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De pronto soy el Mal

Sabíamos que teníamos que convivir con el Mal, así, escrito en mayúsculas. El Mal no existe por sí mismo. El Mal necesita de la voluntad de manifestarse. Y para manifestarse nada mejor que el ser humano. Los animales no son los portadores del Mal. Ni siquiera la Providencia. Los males que nos llegan de la naturaleza son, en el peor de los casos, simples distracciones de Dios.

 El Mal se encarna en los hombres y se extiende por la Tierra.
Un obispo, monseñor Cañizares, ha vuelto a expresar el origen del Mal. El Mal está en el Gobierno. Y, como le corresponde a cualquier pastor de la Iglesia, hay que combatirlo. No voy a pecar de vanidad creyendo que soy el portador del Bien. Tanto monseñor como yo, como usted, lector, debemos haber sido en algún momento portadores del Mal. Y este Gobierno, y el anterior y el anterior del anterior. A veces el acto de mandar lleva a extralimitarse en el combate del Mal. Quemar a los herejes, declarar que una guerra civil es una Santa Cruzada, fusilar a los curas por el mero hecho de serlo, sostener el palio sobre los dictadores. Todo eso son manifestaciones litúrgicas del Mal en nombre del combate contra el Mal. Pura paradoja que monseñor Cañizares y sus huestes no quieren entender. Porque están convencidos que suya es la verdad y el error está en la Humanidad.

El Mal ahora es una asignatura llamada Educación para la Ciudadanía. En el fondo estamos ante una lucha por el mercado. Todavía consideran que la palabra educación es patrimonio de la Iglesia y cualquier advenedizo como puede ser un gobierno laico es competencia desleal. Ningún gobierno sabe a ciencia cierta lo que es el Bien. Simplemente proporciona a su gente los elementos para que sean libres de escoger. Pero el Mal, ¡ah, el Mal!, ese sí que tiene sus detectores. El Mal es todo aquello que algunos monseñores deciden que es malo. En ese debate no hay mucho pensamiento. La sociedad laica deja hacer. La jerarquía de ciertos monseñores necesita inventar cada día un nuevo diablo. Antes se quemaban libros. Hoy, a los demócratas, se nos considera simplemente agentes del Mal. ¿Cómo voy a vivir de ahora en adelante con esta responsabilidad? Creía hacer el bien y soy hermano de Satanás.

Un mundo extraño
El ministro Rubalcaba y las autoridades francesas han llegado a la conclusión que los tipos que se han llevado unas mochilas y 40 kilos de pastillas para encender barbacoas eran de ETA. Eso sucedió en Bischoffsheim, cerca de Estrasburgo. Los asaltantes hablaban en español y nadie se va de barbacoa sin fuego ni mochilas. ¿ETA, dicen? podría ser. La locura es fronteriza con la ineptitud. Dicen que esas pastillas podrían utilizarse para un atentado aéreo. De pronto recuerdo que en mi casa tengo almacenado un kilito de pastillas para encender el hogar. Se venden en los supermercados, como las mochilas. Pero a partir de ahora ya me veo encendiendo la chimenea frotando piedras. Un encendedor sirve para un pitillo o para un incendio forestal. Un atraco de pastillas de barbacoa sirve para alimentar la paranoia y para que regresemos a la carne cruda. Ya me lo contarán.

Calma
A veces se da más importancia a un sabio de estrellas que a un sabio de flores. Entre el astrónomo y el jardinero hay la misma serenidad ante el infinito.

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