Nuestra ignorancia se debe sobre todo a que la mayor parte de la historia la hemos pasado cocinando verdades eternas en vez de seguir el método científico o el sistema hipotético deductivo que consiste en observar, formular una hipótesis, experimentar, teorizar y, luego, demostrar que lo que se pretende como cierto, ocurre siempre que se llevan acabo determinados pasos para, por fin, crear una teoría científica.
Las religiones siempre han pretendido hacernos creer que éramos el centro del universo, pero la ciencia demuestra que nuestro planeta no está en centro de ninguna parte, ni el sol es la estrella más grande, ni la Vía Láctea tiene nada de especial salvo que constituyen nuestro mundo.
Los científicos griegos no disponían ni siquiera de una lupa, pero sí de lo más valioso para alguien de ciencia, que es el sentido común y el afán de saber qué les llevó a descubrir elementos y leyes de la naturaleza.