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Crucifijos en las tomas de posesión del Gobierno

La toma de posesión de los nuevos ministros del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, prometiendo lealtad al Rey y a la Constitución ante el crucifijo, pone en entredicho el Estado Aconfesional y Laico que nos dimos los españoles con la Constitución de 1978. Si estamos en una España plural y aconfesional, es decir, en un estado moderno y laico, no tiene ningún sentido (o lo tiene malo, con todo lo que la tradición pueda conllevar de negativo) para una gran parte de los ciudadanos españoles.
En la era de la globalización, donde todos los ciudadanos somos, teóricamente, iguales ante la Ley, es absurdo que se imponga como testigo de una toma de posesión ministerial la imagen de un supuesto crucificado por los romanos hace la friolera 2.000 años. Las primeras noticias históricas que se tienen de los cristianos son de 200 años después de esta crucifixión, démosla por cierta, pues eran unos brutos, pero que la Iglesia Católica ha hecho suya para mayor gloria de su multinacional.
Si a esto le unimos que estamos en Semana Santa y que la mayoría de los alcaldes de nuestros pueblos y ciudades, sean de la ideología que sean, guían y presiden las procesiones católicas, con los cucuruchos, los látigos y las cadenas, quizás solamente por no perder votos en las próximas elecciones municipales, estamos haciendo un pan como unas obleas. Así no se avanza, ni en la convivencia ni en el entendimiento.
Si el Rey Juan Carlos prescindió de los privilegios de nombrar obispos, Juan XXIII abolió la silla gestatoria y hace “muchos camellos en edad de orar” que diría César Vallejo, desde que al “Generalísimo de las Españas” se le recibía bajo palio, y el actual Presidente del Gobierno está por la “Alianza de Civilizaciones” y la igualdad (léase el libro de  "Examen a Zapatero", de Philip Petit.), resulta, cuanto menos obsoleto, que ministros y alcaldes, representantes de todos quienes habitamos esta país histórico, globalizado y plural, estén interpretando en nombre de la mayoría, sentimientos y creencias e imponiendo símbolos arcaicos que, de ninguna manera, sonpatrimonio de todos.
O abolimos todos los símbolos religiosos, o demos cabida igualitaria a todas las manifestaciones religiosas del Mundo.
¿Se imagina ustedes que la firma para la entrada de España en la Comunidad  Económica Europea hubiera estado presidida por crucifijos y capirotes?
Se hace imprescindible para la convivencia amistosa, global y pacífica, la “Alianza de Civilizaciones”. Pero seriamente, en la práctica cotidiana. Como cantaban Víctor Manuel y Ana Belén hace unos años, “aquí cabemos todos o no cabe ni Dios”.

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