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Debe insistirse en la laicidad como un requisito democrático básico

Debe insistirse en la laicidad, defendiendo enérgicamente la separación del Estado de la Iglesia como un requisito democrático básico.

La idea del Arzobispo Cargnello de presentar un proyecto de educación sexual para la provincia de Salta “desde un punto de vista católico” es antipluralista, parcial y antidemocrática. Puede reconocerse en esta idea un agónico intento de evitar perder el control hegemónico sobre la sexualidad y la negativa a ceder en su defensa de una moral sexual única.
Una forma de ejercer el poder es excluir temas de la agenda pública. Sabido es que, por influencia de la Iglesia, se evitaba la inclusión de la educación sexual en las escuelas, manteniendo a la Provincia de Salta fuera de la legislación nacional.

Esta misma práctica pudo verificarse en temas tales como métodos anti-conceptivos, la activa participación en contra de la legitimación de las parejas del mismo sexo y la despenalización del aborto.

Una vez reconocida por el Gobernador Urtubey la necesidad de incorporar la educación sexual en las escuelas- no sin presiones mediáticas y de activismo judicial-, la jerarquía eclesiástica se apura en mantener su hegemonía en las construcciones vigentes sobre sexualidad.
 
Pero esta-lamentable- idea de Cargnello no resiste el menor análisis desde el filtro republicano y democrático. Veamos unos ejemplos: La Iglesia se opone sistemáticamente a las campañas de prevención del VIH basadas en el uso de preservativos, se opone también a la educación sexual utilizando como excusa la patria potestad; asocia la sexualidad exclusivamente con la procreación considerando lo demás como pecado o antinatural.
 
También niegan las excepciones a la penalización del aborto reconocidas en nuestro país y legitiman la objeción de conciencia como una forma de debilitar la efectiva vigencia de los derechos, ya que llaman a que los fieles no realicen ningún procedimiento médico que se oponga a los principios religiosos.

La Iglesia Católica y los sectores que se identifican con ella, se movilizan por defender una concepción de la sexualidad fuertemente unida a la reproducción , desconociendo la amplitud de los derechos sexuales y reproductivos y señalando a estos derechos como una amenaza directa a su forma de definir la familia exclusivamente desde la cosmovisión de la dogmática católica.

En una provincia en la que en menos de un mes se registraron las tragedias de dos muertes por aborto clandestino, en la que no existen políticas públicas ni de campañas de difusión sobre derechos sexuales y reproductivos, la intromisión de la Iglesia en la educación sexual en las escuelas constituye una irresponsabilidad dolosa. Es por ello que debe insistirse en la laicidad, defendiendo enérgicamente la separación del Estado de la Iglesia como un requisito democrático básico.

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