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Crisis del bipartidismo: fundamentos sociales, económicos e ideológicos

La Iglesia católica nos gobierna por intermedio del gobierno Rajoy.

Lo cierto es que en España sólo podríamos hablar de un bipartidismo imperfecto porque sólo en situaciones coyunturales, marcadas por la excepción, gobernaron en mayoría absoluta, sin necesidad de apoyos en otros partidos minoritarios, Felipe González, 1982, 1986 y 1989. Aznar en 2000 y Rajoy en 2011. Cuando Felipe ganó las elecciones su izquierda y su derecha estaban descompuestas y cuando ganó Aznar el PSOE estaba hundido en la ciénaga de la corrupción. Y Rajoy ganó sobre el páramo en el que Zapatero había convertido España.

Podemos hablar de partidismo institucional sólo en casos como Estados Unidos o Gran Bretaña donde sólo dos partidos tienen posibilidad de ganar las elecciones sin recurrir a ningún pacto. A veces en Gran Bretaña con los liberales. En el caso de España el PSOE es un partido institucional pero los partidos de derechas han pasado por diferentes fases de desintegración, UCD, reorganización, PP, que no le han dado estabilidad institucional y que han necesitado alianzas necesarias con partidos con menos diputados. El PP lleva camino de ser un partido residual que nunca podrá depender de sí mismo para gobernar.

Exceptuando estos gobiernos, en los demás gobiernos siempre se ha necesitado el consenso con otras fuerzas políticas para poder gobernar. De hecho eran gobiernos hipotecados. La idea del bipartidismo ha sido potenciada por esas dos fuerzas políticas interesadas en condenar a la nada a las demás. Sin embargo la realidad social no es bipartidista. Bien porque una gran masa de ciudadanos oscilaba entre un partido u otro, porque se iba a la abstención a falta de alternativas creíbles o porque cuando se le han presentado alternativas ha apostado por ellas. Como en estas últimas elecciones.

Los ciudadanos, exceptuando una base social muy insuficiente para ganar por mayoría absoluta unas elecciones, no son propiedad privada de los partidos políticos. Esta debería ser la primera lección. La segunda lección es que los electores han madurado en el proceso democrático y son muy capaces de entender quién defiende y quién pone en peligro sus intereses. La tercera lección es que el ejercicio del voto y la abstención activa, contra el bipartidismo,  son formas de lucha contra la explotación económica, la represión moral y la economía política de los gobiernos.

Esto quienes no lo han entendido y no lo entenderá nunca es la clase política  porque los intereses económicos, políticos y morales de los ciudadanos chocan con los intereses ideológicos de esta clase. Existe un gran abismo entre la imagen, y los intereses, que los políticos tienen de sí mismos, sobre todo P.P. y PSOE, y la imagen, y los intereses, que los ciudadanos tienen de ellos mismos.

En España, como en Europa, se ha formado una clase política corporativa, endogámica y desvinculada espacial, económica, social e ideológicamente de los ciudadanos a quienes pretenden representar. El abismo se origina en esta ausencia de implantación de la clase política en los barrios, las fábricas, universidades, institutos,  calles y pueblos. Ellos viven en las lunas de Marte o en los despachos del Estado. Nacen dentro del Estado/partido, viven, se casan, multiplican y mueren en ese espacio kafkiano y a la mayoría de ellos no los conocen los ciudadanos cuando votan. Sólo, y a duras penas, al cabeza de lista. A duras penas porque carece de curriculum humano. Su único curriculum es institucional. Porque se han identificado con el Estado, donde viven incrustados.

Y han identificado los intereses del Estado con el “neoliberalismo”. Su “razón de estado” está al servicio de sus propios intereses. El ciudadano no existe, excepto como plusvalía. No existe diferencia ninguna entre la económica política de los socialistas y la de los populares respecto a su dependencia de la política económica que sólo interesa a la oligarquía financiera y al Banco Central Europeo, al servicio de aquélla. Una vez más el abismo entre los ciudadanos y la oligarquía financiera y política viene marcado por el neoliberalismo, de una parte, y la defensa del Estado de bienestar, que se han propuesto cargar. Porque ya lo están desmontando.

