La primera visita oficial de un jefe de la Iglesia Ortodoxa griega al obispo de Roma incluyó ayer una declaración conjunta del arzobispo Christodoulos y Benedicto XVI en la que ambas Iglesias proyectan «una fecunda colaboración para hacer redescubrir a nuestros contemporáneos las raíces cristianas del Continente europeo, que han forjado las diferentes naciones y contribuido al desarrollo de lazos cada vez mas armoniosos entre ellas».
Cordialísimo encuentro
El cordialísimo encuentro del arzobispo Christodoulos con Benedicto XVI devuelve la visita realizada por Juan Pablo II a Grecia en el 2001, que incluyó una plegaria en el Areópago de Atenas, el lugar donde San Pablo inició la evangelización de la capital de la cultura clásica.
Ayer, en su discurso de bienvenida, el Papa invitó a «desarrollar una colaboración entre los cristianos de cada país de la Unión Europea para hacer frente a los nuevos riesgos: la secularización creciente, el relativismo y el nihilismo, que abren el camino a comportamientos e incluso legislaciones contrarias a la dignidad inalienable de las personas y cuestionan instituciones tan fundamentales como el matrimonio». Una vez más, la referencia implícita a España y otros países europeos que alteran el concepto de matrimonio volvía a saltar a la vista.
En la misma línea, el arzobispo Christodoulos señaló que «Europa requiere de nuestra parte la vigilancia para señalar a tiempo todo lo que amenaza los valores y las estructuras de la civilización europea», como es el caso de «la corriente que lleva a la descristianización progresiva de Europa, y que pretende excluir a la Iglesia de la vida publica y marginarla socialmente», así como también «el fanatismo religioso» y el «frenesí consumista» que deshumaniza a las personas.
El acercamiento entre las dos Iglesias en cinco años resulta espectacular.
