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Cuestiones a debate sobre el nacionalcatolicismo y el Vaticano · por Juan Viera Benítez

​Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

1.- Los comportamientos la Iglesia Católica la muestran como una institución reaccionaria que en la historia española ha estado del lado de las clases dominantes, con un poder económico e ideológico y una profunda influencia en los procesos de carácter político, social y cultural que se vienen dando desde hace siglos en el territorio del estado español.  En general, los dirigentes eclesiásticos casi siempre estuvieron compartiendo mesa con el poder. La Iglesia de Roma es una de las instituciones más siniestras de la historia de la humanidad, con unas estructuras socioeconómicas poderosísimas y con intereses materiales que superan cuestiones ideológicas y morales. Es un poder fáctico moderno con un enorme poder corporativo y simbólico y siempre al servicio del orden establecido. Ahora, el Estado Español, definido por su Constitución como aconfesional, y sus representantes políticos expresan sus condolencias y celebran todo un conjunto de actos en honor del papa fallecido, presentándolo como un símbolo de la defensa de los pobres del mundo, pero sin denunciar que el Vaticano es un estado teocrático, reaccionario y contrario a la lucha de trabajadores y pueblos.

2.- El nombramiento de Francisco I alumbró enormes esperanzas de que las políticas vaticanistas podían cambiar, se podían resolver problemas internos y reformar la conservadora institución romana. Las declaraciones del papa argentino nos ofrecían una imagen progresista que orientaba aparentemente la adaptación de la Iglesia a los tiempos modernos. Sin embargo, sus gestos en la tribuna pública no tuvieron una aplicación práctica en la transformación de las estructuras de una iglesia que sigue siendo jerárquica, patriarcal y resistente al cambio, bien adaptada y pilar del sistema capitalista.

Los discursos papales contra la pobreza y otras bondades que los medios de comunicación se encargaron de difundir ampliamente por puro interés político, no pasaron de la retórica, rehuyó el enfrentamiento con cuestiones problemáticas como los escándalos de abusos sexuales y pederastia, para nada combatió el machismo arraigado en el conjunto de sus estructuras, ni atacó los privilegios de una jerarquía eclesiástica desconectada en buena medida de las necesidades materiales de los pueblos del mundo. Tampoco dio luz a los innumerables casos de corrupción relacionadas con las oscuras cuentas del Banco del Vaticano.

3.- Las relaciones de la institución católica con la sociedad española están muy determinadas por los acuerdos del Estado español con el Vaticano. El nacional catolicismo pervive en nuestra sociedad manteniendo un peso específico muy importante en las instituciones públicas y en las conductas personales de los políticos. El avance hacia un estado verdaderamente laico exige la ruptura total de estos convenios. Mientras tanto, aspectos fundamentales como la presencia de la educación religiosa en los centros educativos seguirán condicionando a la sociedad española. Esta instrucción que comienza en la educación infantil cuando los menores inician su andadura en centros escolares limita la formación de su libertad de conciencia.  Un proselitismo que se refuerza con catequistas que preparan a los niños/as para recibir la Confirmación, acto mediante el que el Obispo transmite la plenitud del espíritu santo a jóvenes para que estén dispuestos a resistir todo tipo de sufrimiento por el catolicismo;

4.- La inmovilidad y el conservadurismo político de la dirección vaticanista le impide tomar medidas contra la pederastia, a pesar de la presión pública no reacciona para evitar los daños morales y traumas dolorosos provocados con demasiada frecuencia por sacerdotes. La iglesia, contribuyó a que las mujeres tuvieran una vida reprimida y subyugada por el nacionalcatolicismo; hoy, tampoco, ha avanzado en lo referente a los derechos de las mujeres; los dogmas siguen en pie; las mujeres ocupan un papel subordinado y marginal en la configuración de esta institución; sus derechos no caben en el cuadro dogmático de la Iglesia Católica, vulnerados por un Estado teocrático y antidemocrático del que el papa Francisco era jefe, y en todo el mundo eclesiástico que él orientaba. Los homosexuales tampoco caben como personas normales en este maco ideológico.

