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Cinismo: la Iglesia y el debate sobre la edad de imputabilidad en Argentina

El Episcopado criticó el proyecto presentado por el gobierno nacional que baja la edad de punibilidad a los 14 años. Otra lavada de cara para uno de los garantes de este régimen social.

El día de ayer, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) emitió un documento titulado “Consideraciones sobre la baja de la edad de punibilidad”. El mismo fue publicado por la Comisión Episcopal de Pastoral Carcelaria y la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia.

Allí se plantea que el proyecto del Gobierno nacional –el cual fija la imputabilidad a partir de los 14 años- sería una medida electoral relacionada con “hechos delictivos de trascendencia mediática”, que persigue a los jóvenes. Mediante citas de Bergoglio, se exige que las autoridades ataquen las “causas” que originan la violencia y refirieron a las responsabilidades estatales, resaltando la situación de exclusión que prima en el país.

Si bien el texto aclara que “no debe rechazarse la adecuación de la legislación penal juvenil”, sugiere que “necesariamente deben incluirse otras perspectivas sociales y jurídicas”. “No se puede poner la mirada al final del camino”, declararon los referentes eclesiásticos.

La Iglesia y los “enemigos sociales”

Retomando un pronunciamiento realizado por la CEA en 2008, los firmantes afirman que “el mundo civilizado ha comprobado que las políticas de mano dura nunca resultaron protectivas”. Además denuncian que la iniciativa del oficialismo convierte a los menores que no pudieron acceder a los derechos esenciales, en “enemigos sociales”. Un argumento curioso por parte de una institución que ha convertido a gran parte de la población en su enemiga declarada. Empezando por las mujeres –en especial, a las más pobres- quienes mueren por abortos clandestinos, mientras esta institución oscurantista hace lobby para que no se legalice aquel derecho elemental. O la comunidad LGTBI, a la cual también Francisco condena, como puede constatarse en encíclicas papales recientes. Porque, como bien dijo el Monseñor Aguer, “la doctrina es una”… a pesar de que las palabras cambien.

¿Felices los pobres?

El documento de la Conferencia Episcopal hace énfasis en la desigualdad imperante y la falta de políticas estatales hacia los sectores que no tienen acceso a la salud, la educación y la vivienda. Cínicamente, elige obviar el hecho de que el Estado argentino –que no cesa de recortar en estos derechos básicos- destina millones de dólares a la Curia, solventando los salarios de obispos y sacerdotes, instituciones educativas religiosas de carácter privado y distintas organizaciones caritativas.

Por otro lado, a pesar de que se ha mostrado crítica en ocasiones, la Iglesia ha sido uno de los pilares fundamentales para que el macrismo cerrara un fin de año en relativa calma. En este sentido, se reunió con el presidente, llamó a la conducción de la CGT de “priorizar el diálogo” y bendijo la paz social que impulsaron la CTEP y el Movimiento Evita.

En definitiva, la Iglesia Católica es uno de los principales pilares de este régimen montado sobre la explotación y opresión de millones de personas. Con cambios en el discurso y la imagen, lo esencial de esta institución aliada del capitalismo, sigue intacto. También sus privilegios.

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