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Crónica de un viernes oscuro y siniestro

Empecemos por el núcleo de la historia: aparquemos de momento las procesiones, fijemos la mirada en esos dos personajes: Juan Alberto Belloch, alcalde de Zaragoza, y Manuel Ureña, arzobispo católico de Zaragoza, en una fotografía en blanco y negro (no debe ser de otra forma). Ambos están asomados a un balcón del Colegio de Notarios, sito en la Plaza del Justicia, esa misma plaza por donde salen las cofradías para las procesiones del Viernes Siniestro, de donde saldrá el Alcalde Belloch con sus concejales del PSOE, PP y PAR, con sus caballos engalanados. No solo asisten nuestros representantes institucionales a un acto confesional, a una celebración religiosa, sino que hacen ostentación de ello. Belloch se asoma al balcón. Obscenamente (obsceno: repulsivo, indecente, aborrecible, detestable, asqueroso; del latín ob caenum: de la basura).

El centro de Zaragoza estaba abarrotado de gente que no quería perderse el espectáculo. La mal llamada “semana santa” es todo un espectáculo, sí, como las Fallas, los Sanfermines o la Cabalgata de los Reyes Magos (¿Qué significa “santo”? ¿qué es eso de santo? Acudamos al diccionario de la RAE: “que es venerable por algún motivo de religión”, “Sagrado, inviolable”, “que trae al hombre especial provecho”, “que tiene singular virtud para la curación de algunas enfermedades”, “que está especialmente dedicada o consagrada a Dios.”, “de especial virtud y ejemplo”).

Solo que se trata de un espectáculo siniestro, que produce espanto, que debería estar prohibido a los niños. Es una demostración de culto a la muerte, a la oscuridad, a lo oculto, al padecimiento, al masoquismo. Causa pavor el espectáculo del viernes siniestro

Avanzan al sonido de tambores y trompetas, con sus tótems y sus ídolos. Apelan al respeto de la tradición, pero casi todas las cofradías han nacido a la sombra del franquismo, del nacionalcatolicismo, de la represión (“represión”: acto o conjunto de actos, ordinariamente desde el poder, para contener, detener o castigar con violencia actuaciones políticas o sociales; en el psicoanálisis, proceso por el cual un impulso o una idea inaceptable se relega al inconsciente).

Al mismo tiempo, se alcanzan cotas muy altas en el mundo de lo histriónico, donde los rostros muestran una dureza que estremece

Frente a todo ello, MHUEL apenas pudo acercarse al lugar convenido para encontrarse y concentrarse, para mostrar su repulsa contra la presencia de sus representantes municipales en semejante espectáculo confesional. El próximo año lo organizaremos mejor. Solo  más tarde, unos cuantos tuvimos la ocasión de mostrar en la Avenida César Augusto, casi llegando a Coso nuestras pancartas a Belloch, a sus concejales, a sus escoltas y a sus caballos. “Ayuntamiento laico”, “Zaragoza laica”, “Estado laico”.

Belloch miró solo de reojo. Le quedaban casi cinco kilómetros de procesión, de narcisismo, de inmersión confesional, por la ciudad.

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