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¿Dónde colocar las mezquitas?

La de Granada está en el barrio del Albaicín y sale en las guías turísticas, en Cornellà tienen prevista otra dentro del casco urbano, pero en Reus cedieron hace años un solar en una zona industrial para levantar un templo que hoy sólo es una nave prefabricada.

 Mientras, en Córdoba, funciona desde hace muchos años un pequeño oratorio bautizado como El Morabito y la comunidad mahometana local reclama que se le permita orar en una catedral que antes fue mezquita durante siglos. Son algunas de las soluciones que se han adoptado en España para un debate que en Lleida sigue abierto.

En la capital del Segrià la ubicación futura de la mezquita se supo el año pasado después de que la Paeria cediese a la comunidad islámica de la de la calle del Nord un solar en el polígono El Segre con la idea de cerrar un debate de años. Hoy, un año después y sin que los planos del templo se conozcan, la controversia sigue y la oposición municipal y algunos empresarios del polígono se opone a la instalación del templo en el área.

En Reus, hace 4 años, se adoptó una solución similar y los musulmanes oran hoy en un polígono pero no en una mezquita, sino en un módulo prefabricado en el que caben 200 fieles. Se trasladaron allí después de que el Ayuntamiento clausurase el oratorio que tenían en el casco urbano y les cediera un solar industrial a cambio del compromiso de levantar una mezquita nueva. El remedio, cuenta un portavoz de la comunidad islámica, “ha sido peor que la enfermedad, porque no hemos encontrado los fondos para el templo”. En otras ciudades como Cornellà de Llobregat o Sevilla se han realizado cesiones similares. Sobre el primer caso, Emilia Briones, concejala de inmigración de Cornellà, sólo cuenta que estará en el casco urbano. “No quiero hablar de las fechas ni de ubicación, porque el tema es sensible”, señaló a este diario. En Sevilla, otra entidad, la Comunidad Islámica de España, pretende también levantar un templo en terrenos de la Isla de la Cartuja, pero todavía no hay fechas después de cinco años de conversaciones con el consistorio. La misma agrupación regenta otra mezquita en Granada, que tardó casi una década en levantarse “Teníamos los fondos y el solar desde principios de los noventa, pero hasta el 2003 no pudimos inaugurar por culpa de algunos vecinos. Hoy la mezquita, que está en el barrio del Albaicín, sale en las guías turísticas de la ciudad”, cuenta el imán del templo.

Otro caso que confirma que el pasado islámico de una ciudad no garantiza la ausencia de conflictos es el de Córdoba, donde los musulmanes pretenden utilizar para sus oficios la Catedral de Santa María, que fue mezquita hasta la conquista castellana de la ciudad en 1236. En diciembre de 2006, la Junta Islámica de España solicitó la conversión de la catedral en templo ecuménico al Papa Benedicto XVI, pero el Obispado no lo permite. “Generaría confusión en los fieles”, señaló la diócesis hace un año. En Córdoba funciona desde hace décadas un templo musulmán, la mezquita Al-Morabito, situada en los céntricos jardines de Colón. El templo fue objeto a finales de 2006 de pintadas por parte de grupos neofascistas.

El dilema queda pues servido porque, si algo confirman todos estos casos es que la instalación o el simple proyecto de construcción de una mezquita genera opiniones encontradas. La respuesta al dilema se tiene clara al menos el Centre de Gobernança en el Risc, un centro de investigación dependiente de la Universidad Autónoma de Barcelona en el que se estudia cómo deben afrontar entidades y administraciones situaciones de potencial riesgo social: “El conflicto en estos casos es resultado de una gestión ineficiente de la diversidad y de la inexistencia de estrategias que eviten la exclusión. Si una mezquita se puede instalar en un polígono industrial, también debería poder colocarse una industria peligrosa junto a una catedral aunque todos estemos de acuerdo en que eso no es lo más racional”, apunta Ramon Moles director del centro. En Lleida, según ha decidido el equipo de gobierno municipal, la mezquita se construirá en el polígono.

“Sacar las mezquitas de los cascos urbanos es un error mayúsculo”

Abdulhasib Castiñeira (1955) es gallego, se convirtió al Islam de adulto, dirige desde la Mezquita de Granada y cree que en España todavía hay demasiadas reservas con los templos islámicos: “La apertura de fronteras físicas y mentales es imparable y este país ya no es la nación blanca y cristiana que fue, pero muchos no lo entienden”. El caso de Granada, señala, “ejemplifica” la problemática que rodea a estos templos: “teníamos fondos y terrenos, pero tardamos 10 años en abrir porque siempre aparecía gente diciendo que una mezquita traería problemas sociales y económicos. La historia de que las mezquitas devalúan los pisos cercanos se ha oído tanto como la que explica que todos los musulmanes somos salafistas. A nadie se le ocurriría decir que todos los cristianos son del Opus o todos los judíos son sionistas”. Para él, la decisión tomada en Lleida, es errónea: “Una mezquita en una zona industrial es un error mayúsculo porque equivale a decir a los musulmanes que su fe no cabe en el casco urbano. No me vale que el imán de la ciudad lo apruebe, porque seguramente no tenía más opciones”. Abdelwahab Houzi, que se define como salafista y es el imán del oratorio la calle del Nord, repite que la opción del polígono es la mejor.

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