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Carta abierta al Sr. Ministro de Educación

Su autor anima a enviarla masivamente

Estimado Sr. Wert Ortega: Recientement he podido oírle hablar en la cadena SER acerca de su preocupación por el adoctrinamiento que cierta asignatura, ya casi difunta o reformada, supone dentro del aula. Sinceramente, no tengo ni la más remota idea de cuánto de adoctrinamiento hay en dicha asignatura, ya que no la he cursado. Sé, en cambio y como usted acaba de admitir (bueno, a medias), que las citas que usted ha vertido en los medios no corresponden a libro de texto alguno. Pero no me desvío del asunto que quiero plantear. Permítame decirle que estoy de acuerdo con usted a medias: adoctrinar (y convengamos en usar la tercera o cuarta acepción de «doctrina» según el DRAE, que creo que es la que usted implica) es algo deseable o no dentro de la escuela dependiendo de aquello sobre lo que se adoctrine. Siendo exquisitos, espero que convendrá conmigo en que aquello sobre lo que es permisible adoctrinar en una institución pública de enseñanza (en la que necesariamente el nombre del Estado está detrás de cada tema enseñado) es nada más (¡y nada menos!) que aquellos valores cívicos que son imprescindibles en una democracia representativa como la nuestra. Dicho esto, permítame contarle acerca de lo que se me ha adoctrinado a mí en la escuela. Se me ha dicho, dentro del aula, por profesores pagados por el Estado y según un programa educativo autorizado por el Estado (y eso no lo cambia el hecho de que la asignatura fuera optativa): que la fe, la creencia sin pruebas en una serie de verdades, es una virtud (cosa que si afirmo en la Facultad de Física en la que soy doctorando provocaría carcajadas); que el fin último del hombre no es otro que la salvación del alma, y que hay un único camino para ella, siendo todos los demás incompletos o erróneos; que el ser humano no se basta para proporcionarse una ética justa, sino que Dios debe velar por que nuestra razón no se desvíe; que toda autoridad emana finalmente de Dios, ya que un gobierno elegido por el pueblo deja de ser lícito en cuanto se desvía lo suficiente de lo divino, etcétera. Sin mencionar que todo el resto de cosas que se me enseñaron en la escuela (paga por el Estado) se dijo bajo la presidencia de un crucifijo. Si eso no es adoctrinamiento, que venga Dios y lo vea (ups, perdón, es un tic que no puedo quitarme, no sé por qué). Me alegra realmente su preocupación por acabar con el adoctrinamiento en el aula. Por eso tengo confianza en que a la reforma de Educación para la Ciudadanía seguirán la retirada de la asignatura de Religión (de todas ellas) y de los símbolos religiosos en el aula. No podría esperar menos de alguien tan celoso en su cargo como usted. Atenta y esperanzadamente, Jesús A 3 de Febrero de 2012

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