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Cuando la imposición del velo a las mujeres era motivo de risa en los países musulmanes

El velo es una cuestión central no sólo a Oriente Medio, sino también a Occidente: la alta masa de inmigración que ha llegado a países europeos y americanos durante las últimas décadas ha provocado que su presencia en espacios públicos sea motivo de debate. Ya sea haciendo una apología explícita de mismo a través del feminismo o planteando su prohibición en las escuelas, el velo representa un debate candente y virulento en la escena política actual.

Parte de los argumentos rotan en torno a su valor cultural: el velo forma parte de la identidad musulmana de muchas mujeres, y no representa tanto la opresión patriarcal a la que queda sometida en algunas sociedades árabes. Sin embargo, el hijab y las distintas formas de velo no siempre han formado parte de la cultura de los países musulmanes: hasta escasamente algunas décadas, su mera imposición causaba risas y ridículo entre grandes audiencias.

La historia nos lleva a 1958 (o 1953, la referencia del año baila), cuando el por aquel entonces presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser, explicó en una abarrotada conferencia cómo el líder de los Hermanos Musulmanes le había solicitado la implantación del velo obligatorio en las calles de Egipto.

En su charla, inmortalizada hoy en vídeo, Nasser cuenta cómo el líder de los Hermanos Musulmanes había planteado un cese de las hostilidades (en un momento de alta convulsión política en Egipto, atentados a la figura del presidente incluidos) a cambio de algunas reformas. Entre ellas, la imposición del velo. Conforme Nasser cuenta la anécdota de la reunión, un hombre de la audiencia exclama: “¡Por qué no lleva el velo él mismo!”.

Nasser prosigue explicando la conversación: “Tu hija estudia medicina (le cuenta al líder de los Hermanos, posiblemente Hassan al-Hudaibi). No lleva velo. Si tú mismo no puedes imponer el velo en tu hija, ¿qué te hace pensar que yo puedo imponerlo a diez millones de mujeres egipcias?”. Al terminar la frase la audiencia estalla en una ruidosa carcajada y el propio Nasser no puede contener la risa. La idea de imponer el velo a la mujer pasa como una broma de mal gusto, irrealizable.

El clima de mofa es constante. Cuando Nasser introduce el tema y explica la petición del líder islámico, el público se ríe al modo de un monólogo. “Si introduzco una ley como esa, la gente me dirá que hemos vuelto a los tiempos de Al-Hakim bi-Amr Allah, cuando se prohibía a la gente andar por el día y sólo lo podían hacer por la noche”, le respondió Nasser, según su testimonio. Y más risas.

Por aquel entonces, Egipto era un país joven más influenciado por el arabismo secular de una nueva generación de líderes que por las ramificaciones del islamismo de corte radical que domina parte de la política árabe actual. Nasser, una figura tan repleta de luces como de sombras, impulsó un panarabismo de corte laico y de perfil socialista que impregnó gran parte de la cultura política de Oriente Medio durante décadas, desde Siria hasta Irak pasando por Libia o Jordania.

Su posición era tan ideológica como estratégica. La oposición de los Hermanos Musulmanes, un partido-red-movimiento transnacional que durante décadas ha permeado la cultura musulmana desde el islamismo menos radicalizado, le dejaba un amplio espacio en el laicismo y en un perfil más occidentalizado para mantener el poder. Sea como fuere, aquel discurso de Nasser representaba a Egipto: en 1959, casi ninguna mujer llevaba el velo en la Universidad de El Cairo.

Egipto 1959Egipto, 1959.

Las cosas cambiaron progresivamente. Si los Hermanos Musulmanes y otras organizaciones islamistas no tenían el poder, sí controlaban a través de redes de apoyo y enseñanza los barrios de las cada vez más atestadas ciudades de Oriente Medio. Dos décadas más tarde, la misma foto de la misma universidad en El Cairo mostraba a la mitad de las mujeres portando velo. Y otra década después, ni una sola mujer aparecía por el centro universitario sin el velo.

Egipto 2004Egipto, 2004.

Algo parecido ha sucedido en otros países como Irán, donde la caída de la monarquía laica impulsó un revitalizado islamismo de corte estricto que aún hoy obliga a las mujeres a llevar velo, cuando en 1979 no lo hacían. El proceso ha sido a un tiempo orgánico y dirigido por los estados o la sociedad patriarcal, y ha cambiado la cara de los países árabes. Hoy es una vestimenta ampliamente aceptada no sólo en Egipto o Jordania, sino también en los países europeos con grandes bolsas de población musulmana.

Lejos quedan los días en los que Nasser se reía del velo junto a una audiencia encantada de mofarse de las, por aquel entonces, extravagantes ideas de los Hermanos Musulmanes. El velo dejó de ser una reivindicación política y se instaló en la cultura árabe.

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