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Contrapunto: la Revolución Libia producirá islamistas pro-occidentales

COMENTARIO: Minetras una religión imponga sus normas en la vida civil no habrá democracia, sino un clericalismo y una teocracia, que el laicismo no puede aceptar, aunque las potencias occidentales hoy apoyen o rechacen en función de sus intereses economicos y geoestratégicos en la zona.


Los rebeldes libios se sonríen cuando encuentran una camiseta tamaño “small” con una caricatura de Osama bin Laden en medio de las carpetas de inteligencia, cintas y fotos en uno de los edificios abandonados por las fuerzas de seguridad del coronel Muamar al Gadafi. Exhibiendo sus espesas y tupidas barbas como fresco espectáculo de una religiosidad que aducen nunca habría sido tolerada por el antiguo régimen, tienen sentimientos encontrados respecto del hombre de la camiseta. "La lucha en nombre del Islam es algo que cuenta con todo el respeto de los musulmanes", dice Mukhtar Enhaysi, con cuidado. "Pero cuando [Bin Laden] provoca explosiones o comete actos de terrorismo contra civiles que no tienen nada que ver con eso, nadie está de acuerdo con eso".

La matizada visión de Enhaysi es común en un país cuyos ciudadanos son repentinamente libres para expresarse, si bien la sutil corriente islámica de la revuelta preocupa a algunos de sus aliados occidentales. Las fuerzas rebeldes en Trípoli son comandados por un exasociado de Bin Laden que la CIA había enviado a Libia para ser interrogado y torturado por el régimen de Gadafi. Y el líder del rebelde Consejo Nacional de Transición ha hecho un llamamiento para lograr una constitución guiada por los valores islámicos, lo que refleja el sentimiento popular en un país cuyos habitantes se autodefinen como conservadores y que han soportado 42 años de secularismo bajo Gadafi -aunque, para muchos, superficial- si bien se mostraba a sí mismo como el enemigo de Occidente.

El líder interino Mustafa Abdel Jalil dijo a una multitud en la Plaza de los Mártires de Trípoli esta semana que: "Perseguimos un Estado de derecho, la prosperidad y que la sharia (la ley islámica) sea la principal fuente de legislación, y eso requiere de muchas cosas y condiciones". Agregó luego que "la ideología extremista" no será tolerada.

De hecho, para una ciudadanía que se ve a si misma como intrínsecamente más conservadora que sus vecinos de Egipto y Túnez, no debería sorprender que los líderes provisionales de Libia ya estén haciendo hincapié en el carácter islámico de su futuro gobierno. Pero muchos dicen que el legado de Gadafi -y la reciente intervención de la OTAN- también han allanado el camino para un tipo diferente de islamistas al que Washington ha temido durante tanto tiempo. "El hecho de que Gadafi haya utilizado [a Occidente] como un enemigo común” hace que la frase ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo’ adquiera plena validez aquí, dice un funcionario del Consejo Nacional de Transición (CNT), que habló a condición de no ser identificado. "Si se complementa eso con el hecho de que Occidente jugó un papel decisivo en el apoyo [de los rebeldes] y en la desaparición de Gadafi, se ve que la gente es realmente muy amable".

El jueves, el británico David Cameron y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se convirtieron en los primeros Jefes de Estado occidentales en visitar la liberada Trípoli, donde se les dio una cálida bienvenida por parte de las autoridades de transición de Libia. "Los libios no olvidarán el 19/03, cuando la comunidad internacional actuó para proteger a Libia al defender una zona de exclusión aérea", dijo Jalil en una conferencia de prensa conjunta. Y prometió una estrecha amistad en el futuro. Una especie de paradoja cada vez más evidente en las calles de Libia en las últimas semanas. A lo largo del territorio controlado por los rebeldes, los libios son cada vez más expresivamente religiosos, celebrando reuniones de corte islamista y debatiendo los temas de interés público en los fondos de las mezquitas, incluso a medida que verbalizan un entusiasmo por la OTAN poco común en el mundo árabe.

