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Creyentes y ateos en la misma trinchera

En una cultura en su mayoría creyente y católica, sorprende que alguien proclame de forma abierta su ateísmo y hasta haga propaganda del mismo. En este país no estábamos acostumbrados a tales sobresaltos. Aquí siempre hemos sido ante todo católicos, aunque fuera por decreto, como en el "nacional-catolicismo".

Cada día, nuestra sociedad se manifiesta más plural y diversa, también en el ámbito de lo confesional e ideológico: existen creyentes y no creyentes como existen opciones políticas y sociales de tendencias diversas. Y todas tienen derecho a manifestarse y a ser reconocidas. Como ciudadanos que son, los ateos tienen el mismo derecho a existir y les asiste la misma libertad de expresión que al resto.

Miradas las cosas con ojos de creyente, aunque pueda parecer escandaloso a ciertas mentes, todo esto es una buena noticia. Me refiero a la apuesta por el ser humano. No resulta difícil descubrir espacios compartidos en los que tanto el ateo como el creyente pueden marchar juntos. En esta opción por el ser humano, vamos a coincidir en algunas cosas sustanciales, como el rechazo de todas aquellas justificaciones que alienan y limitan la capacidad expansiva del ser humano.

Desde el lado del creyente, esto le forzará a denunciar con mayor coraje los ídolos o dioses falsos que se imponen y le disputan su derecho al "disfrute de la vida". Y que están, según el Vaticano II, en el origen de la "negación de Dios" y del ateísmo moderno.

La toma de conciencia de este punto de partida y el rechazo de las deformaciones de la imagen de Dios, dejando que emerja la apuesta limpia por el ser humano, es lo que me parece una buena noticia. "El concepto de Dios fue inventado como antítesis de la vida: concentra en sí, en espantosa unidad, todo lo nocivo, venenoso y difamador, todo el odio contra la vida", decía Nietzsche. Desde esta imagen de dios, el mismo Dios cristiano es necesariamente ateo.

Lo que plenifica la opción cristiana por el hombre, además de su conciencia de solidaridad en la humanidad, es la historia de Jesús y su mensaje sobre el Reino de Dios. Jesús siempre estaba al lado del hombre y los débiles. Es, pues, en la lucha por la dignidad del ser humano, donde creyentes y ateos podremos estar en la misma trinchera.

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