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Cuando Tanya se convirtió en símbolo

Preocupa a Hillary Clinton como acaba de confesar en conversaciones privadas con dirigentes israelíes. Preocupa a la mayoría laica en Israel e incluso a la mayoría en el sector tradicionalista y ultraortodoxo. Preocupa a los medios de comunicación locales ante lo que llaman “acercamiento al régimen de Irán”, en alusión al fanatismo religioso. Preocupa, en definitiva, a un país que presume de tecnología punta, satélites de última generación y diez Premios Nobel  pero que algunos intentan convertirlo en primitivo. 

Estamos hablando de ultraortodoxos radicales que intentan marginar a la mujer, ya sea en un gimnasio o en  un autobús. Alegan que la separación no margina a las mujeres sino que éstas lo aceptan voluntariamente para no mezclarse con los hombres. Para evitar “roces” y para que ellos no tengan “tentaciones” con aquellas que no son sus esposas.

Por eso, la joven israelí Tanya Rosenblit (28) se ha convertido en un símbolo. Portada de varios diarios y estrella en la radio tras haberse negado a la exigencia de un pasajero ultraortodoxo para que se trasladara a la parte trasera de la línea de la compañía pública Egged. Una petición que, por cierto, viola una sentencia del Tribunal Supremo.

“Cuando me subí al autobús, el conductor me miró con sorpresa ya que no suelen haber  personas no religiosas en la línea 451 de Ashdod a un barrio ultraortodoxo de Jerusalén. Me senté detrás de él para que me avisara donde bajar", cuenta Rosenblit.

Imagen tomada por Rosenblit durante la discusión del ultraortodoxo con el policia en Ashdod

Su viaje se interrumpió cuando se subió un ultraortodoxo sorprendido y enfadado al ver a Rosenblit sentada en primera fila. Una mujer y, para colmo, laica en una línea habitualmente usada por ultraortodoxos. Sin dudarlo, exigió a la joven sentarse detrás. Rosenblit se negó. Por temor a incidentes violentos, el conductor llamó a la policía sin atreverse a imponer la ley que prohíbe la segregación de género. 

“No provoqué  y nadie tiene derecho a decirme donde me puedo o no sentar. ¡Faltaría más!”, declara ahora sin entender por qué el agente le pidió que respetara “las sensibilidades de los pasajeros”. Rosenblit se mantuvo firme, es decir, sentada hasta que el hombre bajó resignado del autobús. La estudiante israelí había ganado su pequeña batalla consciente del largo camino que queda en la guerra contra el sector más fanático.

Tanya Rosenblit

Meir Berger, periodista ultraortodoxo que  en ese momento estaba en el autobus acusa a Rosenblit de "provocación". La Policía niega que el agente pidiese  a Rosenblit sentarse en la parte trasera. El ministerio de Transportes ha abierto una investigación para aclarar un suceso que es algo más que anecdótico. Se suma por ejemplo a la presión de los más radicales  para que en los carteles publicitarios de la santa Jerusalén no aparezcan mujeres. Y muchos menos con poses sensuales. O para recomendar a los más religiosos no presenciar actuaciones donde cantan mujeres. 

“No deseo que me usen como propaganda barata contra el público ultraortodoxo. No tengo nada contra mi religión pero ésta no puede ser usada para dañar los derechos individuales básicos, el honor y la  libertad de elección”, afirma Rosenblit que fotografió con su móvil varias escenas en el autobús de Ashdod. 

El Gran Rabino ashkenazi de Israel, Yona Metzger, ha condenado el caso afirmando que “ninguna persona o colectivo tiene derecho a imponer nada a nadie”. 

Los que apoyan que las mujeres deben estar en la parte trasera del autobús afirman que “ellas no lo hacen por coacción sino para evitar fricciones con los hombres”. Según el rabino Dov Arbetal, sin embargo,  “no está escrito en ningún lado que las mujeres deban estar detrás o delante en el autobús. Debemos despertanos ante estos radicales".

El autobús en un barrio ultraortodoxo.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, también ha sido crítico: "He escuchado el caso del autobús y me opongo rotundamente. No permitiremos que estos grupos marginales desmonten nuestro denominador común. La sociedad israelí es un mosaico formado por judíos y árabes, por laicos, religiosos y ultraortodoxos que acordamos vivir en convivencia pacífica y mutuo respeto entre todos los sectores”.

“Debemos mantener el espacio público seguro y abierto para todos los israelíes”, añadió Netanyahu mientras la jefa de la oposición, Tzipi Livni ha conversado con Rosenblit: “El mensaje que has enviado, no aceptar la radicalización que aleja a las mujeres del espacio público, honra la religión judía. Aunque no quieres ser un símbolo tu acto simboliza la lucha para que Israel siga siendo un país democrático y judío”.

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