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Ciudadanía y laicidad

Hace 100 años nació Adolfo López Mateos. Presidente señero, creador de libros gratuitos, laicos y democráticos destinados a educar para la ciudadanía a millones de niñas y niños mexicanos.

Los inseparables conceptos de laicidad y de ciudadanía se corresponden. Existe una vinculación dialéctica entre ambos. Esa idea filosófica se asienta en la conquista de la autonomía moral del individuo, en el ejercicio del autogobierno inherente a cada una de las personas.

Tránsito, camino abierto, movimiento perenne, la ciudadanía se define por su naturaleza evolutiva. Se reelabora y madura de manera continua. Un derecho ejercido prefigura a otro. Una libertad vivida inaugura nuevas libertades.

La filosofía de una tolerancia creativa nutre a la creciente diversidad mexicana y ayuda a construir el modelo de ciudadanía social inherente al proceso democrático sujeto como está el nuestro a numerosos y difíciles procesos de consolidación, a pesar de sus notorios rezagos en el país.

La sociedad secularizada de hoy reconoce sus raíces en la pluralidad. Aludo a una pluralidad no sólo política e ideológica. Pienso también en la pluralidad moral y en la convivencia civilizada —protegida y garantizada por leyes laicas— de todos los modos de pensar y sentir, amar y luchar, hacer, decir y decidir.

El ciudadano abierto y secularizado no puede ser antirreligioso ni jacobino: respeta a todas las expresiones del llamado hecho religioso.

Laicos merced a la eficacia de su andamiaje jurídico y a su continuo proceso secularizador, el Estado y la sociedad tienen hoy la obligación —también es una exigencia del futuro— de educar a las niñas y a los niños de México dentro del espíritu laicista encaminándolos hacia el ejercicio cabal de la ciudadanía democrática.

Las libertades enraizan y brotan, se desarrollan, se consolidan y perfeccionan al influjo de la juridicidad laica. El carácter moderno del Estado, y su natural condición democrática, se identifican con las mejores ideas del liberalismo clásico.

En nuestro caso ese liberalismo ha venido decantándose hacia vetas señaladamente sociales a la vista de unas instituciones republicanas cuya fuerza interior las torna capaces de configurar a un Estado multiplicador de nuevos derechos y nuevas libertades.

En el mundo democrático avanzado ha vuelto a plantearse, tanto en los ámbitos públicos como en los privados, la importancia axial del ciudadano en la vida cotidiana y, con ímpetu creciente, en las perspectivas de su existencia personal y comunitaria de cara al porvenir. Toda democracia con futuro concibe al ciudadano —al concreto, al de carne y hueso, al de aquí, al de ahora— como punto de partida y puerto de llegada del complejo esfuerzo jurídico y político, económico y cultural de la sociedad moderna.

El concepto de ciudadanía en el siglo XXI trasciende las fronteras democráticas consideradas habituales. Va mucho más allá de garantías, libertades y derechos hasta ahora conocidos. Se asienta en el corazón mismo de una pluralidad secularizada cuya fuerza mueve a la sociedad en sentido progresivo y en los ámbitos más disímbolos de la cultura: la ciencia y el arte, el derecho y la medicina, la sexualidad…

Y si bien los mexicanos nos desenvolvemos al amparo de una verdadera cultura laica arraigada en la conciencia nacional desde los años de la reforma juarista (1859-60), resulta imprescindible y urgente dar muchos pasos hacia adelante en nuestro aún incipiente camino en busca del pleno ejercicio ciudadano y de la continuidad invicta de nuestro proceso secularizador. Laicidad y ciudadanía son categorías sinónimas en esta hora. Una no puede entenderse sin la otra.

Consejero político nacional del PRI

COMENTARIOS EN LA NOTICIA

delosrios

Que cínico es usted Sr. Echeverría, del PRI. ¿No fue su partido el que votó por la penalización del aborto en varios estados? ¿No fue su partido el que presentó candidatas a diputadas para cumplir la cuota de género, para después obligarlas a renunciar a favor de sus suplentes varones. Es usted un cínico, un doble cara como todos los del PRI.

saintvitus                                                                                                                                  

Entonces que los priistas dejen a los ciudadanos conducirse con libertad en la laicidad.

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