la ley de transparencia a facilitar información. Como sabes, muchas veces la presentan de forma casi ininteligible. Pero en las diócesis es aún peor. Aquí la mayoría de lo que se sabe es por el empeño de unos pocos alcaldes (merece comentario el de Valencia) y de Europa Laica. Lo que ya ha quedado al descubierto, más allá de que no sepamos exactamente cuántos bienes exentos hay y por qué cuantía, es que la Iglesia hace negocio en inmuebles exentos sin ningún fin religioso, social, cultural ni caritativo. Eso es contrario al principio de libre mercado, clave en la construcción político-económica europea. Creo que ese privilegio tiene los días contados, pero su fin no llegará de la política española, sino de la justicia europea.

Tuvieron hasta su propia caja, con Fray langostino al frente…

Y se comportaron como un banquero más en la fiesta del todo vale. Cajasur fue ejemplo claro de despilfarro y falta de cautela. Eso sí, hay que decir que la Iglesia ha ido corrigiendo sus hábitos económicos, creo que sobre todo a raíz de Gescartera y de la crisis económica. Actualmente el uso de SICAV o ha desaparecido o está reducido al mínimo, al menos hasta donde yo he comprobado.

La Iglesia pasó de la dictadura a la democracia sin pedir perdón, sin pagar ni una sola factura. ¿Hubiera sido posible otra articulación del Estado en la Constitución del 78, distinta a la aconfesionalidad?

El 78 fue un monumento a lo posible, no a lo óptimo. Para nadie, tampoco para la Iglesia. El resultado constitucional con respecto a la Iglesia es aceptable. Lo inaceptable es que en 40 años se haya ido dando una lectura cada vez más sesgada al texto, hasta el punto de que el Tribunal Constitucional ponga negro sobre blanco que todos los españoles tenemos que pagar la educación segregadora del Opus Dei. Hay demasiado aroma a incienso en la judicatura.

¿Qué opinión le merece que Queipo de Llano siga en la basílica de la Macarena?

En principio es obscena, claro. Pero luego hay que escuchar opiniones como la de Cecilio Gordillo, que viene a decir (no es literal, sino mi interpretación): “Oiga, eso es un problema de la hermandad, no de la sociedad. ¿Quieren tener ahí a un criminal de guerra? Con su pan se lo coman. No es un lugar público. Allá cada cual con su necrofilia”. Es un contrapunto interesante a la idea mayoritaria en la izquierda, ¿verdad? En principio me inclino a pensar que los restos, como los de Franco, deberían ser entregados a sus herederos, para que los enterraran privadamente, en un lugar sin significación religiosa. Pero no me obsesiona el tema.

¿Qué le parecería poner como condición la condena al franquismo para poder ser beneficiario de subvenciones públicas?

No soy partidario de ese tipo de requisitos. Se sabe dónde empieza a ponerse, pero no dónde se acaba. Si la Iglesia no condena el franquismo, ¿va a dejar el Estado de –digamos– contribuir a la restauración de la Catedral de Sevilla? Más bien pongo el énfasis en una clarificación de la relación económica, en la introducción de obligaciones reales de transparencia, en la supresión del actual modelo de IRPF para que el que marque la equis ponga más y no haga que yo ponga sin desearlo, como en Alemania… Y sobre todo, y ahí está casi toda su influencia social y su dinero, en frenar el disparatado avance de la educación concertada católica a costa del deterioro de la pública.

¿Se puede afirmar que la Iglesia es la institución que más poder tiene en este país? 

Creo que la política, la banca, la gran empresa, el periodismo y la judicatura son instituciones más poderosas. ¡Pero es que la Iglesia tiene muy buena presencia en todas ellas…! Es “la maroma” que decía Escrivá de Balaguer. Un hilo y otro hilo y otro. La Iglesia es agua, no roca. Se cuela en todas partes. Es una de sus ventajas: es difícil de mirar de frente para medirla. Para entenderla no hay que mirar el tronco del árbol, sino las raíces. El poder de la Iglesia no está tanto en tal o cual diócesis sino en la posición que alcanza en todas partes a través de sus hombres.

¿Cuál es el mayor problema al que se enfrenta la Iglesia?

La secularización. La gente cada vez se la cree menos. Su producto, la salvación, cotiza a la baja en el mercado occidental del deseo. Eso sí, los que se la creen –a menudo con la complacencia de los indiferentes– parecen cada vez más convencidos de imponer a todos su visión del mundo. España es un país cada vez más secularizado donde no es nada descartable que en un par de meses tengamos como presidente a un joven con un punto de vista sobre el aborto de inspiración religiosa superado en Europa desde hace décadas. Las religiones están optando por intentar fortalecerse invocando valores ultraconservadores vinculados a pasiones nacionalistas. El reverdecer de la religión del que hablan ahora los sociólogos es político, no religioso, desde mi punto de vista. Mira Bolsonaro, mira Vox. ¿Se quiere subir el episcopado español a ese carro reaccionario y divisivo? Un sector significativo, no creo que mayoritario, sí. El papa Francisco no. Ojalá ese hombre pudiera hacer la mitad de lo que desea.

En resumen, ¿cuál es la principal conclusión del libro? 

La Iglesia siempre se las apaña. Si el laicismo no sale de la izquierda y cala en el centro o incluso en la derecha, va a seguir teniendo las de ganar. Sin un centro-derecha liberal laico es muy difícil apartar a la Iglesia del Estado. Y me gustaría subrayar: el problema no es tanto cuánto dinero se va, como para qué. El negocio de la Iglesia a costa del Estado, sobre todo en el campo educativo, se basa en la promoción de un modelo contrario a los principios de igualdad.

¿Cree que su libro puede convencer a algún católico de ello a pesar de ser, como indica, un texto sobre los hombres, no sobre Dios?

En eso confío. No quiero que el libro se arrincone entre los convencidos, en los que ya saben o creen saber de antemano que la Iglesia goza de privilegios injustificables. Me gustaría que se abriera a los dudosos, a los tibios.

Total
0
Shares
Artículos relacionados
Total
0
Share