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Carta abierta de la feminista laicista iraní Mina Ahadi a Frauke Petry, líder del partido xenófobo alemán AfD

Estimada Frauke Petry:

He recibido de su colega de partido Markus Frohnmeier una invitación para una reunión conjunta con usted. Por razones de cortesía, deseo explicarle por qué no asistiré.

Yo supongo que de lo que quiere usted hablar conmigo –en mi calidad de Presidenta del Consejo Central de Exmusulmanes— es del papel del Islam en nuestra sociedad. Mi posición fundamental al respecto es inequívoca: la religión es un asunto privado. Esto vale para el Islam, no menos que para el cristianismo y todas las demás religiones, inveteradas enemigas del progreso cultural. La historia nos lo enseña: tan pronto como las circunstancias sociales comienzan a bailar al son de los dogmas de alguna religión, lo que sigue es opresión, persecución y privación de libertad.

Yo misma tuve que experimentar en carne propia, como activista política, el carácter brutal, facistoide, del movimiento del Islam político. Como tal vez sepa usted, me tuve que exilar hace 35 años del Irán. Cuando naufragó la Revolución en Irán, los islamistas se hicieron con el poder y Jomeini ordenó la obligatoriedad del velo. Yo organicé con otras personas valerosas –hombres y mujeres— acciones de protesta y manifestaciones callejeras. A causa de mis actividades críticas con la religión y con el régimen, la policía secreta iraní registró mi apartamento mientras yo me hallaba en mi puesto de trabajo. Mi entonces marido y cinco huéspedes fueron detenidos y, poco después, ejecutados. Yo pude escapar, pero fui condenada a muerte en ausencia y puesta en situación de búsqueda y captura. Viví ocho meses clandestina en el centro de Teherán y conseguí pasar luego al Kurdistán iraní. Tras 10 años de lucha armada en el Kurdistán, conseguí llegar a Viena en 1990 y vivo ahora en Colonia desde hace varios años. Desde que fundé el Consejo Central de Exmusulmanes, también en Alemania estoy amenazada por los islamistas y he estado mucho tiempo bajo protección personal.

Ya ve: es alto el precio que tuve que pagar por mi deseo de una vida autodeterminada en una sociedad justa. Sé perfectamente qué motivos puede haber tras una huida. Y estoy muy contenta de haber recibido refugio en Alemania y la posibilidad de poder desarrollar una vida buena. Pero análogos destinos tuvieron que sufrir otros. Muchas personas han huido hacia Alemania precisamente porque deseaban vivir en una sociedad abierta, en vez de bajo una dictadura islamista. Muchos huyen de la guerra, del terror, de la violencia y de la explotación.

¿Puede usted imaginar un mundo en el que los codos se utilizaran para alcanzar la mano de esos huidos en busca de refugio?

Para serle sincera, yo no lo creo. Lejos de eso, su partido propaga una cínica política de bloqueo que trae consigo miles de muertos. En vez de expresar palabras de compasión, lanza usted gritos cuarteleros y habla de hacer uso de armas de fuego en las fronteras exteriores. Se lo pregunto abiertamente: ¿acaso no ha aprendido usted nada de la historia? Cuántos hombres y mujeres deben todavía desangrarse en las alambradas cruelmente dentadas de la OTAN, cuántos deben aún morir de sed o ahogarse en el Mediterráneo, antes de que usted muestre un adarme de emoción, un ínfimo gesto de humanidad? ¿Acaso no conoce límites su cerrazón?

Aun cuando la AfD [Alternativa para Alemania, por sus siglas en alemán] se proclama públicamente en la tradición humanista de la Ilustración, eso es de boquilla. Pues lo que su partido en el fondo representa es una posición tan autoritaria, homófoba y sexista –en suma: antihumana— como la de las organizaciones islámicas ultraconservadoras. Su partido, con su imagen tradicional-patriarcal de la familia, con su aversión a la educación sexual progresista y con su retrógrada posición ante los Derechos Humanos y ante la ciencia, tiene los mismos sueños fundamentalistas que los islamistas. Ambos fragmentan la Humanidad en identidades grupales, en vez de tomar en serio a los humanos como individuos en su diversidad. Este paralelismo no es casual. Pues el partido AfD es el partido del archirreaccionario movimiento cristiano-fundamentalista en Alemania. Esa es la razón de que usted critique al Islam, al tiempo que usa varas de medir muy otras para la no menos irracional religión cristiana. Sólo así puede explicarse que Beatrix von Storch, otra mujer con ideas religiosas locoides, tenga un cargo dirigente en su partido.

Estimada señora Petry:

Ni la idea de una Europa fortaleza cristiana, ni la política culturalmente relativista de apaciguamiento frente al Islam se corresponden con mis convicciones laicas de lo que debe ser una sociedad abierta. Pero la crítica del Islam escenificada por AfD es un huero envoltorio tras el que se esconden posiciones xenófobas.

No quisiera ser malinterpretada: la crítica del Islam es necesaria; también en Europa. Pues el Islam político es un peligroso movimiento y uno de los grandes problemas de nuestra época. Trágicamente, muchos gobiernos europeos, pero también la izquierda y los intelectuales, o ignoran o callan sobre este problema. Mientras mujeres y hombres valientes trataban de resistir en Irán a las políticas de apedreamientos,  ejecuciones y opresión femenina, nuestros amigos de izquierda en el Oeste contemplaban cuando menos con indiferencia la barbarie islámica.

Pero agrupaciones xenófobas como AfD no ofrecen ninguna solución para este problema. La respuesta a la barbarie sólo puede venir de la solidaridad de movimientos progresistas, humanistas.

[en persa, مینا احدی‎‎] (Teherán, 1956) es una activista austro-iraní a favor de los Derechos Humanos, presidenta del Consejo Central de Exmusulmanes. Actualmente residente en la ciudad alemana de Colonia, es miembro del Comité Central y del Politburó del clandestino Partido Comunista Obrero de Irán. En 2007 recibió en Londres el premio a la personalidad laica del año concedido por la prestigiosa Sociedad Laicista Nacional del Reino Unido.
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