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Contra la Iglesia

COMO hoy para hablar de cualquier asunto que mueva susceptibilidades hay que mostrar el 'pedigrí' al respecto, diré que el arribafirmante tuvo una educación católica sin aspavientos de la que nunca ha sentido necesidad de renegar pues prescindiendo de ella en la conducta y la moral y aprovechando su enseñanza ética ha vivido a gusto.

Al mismo tampoco agrada el anticlericalismo, que considera otra forma de integrismo religioso practicada por ex monaguillos resentidos. Dicho todo esto espero que no se piense que guardo resquemor alguno si, visto lo visto, pido que me consideren un enemigo de la Iglesia. Sí, salvando las distancias con tan ilustres personajes, pido ser metido en el mismo saco que en su día entraron Martín Lutero, Erasmo de Rótterdam, Galileo, Azaña, Napoleón o el sultán otomano.

Lo aplico a la Iglesia más a mano, la católica, porque es la que pretende inmiscuirse en mi vida y la de mis semejantes. Pero me opondría igualmente a otros cristianismos, judaísmo o islam cuando codician controlar no sólo lo que es de Dios sino también lo que corresponde al César. Veo un ejemplo lejano en los Estados Unidos de América: espero ver a Barack Obama convertido en presidente no sólo por ser un hombre negro, humilde, progresista y ajeno a los 'lobbies'; también, porque significaría la derrota de los cristianos renacidos, evangélicos y toda la caterva integrista que ha tenido el Poder en tiempos de los Bush y que planean una indisimulada transición de la democracia a la teocracia.

Aquí más cerca, quienes me hacen hervir la sangre son esos obispos que tenemos, esos 'ultrasur' con solideo, 'skinheads' mitrados con Cañizares, Rouco o García Gasco como cabecillas. No se pueden seguir tolerando ataques a las decisiones de gobiernos democráticos desde una institución que es no es democrática. En una embestida al laicismo, que busca sólo la separación total entre Estado -no sociedad, que esa hace libremente lo que le viene en gana- e Iglesia, Alfredo Dagnino, presidente de la Asociación Católica de Propagandistas -una de las organizaciones fundamentalistas más queridas de la jerarquía- tiene la desvergüenza de comparar al actual Gobierno con Hitler, quien tras asumir democráticamente el Poder cambió las normas hasta llegar al totalitarismo. Semejantes soflamas vienen de quienes añoran pasear bajo palio al dictador para el que fueron estómagos agradecidos; quienes en democracia pretenden hacer política sin tener el coraje de estampar sus nombres en una papeleta electoral.

Sólo el laicismo es garantía de libertad. Hay que romper ataduras, hay que derogar los acuerdos con Roma vigentes desde antes de la aprobación de la Constitución. Hay que poner a cada uno en su sitio. Será bueno también para los cristianos, contra quienes nada tengo, aunque hoy esté clara y radicalmente contra su Iglesia.

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