¿Qué propuesta política, económica y moral tiene el PSOE ante el caos económico, político e ideológico en el que se encuentran los populares? Porque ya es difícil de entender que los socialistas pierdan más que los populares a pesar de ser éstos, la imagen viva del neoliberalismo, la imagen misma de la miseria que están causando en todos los sectores sociales. Es que no se puede ser neoliberal y de izquierdas al mismo tiempo. No será la primera vez que un partido de derechas y otro de izquierdas, todopoderosos y bendecidos por el Vaticano, se desplomen. Ocurrió con el PRP y con el gaullismo en Francia, con el Partido Comunista en Italia y con el Demócrata cristiano. Ocurrió con la UCD, con los comunistas franceses y con los socialistas. Afortunadamente son los ciudadanos quienes deciden.

Pero ¿qué pensaban?, que las 300.000 familias desahuciadas los iban a votar?; que los 5.000.000 de parados los iban a votar?; que los jóvenes condenados al paro de por vida, los iban a votar?; que los 750.000 pequeños empresarios, potencial base social del centro derecha, los iban a votar? Pero si son ellos, la clase política la que los ha arruinado y los ha proletarizado y endeudado.

¿Qué pensaban? Que las feministas los iban a votar cuando imponen la enseñanza sexista porque lo exige la encíclica papal “Divini illius magistri”?; que las abortistas y los homosexuales los iban a votar cuando los condenan porque lo exige la encíclica papal “Humanae vitae”?; que los matrimonio y parejas menores de 55 años los van a votar cuando tratan de imponer la castidad matrimonial porque lo exige la encíclica “Castii connubi”?. Que los jóvenes los van a apoyar cuando les privan de la libertad sexual hasta los 16 años porque lo dice el “Derecho Canónico”?

La Iglesia católica nos gobierna por intermedio del gobierno Rajoy. Y así les va. La clase política española aún no ha entendido que el catolicismo no da sino que quita votos. A los socialistas les ocurre lo mismo. A más catolicismo menos votos. Les invito a que se lean y analicen cualquier encuesta del CIS para que comprueben lo que digo.

¿Qué pensaban? ¿Que los ciudadanos van a contemplar complacientemente el derrumbe de los hospitales públicos para que los médicos y compañías privadas monten sus negocios, condenando a la miseria sanitaria a millones de ciudadanos de todas las edades, como en Estados Unidos? ¿Qué pensaban? ¿Que los ciudadanos van a mantenerse en silencio mientras destruyen la enseñanza pública en beneficio de los ricos, condenando a millones de ciudadanos al analfabetismo?

Esta clase política ha confundido la mayoría absoluta con el poder absoluto, olvidando, como decían los clásicos que “salus publica suprema lex”. Y con el poder absoluto en sus manos han entrado a saco, sin ningún tipo de consideraciones, sólo con el apoyo de la Iglesia católica, gran beneficiada por estas medidas morales de corte tridentino nacionalcatólico, y la oligarquía financiera.

Han entrado a saco contra las libertades morales imponiéndonos las encíclicas papales, contra las libertades económicas: sustituyendo los trabajos fijos por los temporales, reduciendo el poder adquisitivo del mileurismo al seiscientos, reduciendo las prestaciones sociales a los parados, a los jóvenes, a los enfermos. Consienten que los precios suban. Que la luz, la gasolina, los tomates…tengan precios astronómicos. ¿A dónde nos llevan? A la miseria.

Decían los portavoces del P.P. que no les hemos entendido. Que han tenido un problema de comunicación. No señores, les hemos entendido perfectamente. Por eso no les hemos votado, a ustedes porque nos quieren dejar en la miseria y a los socialistas porque ya nos dejaron en ella. Estamos asistiendo al espectáculo de la descomposición necesaria de una clase política, absolutamente desvinculada de los intereses populares. Su medicina es más neoliberalismo. Por eso están condenados a la extinción. Y lo saben. Pero no les importa, si consiguen desintegrar el bienestar antes de que se les agote el Poder.

En el estado actual de la situación sociopolítica,  cuál puede ser la dinámica política para el presente y el futuro. Debemos partir de que la crisis que padecemos no es coyuntural sino estructural. Porque vamos por el quinto año, con un millón más de parados, con un nivel de vida y salarios cayendo, con la construcción estancada y sin economía política alguna que se haya marcado como objetivo la creación de puestos de trabajos, por miles, ni la estabilización en el empleo. La implantación del neoliberalismo afecta a la estructura social porque ese es su objetivo y su consecuencia: desmontar el Estado de bienestar.

Porque bajo esta política neoliberal nunca dejará de haber una bolsa de paro de varios millones de personas. Y no se conseguirá, no porque no se pueda, sino porque el neoliberalismo necesita mantener un ejército de reserva de mano de obra en paro estructural para poder sustituir el empleo fijo por el temporal, para bajar los salarios al nivel de subsistencia, para acabar con las huelgas, para que los jóvenes se ilusionen con un trabajo temporal por un salario de miseria. Porque la privatización de la propiedad pública y social es condición necesaria para acabar con la base social de las izquierdas.

