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Contra el clericalismo, laicismo…

Cada poco tiempo, en los más diversos aspectos de la lucha de clases surge el conflicto con el inmenso poder de la Iglesia Católica.

Hay que ser claros, identificar a esta institución:
En España la Iglesia Católica forma parte inseparable de las instituciones de la dictadura franquista, junto a otras como el ejército, la judicatura o la alta administración del estado. Y aquel sector de la Iglesia que se distanció del franquismo, forma parte de la reacción más funesta, como la llamada “iglesia vasca”.
No solo apoyó y encumbró a Franco en la “cruzada” sino que participó directamente en las matanzas, y al abuelo del que suscribe le dio el tiro de gracia un cura el 26 de julio de 1936 en Olite (Navarra).
El pacto constitucional de 1978, la política de los gobiernos del PSOE y el PP, de las autonomías no han hecho sino reforzar el poder de una institución que atesora las mayores riquezas en tierras, inmuebles, centros escolares, acciones de empresas e inversiones especulativas de todo tipo.[La Iglesia y la Bolsa]
Es simplemente de escándalo lo que los gobiernos de Zapatero han incrementado el poder y el enriquecimiento de esta gente, al tiempo que a través de la ley de la desmemoria histórica el mismo PSOE renunciaba al reconocimiento de sus miles de compañeros asesinados por el franquismo.
Así en el 2009 Europa Laica cifraba en 6000 millones de euros la financiación de la Iglesia con dinero público. [La financiación de la Iglesia]
A pesar del desastre del 20N, dirigentes del PSE-PSOE como Ramón Jauregui siguen en las suyas y el 29 de noviembre escribe en El Correo un artículo ensalzando la figura reaccionaria del cura José María Arizmendiarreta, fundador de las Cooperativas Mondragon.
 
Ha surgido el asunto de nuevo del Valle de los Caídos, y del cadáver de Franco, como si de símbolos se tratara el asunto y no de dinero y poder.
Ya Rajoy ha dicho que este es un tema que no toca, que la cuestión es la economía y tiene razón: ni un día más debía entregarse un euro más de dinero público a la Iglesia.
Mi opinión es que el Valle de los Caídos debía ser demolido hasta los cimientos una vez identificados los republicanos allí enterrados, una vez honrada su memoria; que la Iglesia debe ser expulsada de todos los ámbitos de la administración, desde este Valle hasta la escuela, donde debiera ser ella la encargada de pagar las nóminas de los “profesores” de religión cuyas clases deberían ser ofertadas en sus propios locales.
Los que no hayan sido robados, claro. [Navarra, siguen inscribiendo propiedades].
 
En otros ámbitos más localizados nos encontramos también con el poder de la Iglesia, allá donde haya dinero que ganar, especialmente si es público.
Así el Ayuntamiento de Leioa, con mayoría PNV, que ha preparado un Plan para especular con los suelos antes industriales de Lamiako [Plan Especial Earle] se propone ceder al obispado la parcela más céntrica del barrio para construir una Iglesia.
Suelo público regalado a la Iglesia en plena crisis, cuando anuncian sacrificios sin fin para los trabajadores, cuando cada día anuncian nuevos recortes de los servicios públicos.
 
En Bilbao el nacional-católico Azkuna y su cuadrilla, junto al PP, preparan la guerra al infiel cambiando las normas para impedir la instalación de Mezquitas musulmanas mientras se prodigan en dar dinero y aparecer oficialmente en actos religiosos. 
Extraños grupos de vecinos que nunca habían reivindicado nada protestan porque dicen que las Mezquitas atraen a los delincuentes…¿Más que la Iglesia Católica, infectada de asesinos de masas, de ladrones y pederastas?.
Personalmente no tengo ninguna simpatía por los dirigentes de las ONGs religiosas que manipulan a los ciudadanos creyentes musulmanes y que además aprenden rápido a esquilmar el dinero público ocupando las escuelas y pagando con el dinero de todos a sus catequistas. [Todos a pillar, que dicen en mi barrio].
Pero mis conciudadanos que profesan la religión islámica tienen derecho a tener un sitio donde cumplir con sus ritos, y ninguna institución puede negar ese derecho como tampoco debiera financiarlo.
A ningún militante obrero, a los socialistas especialmente nos puede interesar la división, tampoco en este terreno. 
La lucha por una sociedad laica, separada la religión del estado, debe formar parte de la lucha por una representación política fiel a los intereses de los trabajadores.
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