La Consejería de Cultura aportará 25.000 euros para la restauración de la iglesia
La Consejería de Educación y Cultura y la Diócesis riojana han acordado financiar la rehabilitación de la parroquia de San Martín de Nieva de Cameros, un templo de principios del siglo XVI catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC) que lleva ocho meses cerrado al culto tras el desplome de parte de la cornisa interior que rodea al monumento.
Según pudo saber Diario LA RIOJA, el pacto explicita que la Consejería contribuirá con 25.000 euros y la Diócesis aportará 15.000 para retirar el resto de cenefa y así eliminar el riesgo de que nuevas partes se desprendan. También se procederá a revocar los huecos que queden y reparar los daños que sufrió el templo.
Arquitectos de la Diócesis visitaron el pasado jueves esta magnífica iglesia con gran valor monumental y que custodia una notable colección de obras de arte, lo que le ha valido su consideración de bien protegido. Tomaron los datos para redactar el proyecto de rehabilitación que se presentará a la Comisión de Patrimonio que el departamento del Gobierno regional prevé celebrar este mes.
Una vez que Patrimonio dé el visto bueno a este plan de adecuación, la Diócesis se encargará de contratar las obras. Las mismas fuentes indicaron que los trabajos no se dilatarán en exceso en el tiempo y que, por lo tanto, el templo podrá volver a abrir sus puertas «rápido» a los feligreses.
Por lo pronto, el primer síntoma de que, después de más de medio año, existe una clara intención de rehabilitar la pieza más sobresaliente del patrimonio local es que hace unos días se retiró el escombro con los trozos de escayola que cayeron a mediados de junio y que continuaban sobre la tarima desde esa fecha.
«Estamos muy contentos», aseguraba ayer ante los avances Pilar Nobajas, miembro del consejo parroquial y la primera persona que se topó en junio con el desaguisado. A Pilar no se le va de la cabeza aquel día en que subió a la iglesia para coger unas velas para preparar la ermita de San Pelayo para la misa por esta festividad.
Al abrir la puerta de la parroquia, una densa polvareda le cegó los ojos y, tras cerrarla y volverla a abrir, se encontró con que parte de la cornisa interior se había desprendido, rompiendo zonas de la tarima, algunos bancos y la escalera que conduce al coro. La Diócesis aseguró entonces que la causa del desplome radicaba en que los puntales de madera que sujetan la cenefa a la pared estaban afectados por termitas.
Ante el riesgo de que otras secciones de la cornisa estuvieran igualmente infestadas y se vinieran abajo, el templo quedó cerrado al culto; las ceremonias religiosas tuvieron lugar en verano en el pórtico y, desde octubre, se llevan a cabo en el local de la asociación de jubilados.
En este tiempo, los neveros han mostrado su preocupación porque, en un municipio con población muy envejecida, hubiera algún fallecimiento y la sala de los jubilados se quedase pequeña para celebrar el funeral. «Diez días antes de caerse la cornisa hubo un entierro y la iglesia estaba llena de gente», recordaba Pilar.
La espera se les ha hecho larga, pero confían en que pronto se ponga fin al peligro. «A lo mejor la cornisa no se cae en la vida, pero ¿y si se cae? Nadie había pensado antes que esto podía pasar», decía ayer sabiamente José Fernández. La parroquia permanecerá sin cenefa hasta que se acometa una segunda fase de la actuación, que prevé situar de nuevo un ornamento de estas características. Esta segunda fase no tiene aún fecha, pero se estima que haría disparar el presupuesto de la rehabilitación hasta los 100.000 euros.
euros es el presupuesto de la primera fase de la intervención, que se centrará en la retirada de toda la cornisa interior y en la reparación de los daños. De esta cifra, la Consejería de Educación y Cultura aportará 25.000 euros y la Diócesis contribuirá con los 15.000 euros restantes.
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