5.- Desde tiempos remotos la Iglesia Católica viene navegando en contra de la ciencia, ejerciendo una irracionalidad persecutoria contra quienes no aceptaban los dogmas relativos a la creación ni los milagros que nacen del espíritu divino. Durante la Inquisición, su principal tarea fue desmantelar y atacar a las organizaciones, corrientes de pensamiento y posturas religiosas que socavaran la integridad de la fe católica, examinando y proscribiendo los libros que se considerasen ofensivos para la ortodoxia. Desde que se implantó por la Corona de Castilla en 1478 nunca dejó de actuar contra los musulmanes, judíos, protestantes y personas que consideraba estaban poseídas por el demonio. Felipe III ordenó la expulsión de los moriscos de España que fue llevada a cabo entre 1609 y 1613. La Inquisición actuó contra los judíos hasta que la Regenta María Cristina la abolió el 15 de julio de 1834. Durante el siglo XIX y XX la iglesia católica siempre anduvo muy próxima a los pronunciamientos y golpes militares destacando en su apoyo al fascismo contra la segunda república y en la guerra civil; participando de las mieles del poder en la dictadura franquista, y aún sigue estando ahí, al lado de la monarquía borbónica.

6.-. Las beatificaciones de Francisco no pueden dejar de lado que la jerarquía católica, al honrar las víctimas de uno sólo de los bandos, reabre las heridas de los hijos y nietos de los olvidados. La beatificación de religiosos, religiosas y sacerdotes fusilados durante la Guerra Civil en la zona republicana constituye, objetivamente, una nueva humillación a los fusilados por los franquistas, que durante décadas han sido silenciados. Franco los castigó con la muerte y la Transición se olvidó de ellos.  La insuficiente Ley de la Memoria Histórica aprobada en estos últimos años no ha terminado con la impunidad, ni ha avanzado en la verdad, justicia y reparación de las injusticias cometidas por las garras del franquismo. El poder político de la Iglesia Católica sigue intacto, así se entienden las inmatriculaciones de propiedades  que no han sido devueltas a sus propietarios, los municipios.

7.- El pretexto que se ha estado utilizando para no alterar las decisiones de la iglesia era no reabrir heridas. Los partidos políticos que gestionaron la Transición tenían miedo de que la luz pública pusiera en cuestión el alzamiento, la guerra, el franquismo y los cimientos de la democracia burguesa. Todas las direcciones de los partidos políticos y organizaciones sindicales prefirieron integrarse en los organismos públicos.  La presencia activa de la influencia del nacionalcatolicismo en la sociedad española queda patente en estos días. El espectáculo religioso-festivo-turístico causa furor, nadie ha querido perderse la participación en estos actos lúdicos repletos de plegarias; ahí han estado, dando el do de pecho, las autoridades políticas con su participación, saltándose las propias leyes constitucionales de aconfesionalidad, haciendo el juego a las fuerzas más reaccionarias de la sociedad que aprovechan este tradicionalismo para hacer acopio y difusión de las más puras esencias fundamentalistas y represivas de lo patrio nacional.  Una espiritualidad y un misticismo que tuvo su máxima expresión en tiempos de la Inquisición, transmitidas y asumidas por el imperio, reyes y dictaduras sobre el cuerpo de este país; un tradicionalismo impregnado de una materialidad religiosa combinado de un exhibicionismo de lo militarista que, por cierto, nunca ganó una guerra en el exterior, sólo ganó la guerra interior contra su propio pueblo.

8.- Lo peor es que el nacionalcatolicismo sigue muy vivo en el Estado español, como demuestra el Gobierno más “progresista de la democracia” declarando tres días de luto oficial por la muerte del papa, y como reiterada y públicamente da muestras el jefe del estado, rey Felipe. Lo más preocupante es sigan sin anularse los leoninos Acuerdos con la Santa Sede y el resto de los acuerdos con otras religiones no católicas, que se sigan manteniéndose los conciertos privados para financiar a centros educativos católicos con casi 13.000 millones de euros, que los representantes de la iglesia católica siga teniendo presencia y cobrando en todas las instituciones estatales, que se siga dando dinero a la Iglesia en la declaración de la renta, no se devuelvan los bienes inmatriculados por los obispos, y se mantengan privilegios en base a sus creencias y convicciones. En todo caso, mucha responsabilidad de lo que viene ocurriendo es de los diferentes gobiernos desde el inicio de la transición que no han tenido la valentía para acabar con el enorme poder tan condicionante en la sociedad. Por encima de las características personales del Papa que se vaya a nombrar, la sociedad española tiene la enorme necesidad de romper con el nacional catolicismo y avanzar hacia el laicismo.

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