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Cuando Leo Bassi habla, resuenan siglos de sueños y arte.

Habla un antepasado que luchó con Garibaldi y fundó un circo en la Toscana. Habla su abuelo británico, Jimmy Wheeler, cómico en los tempranos

Ni el sionismo que aglutina al Estado de Israel, ni el fundamentalismo islámico que ha adquirido predominio entre los palestinos actuales, nos despiertan el menor entusiasmo.
 

El Partido Nacional Republicano aboga por la unificación de Palestina en un Estado Democrático y Laico que, bajo una misma bandera política, integre a judíos y árabes. Sólo bajo esta premisa, por irrealizable que sea en este momento, podrá traerse la paz y la prosperidad a la región.

Somos conscientes de que cualquier crítica vertida sobre el Estado de Israel será tildada por algunos medios de “antisemita”. Pero, de hacer caso a los mismos relatos bíblicos, son tan hijos de Sem los milicianos de Hamás como los soldados del ejército israelita. Una falacia todavía mayor es la visión equidistante que se nos trata de imponer sobre la situación de Palestina: dos partes emponzoñadas en un conflicto secular que se pierde en la noche de los tiempos y que periódicamente se recrudece, bien sea por la culpa de unos, ora la de los otros.

El hecho incontestable es que Israel fue fundado por el movimiento sionista en 1948, a sangre y fuego, sobre la base del despojo, la eliminación y la expulsión de la población palestina oriunda. En 1967, tras una guerra relámpago, expandió sus fronteras hasta unos territorios que, como es el caso de Gaza, hoy sojuzga y ocupa, hacinando a su millón y medio de habitantes en una franja de poco más de 350 Km. cuadrados. Este territorio ocupado por Israel es sometido continuamente al bloqueo y la asfixia, a la carencia de los bienes más básicos en una política de represalia generalizada.

La expiración en el pasado mes de diciembre de la tregua unilateral de Hamás, organización islamista gobernante en los “territorios autónomos” tras unas elecciones promovidas por la “comunidad internacional”, ha sido anunciada mediante salvas de cohetes lanzadas sobre objetivos civiles del sur de Israel. La reacción de Tel Aviv ante la deliberada provocación pirotécnica de los islamistas no se ha demorado: el desencadenamiento de un devastador ataque por tierra, mar y aire con centenares de víctimas palestinas. Por tanto, más que de un conflicto entre dos fuerzas militares equivalentes, debemos hablar de una matanza de palestinos.

Se nos dirá que Israel es una democracia que trata de preservar su integridad frente a la amenaza de sus hostiles vecinos. Pero la realidad es que no ha existido democracia alguna que deba mantenerse como enclave militarizado durante décadas en ningún lugar del mundo. Lo cual nos permite cuestionar el carácter democrático de Israel y preguntarnos si acaso tal amenaza no proviene del hecho mismo de su asentamiento sobre territorios que nunca le pertenecieron, ampliados con posteriores ocupaciones. Ciertamente, Israel es una teocracia racista encubierta bajo las formas liberales del parlamentarismo: el Estado de Israel no remite la legalidad y legitimidad de sus fronteras a la resolución de la ONU de 1947 sobre la partición de Palestina, sino al estatus imaginario de los límites ahistóricos del Israel bíblico y al derecho, por no decir designio divino, de una población diseminada por el orbe a ocupar ese territorio mítico por la única razón de su pertenencia a la raza judía, “el pueblo elegido” por Yavé. Esta manifestación no nos lleva a sintonizar con Hamás ni con las aspiraciones de grupo islamista alguno. Por el contrario, nos horroriza igualmente la implantación en la Palestina histórica de una República Islámica dirigida por ayatolas e imanes, tal como pretende Hamás. Con todo, debemos denunciar que la proliferación del islamismo en Oriente Medio y, concretamente, en Palestina con Hamás se debió en gran medida a la promoción y el sostenimiento de este grupo por parte de Israel, a principios de los 80 de la pasada centuria, en su empeño por mantener la ocupación, debilitando y dividiendo mediante la pujanza y rivalidad del islamismo al movimiento de carácter laico que había dirigido la resistencia palestina hasta el momento.

Hamás sólo puede llevar la desgracia al pueblo palestino: su pervivencia política esta ligada a la vinculación que mantenga como agente de Irán en la zona, obedeciendo a sus intereses estratégicos. Por lo que servirá a Israel de pretexto para mantener su brutal ocupación y quién sabe si no, en un futuro próximo, a emprender más intervenciones agresivas en la zona en una escalada sin límites, tratando de arrastrar a los USA, a través del lobby sionista fuertemente implantado en los mismos.

Secretaría General del Partido Nacional Republicano

Enero de 2009

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