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Cine solo para mujeres

La noticia saltaba hace pocos días a la prensa regional: Qatar se ha convertido en el primer estado del Golfo Pérsico en inaugurar un cine exclusivamente para mujeres, en un nuevo ejemplo de cómo la segregación sexual -derivada de la interpretación más fanática de los hombres del Corán, que en ningún lugar defiende la misma- se expande por la región en lugar de revertirse.

Se trata de una sala creada ex profeso en un centro deportivo qatarí -en concreto, en su sección femenina, dado que el estadio también está segregado- y supone, según los expertos, un ejemplo de cómo los empresarios se vuelcan en negocios discriminatorios considerando que estos son tendencia en el conservador Golfo Pérsico, siguiendo el ejemplo del fanatismo saudí, que dicho sea de paso, es como seguir el ejemplo de los talibán en Afganistán.

Lo cierto es que en ningún estado del Golfo -zona que convive bastante bien con las tendencias occidentales siempre que éstas no cuestionen sus costumbres- existía algo así -con la excepción del ultraconservador reino wahabi, donde no hay cines ni para hombres ni para mujeres- si bien existen multitud de empresas sólo para mujeres, desde taxis hasta hoteles y centros comerciales pasando por playas, un fenómeno, por cierto, que también existe en Israel. En cuanto a establecimientos hoteleros exclusivamente femeninos no hay que irse muy lejos para encontrarlos, dado que se pueden encontrar en Londres, Zurich o Berlín.

Pero ¿un cine sólo para mujeres? Por más que recuerdo mis visitas a salas de cine de toda la región -Siria, Egipto, Líbano, Emiratos- no recuerdo situaciones que justifiquen tener necesidad de este tipo de salas.  Sobre todo porque las mujeres acuden allí en grupo o en familia pero nunca solas, esquivando potenciales situaciones incómodas. O simplemente, no acuden cuando la tradición y la moralidad vencen el deseo de ver una buena películas.

A la inauguración de la sala, situada en la capital, Doha, acudieron prominentes mujeres qataríes, algunas en absoluto convencidas de la necesidad de algo así. "Agradezco el esfuerzo ejercido por la institución que patrocina esta sala, pero creo que la sociedad qatarí, pese a ser muy conservadora, nunca ha logrado librarse del complejo masculino", lamentaba la documentalista Ibtisam al Adnani, cineasta pionera en el emirato. "Las mujeres pueden encontrarse en todos los ámbitos de nuestra sociedad, y temo que este paso lleve a otros pasos que separen a mujeres de hombres", afirmó en declaraciones al portal árabe Al Shorfa.

No hay necesidad pero hay quien ve negocio. Como por ejemplo, la fundación Abdul Aziz al Mahmud, que patrocina la sala. "El proyecto está destinado a animar a las mujeres a ver películas cuidadosamente seleccionadas en una atmósfera que mantiene la naturaleza conservadora de nuestra sociedad". Coincide con esta opinión el director del Asharq al Awsar Tariq al Homayed, quien en un artículo de opinión -aquí reproducido por Al Arabiya destacaba que "el asunto no es una extravagancia, más bien debemos verlo desde la perspectiva de servir a los intereses sociales, sanitarios y de seguridad de nuestra sociedad de acuerdo a nuestras costumbres y tradiciones, y eso incluso proteger a mujeres y niños".

Pero ¿protegerlos de qué? ¿De los varones? ¿No supone eso generar la idea, como incidía Al Adnani, de que es necesario una sociedad segregada que sustituya al aperturismo actual en un país como Qatar, donde funcionan 50 salas mixtas de cine sin que eso haya suscitado mayores quejas sociales? Resulta peligroso que las empresas busquen excusas religiosas para, simplemente, sacar provecho de las debilidades tradicionales de la sociedad.

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