Por otra parte, el Partido Popular está perdiendo, a millones, su propia base social de clase media, porque ha cargado, también sobre ella, los costes de la política neoliberal, en beneficio de la oligarquía financiera. Sin esa base social proletarizada y arruinada por el PP, éste nunca volverá a ser capaz de ilusionar a nadie ni de ganar unas elecciones por mayoría absoluta.

Al PSOE le ocurre algo parecido. Ha perdido millones de votos socialistas en Cataluña. Estos votos han abandonado el PSC y no volverán a recuperarlos por una cuestión de confianza y, sobre todo, porque las jóvenes generaciones de socialistas catalanes se han radicalizado hacia posiciones de izquierda social y nacionalista. Tampoco podrán volver a ganar unas elecciones por mayoría absoluta.

Y renovarse o morir no es la solución porque ellos mismos no podrán renovarse contra sí mismos. Esto es, abandonando el partido o los cargos de dirección, siendo sustituidos, todos, por nuevas generaciones. Pero ni así, porque han perdido la confianza. No es una cuestión ni de imagen ni de líderes es un problema ideológico. El PSOE es neoliberal y católico y los ciudadanos son partidarios del Estado de bienestar y laicos, aunque solo fuera porque les gusta disfrutar sexualmente. Los que quieren votar católico, pureza, castidad y sufrimiento, ya votan a la derecha o a la extrema derecha.

Cuando las mayorías gubernamentales sólo pueden formarse por coaliciones, no puede hablarse de bipartidismo. Podría darse la paradoja de que el PP y el PSOE formaran una mayoría gubernamental, por los puntos. Pero, ¿contra quién?

1917. En este año coincidieron tres crisis: la protesta de las Juntas de Defensa militares, la huelga general del UGT/CNT y la “crisis constitucional”. Esta se planteó por la Asamblea de parlamentarios que propuso reformar la constitución canovista para finalizar con el sistema bipartidista de “turnos”. Al final se formó un “Gobierno nacional de concentración” en el que participaron diversas fuerzas políticas, entre otras, republicanos y nacionalistas catalanes. Felipe González y otros dirigentes del PSOE están proponiendo un Gobierno de concentración nacional, pero con un carácter diferentes, solamente entre los dos que vienen beneficiándose del bipartidismo imperfecto.  ¿Con qué objetivos? ¿Contra quién?

Contra el 50% del resto de la sociedad española representada por los nacionalistas y las izquierdas, de Esquerra, Podemos, Izquierda Unida…etc. Claro que, en este caso, el PSOE pagaría el precio con su propia descomposición.

Porque lo cierto es que más allá de ellos existe vida, progreso, libertad y felicidad. Son las fuerzas políticas y los movimientos sociales los que, por su propia iniciativa desde la periferia del Poder, van a conquistar el Poder, defendiendo, simplemente, el Estado de bienestar y los derechos individuales. La realidad plural en el panorama político actual favorece la formación de una tercera fuerza republicana en torno a la cual se convoquen todas las fuerzas del progreso apoyando una alternativa. Audaz, cuando llegue el momento. El ejemplo de cómo gobernar sin formar parte del gobierno lo tenemos en Cataluña.

¿Tiene consistencia social, política e ideológica el panorama creado en la actualidad con un conglomerado de fuerzas de izquierda nacidas, algunas, y fortalecidas otras con la situación de crisis actual? Si la crisis no fuera estructural sino coyuntural tal vez el crecimiento y consolidación de estas fuerzas políticas tendiera, con la recuperación económica y moral, a la baja, pero es que la crisis es estructural. No podemos salir de ella sin renunciar al neoliberalismo.

En Europa ha ocurrido algo parecido con diferentes soluciones políticas e ideológicas. No se rechaza Europa. Se rechaza la Europa neoliberal. Este es el mensaje. Y como  esta política del “sálvese el que pueda” es la única política que está dispuesta a imponer la oligarquía financiera, las nuevas fuerzas políticas, los movimientos sociales y las izquierdas nacidas y crecidas en este contexto, se consolidarán. Y lo harán frente al otro bloque, el PP/PSOE. Este partido podría salvarse, sólo si rectifica y es apoyado por las izquierdas. Incluso podría gobernar amparado por éstas pero con la política de éstas. El modelo catalán nos está dando las claves. Deberíamos pensarlo.

papa Musolini

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