A tal fin, Abdel Hakim Belhaj, el comandante jihadista en Trípoli, ha negado el extremismo y prometido tolerancia hacia otras religiones, a pesar de los documentos recientemente conocidos que corroboran su historia de entregas a la CIA. "No estoy motivado por la venganza contra aquellos que lo hicieron", dijo a TIME. "Estamos muy cerca de nuestros vecinos europeos, y queremos buenas relaciones con esos países, tanto en lo económico como en temas de seguridad". La idea de una democracia islamista post-9/11 puede chocar con el pensamiento occidental, pero no necesariamente con el del mundo musulmán. "No es algo que estamos inventando", dijo el funcionario CNT, citando a Turquía y Qatar – aunque este último, a pesar de su apoyo a la rebelión, no se la puede llamar exactamente democracia.

"Por lo general, en Occidente, se confunden con los islamistas de Bin Laden", dice Saleh Ibrahim, un periodista libio, al salir de una de las mayores mezquitas de Trípoli después de la oración del mediodía del viernes. "Creo que un gobierno moderado tomará el poder reflejando los valores islámicos, pero no van a ser los extremistas".

La mayoría de los libios son musulmanes suníes, lo que significa que hay poco riesgo de violencia sectaria -aunque divisiones tribales y regionales han sido visibles incluso durante la rebelión. Y ya ha habido signos de ruptura entre "islamistas" y "seculares" en la CNT. Los llamados laicos dominan su comité ejecutivo e incluyen al primer ministro interino (educado en USA) Mahmoud Jibril y a Ali Tarhouni, el Ministro de Hacienda y Petróleo que abandonó sus labores como profesor de economía en USA para unirse a la rebelión.

Jibril ha sido duramente criticado por algunos rebeldes, entre ellos el comandante de Tripoli, Belhaj por excluir las voces de los líderes islamistas del CNT en su intento de contener a los combatientes rebeldes bajo un estricto control central. Sin embargo, Jibril ve a estos grupos ya jugando "el juego político" en búsqueda de hacerse con el control del poder. Los críticos del primer ministro aducen que el verdadero conflicto se produce entre los restos del antiguo régimen -los que dicen estar cerca de Jibril- y los combatientes de la revolución. "Yo no soy un islamista, pero siento que tengo más en común con los islamistas que con los laicos que están en la foto actual", dice el funcionario del CNT. "¿Por qué?” Porque creo que los islamistas no tienen ninguna relación con el antiguo régimen. Son más nacionalistas. Y no tienen activos congelados, eso es seguro".

Algunos consideran que las tensiones están en aumento, con Abdel Jalil como el único capaz de mantener la coalición rebelde unida. Los combatientes rebeldes se mostraban irritados frente a las órdenes de la dirección del CNT de retrasar el asalto final a las últimas fortalezas de Gadafi como Sirte y Walid Bani para permitirle a las fuerzas leales más tiempo para rendirse. Funcionarios de CNT dicen que el propósito era demostrar su compromiso con la reconciliación. Pero para los opositores a Jibril esto era una maniobra para retrasar la formación de un nuevo gobierno, mientras llena el actual con sus amigos personales y aliados políticos.

"Al final del día, él (Jibril) podría llevar a los islamistas a hacer cosas que probablemente se los etiquete como extremistas -como la venganza y la liquidación de aquellos que consideran obstáculos", dice un funcionario del CNT. "Y luego habrá quedado atrás la opción democrática ya que habrá tomado cuerpo la necesidad de responder frente a la frustración por no estar involucrados en la toma de decisiones".

Algunos analistas occidentales temen que Belhadj y otros islamistas extremen sus posiciones como consecuencia de la frustración ante los intentos del Comité Ejecutivo por controlar a las milicias errantes de Libia en un clima de piedad en aumento, "Nunca se nos ha permitido vestirse así antes", dice Fátima Muftah, de 47 años de edad, cuyo rostro y el cuerpo están completamente oculto por un velo negro y guantes. "Soy programadora de computadoras, pero nunca podría haber usado esto para trabajar". Para alivio de esta corresponsal en manga corta, "no tengo ningún problema con lo que llevas puesto. Las mujeres deben ser libres de usar lo que quieren", agregó.

El funcionario del CNT es optimista. "Lo que va a pasar aquí va a ser único y será a la manera libia”, dice, sentado en el vestíbulo de un hotel de Trípoli en una tarde ocupada. "No va a seguir el modelo egipcio o el modelo iraní, o el modelo de Sudán. Va a estar más cerca de Turquía, pero sin alcohol, sin discotecas". "Este es el único país árabe que tiene el 100% de su población profesando la misma fe", añade. "La división que la gente está tratando de proyectar, no existe", remató.

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