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Centenario de La Residencia de Estudiantes, laboratorio de un país laico y tolerante

Su fundador quiso modernizar España. Hogar de la Generación del 27 y de otros ilustres

La Residencia de Estudiantes, un lugar para la historia

La Residencia de Estudiantes, centro mágico de la cultura y la ciencia en Madrid, cumple cien años y lo hace con  renovado vigor, recordando su pasado ilustre pero mirando con determinación al futuro.

"Es un lugar de memoria y de futuro", cuenta la directora, Alicia Gómez-Navarro. Memoria, porque la Residencia fue un referente de la cultura de principios de siglo, especialmente con la Generación del 27; y de futuro porque esta casa, heredera de la Institución Libre de Enseñanza, sigue apostando por el talento, y acoge a un grupo de becarios de las artes, ciencias y humanidades.

Gómez Navarro lleva al frente de la Residencia desde 1986, junto a José García-Velasco, cuando ambos comenzaron los trabajos de refundación y de restitución del nombre.  "Quisimos que fuera un lugar de alojamiento especializado para jóvenes becarios, que son los que tienen un papel importante en la RE, como lo tuvieron los residentes de principios de siglo.

La directora nos habla de proyectos realizados, como la creación de un Centro de Documentación  que tiene dos joyas: la Biblioteca y el Archivo del Museo Pedagógico Nacional (fundado en 1880) y el Archivo de la Junta para la Ampliación de Estudios (el más importante que hay en España en historia de la ciencia del siglo XX), todo ello a disposición del público en el portal La edad de plata.

Pero aún quedan sueños por cumplir: seguir con la tarea de recuperación de los archivos de los residentes; tener un gran auditorio,  porque el que hubo se transformó en iglesia; disponer de una gran sala de exposiciones; y abrirse más al exterior.

Insiste Alicia en que esta institución está abierta a todos y anima al público a conocerla por muchas razones: porque está en un sitio magnífico y por descubrir, en el centro de Madrid; dispone de unos edificios de referencia del racionalismo arquitectónico; unos jardines por los que pasear y donde ahora se exhiben instalaciones  artísticas de los residentes.  Además, se puede visitar una habitación reconstruida como eran las de los años veinte, y que habitaron sus illustres moradores.

"Un lugar desconocido que tiene mucha historia",subraya la directora.

La Residencia: libertad y razón

Su fundador, Alberto Jiménez Fraud, heredero directo de la Institución Libre de Enseñanaza (ILE),  se puso al frente de esta "casa" para convertirla en laboratorio de un país laico y tolerante.

Con tan sólo 28 años, el malagueño Jiménez Fraud puso en marcha este centro educativo, al estilo de los colleges ingleses, en un intento por superar la tradicional separación entre cultura científica y cultura humanística.

Fue el núcleo modernizador madrileño  que se planteó modernizar España a través de la moral de la ciencia. "Libertad y razón", escribiría su fundador desde el exilio en Gran Bretaña, Jiménez Fraud.

La idea era educar ciudadanos, no señoritos

Defendió siempre que la búsqueda de la excelencia no tenía que ser elitista, para ello, la Residencia establecía un sistema de becas para "alumnos pobres de méritos relevantes".

La Edad de Plata

Hasta la Guerra Civil, en 1936, la Residencia vivió sus mejores y más fructíferos años. Se la conoce como La Edad de Plata, y su década más brillante, en opinión de uno de sus tutores, José Moreno Villa, fue la de 1920-1927, con la denominada "Generación del 27".

"Fueron los años en que allí coincidían García Lorca; Salvador Dalí; Emilio Prado; Luis Buñuel  y Pepín Bello" (…) Aunque la sombra de la trinidad formada por Lorca, Dalí y Buñuel es tan alargada que corre el riesgo de oscurecerlo todo", diría Moreno Villa en sus memorias.

Además de sus residentes ilustres, dieron conferencias en La Residencia figuras de la talla internacional como:  Marie Curie; Howard Carter; Albert Eisntein; John M.Keynes, Alexzander Calder, Paul Eluard; Chesterton; Stravinsky, Marinetti y Le Corbusier, entre otros.

De estilo neomúdéjar, La Residencia se ubica en un cerro de la capital. Uno de sus moradores ilustres,  Juan Ramón Jiménez, que vivió allí hasta que se casó, lo rebautizó como la Colina de los Chopos. Era un lugar luminoso, alegre y divertido. Todavía florece en el jardín las cuatro adelfas que plantó el poeta y escritor.

Pero con el estallido de la Guerra Civil, en julio de 1936, se izaron en la colina las banderas británicas y estadounidenses, para proteger a los participantes de los los cursos de verano. Los estudiantes acabaron huyendo. El lugar de convirtió en escuela de huérfanos, hospital etc.

Destrucción urbanística de la Residencia

Fue al final de la guerra cuando comienza la denominada "destrucción urbanística" del enrtrorno de la Residencia. Algunos de su edificios de ladrillo fueron destruidos, como el auditorio, y en su lugar se levantó una Iglesisa . En una de las fachadas posteriores se levantó un edificio inspirado en la arquitectura del Tercer Reich.

En 1959, dirigida por Laín Entralgo, sigue llamándose Residencia  de estudiantes y trata de recuperar el espíritu de ésta, pero un años después, con la fundación del CSIC, se convierte en Residencia masculina de investigadores del CSIC.

A partir de los 60 se empieza a dar acceso a las mujeres, comenzando con las esposas de los investigadores extranjeros, y en los setenta, parece un balneario decadente.  Es en 1986 cuando se la devuelve su nombre y arranca esta etapa de refundación.

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