"Como los empleados se estaban asustando, decidimos acudir a un experto para ver qué pasaba, pero no teníamos ni idea de los efectos dramáticos que eso iba a tener", recuerda Mike Vallis, director de división del Parque Thorpe, en The Daily Mail. ¿Y a qué experto recurre un ejecutivo del siglo XXI ante unos hechos como los denunciados? ¡A un médium! La dirección del parque optó por contratar los servicios de la organización Paranormal del Suroeste de Londres, que mandó a las instalaciones a su médium residente, Jim Arnold, quien, ¡cómo no!, encontró una explicación sobrenatural a lo que pasaba en los alrededores de la atracción: se estaba perturbando la paz de los espíritus de un antiguo cementerio.
El geofísico Peter Masters, de la Universidad de Cranfeld, ha explorado la zona con un radar subterráneo y, según The Daily Mail, todavía no ha llegado a una conclusión definitiva: dice que, en el subsuelo, puede haber un cementerio o los restos de un antiguo edificio. Por supuesto, los cazafantamas han facilitado a los medios británicos unas fotos en las que ven lo que quieren ver.
Esta historia parece sacada de una película de Monty Python, pero es real como la vida misma. Es una demostración más de que la mentalidad supersticiosa no entiende de jerarquías y puede afectar lo mismo a un peón que a un alto ejecutivo. Me gustaría saber cómo se toman los accionistas del Parque Thorpe el sobrecoste de desmontar y volver a montar la atracción, un gran tobogán por el que se desciende en espiral a bordo de un bote neumático, porque un médium dice que el lugar elegido inicialmente está encantado.