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Bienes de la Iglesia, patrimonio de todos

El robo del Códice ‘Calixtino’ señala la vulnerabilidad y las carencias de conservación y protección del patrimonio en los templos

La protección de una de las joyas medievales del patrimonio español era una cuestión de "compadreo", en la que la llave corría de mano en mano según conveniencia. Además, "don José María, el deán de la catedral, ya está cansado y de las medidas de seguridad debe encargarse personal especializado", reconoció ayer en rueda de prensa Xosé Freire, secretario general del Sindicato Unificado de la Policía (SUP), para quien el robo del Códice Calixtino en la Catedral de Santiago era cuestión de días.

Si no ocurrió antes fue porque durante el año Xacobeo había un plan blindado de seguridad interior y exterior de la catedral. Había un presupuesto que cubría, esporádicamente, los bienes patrimoniales. Para el policía las medidas tomadas durante el Xacobeo hicieron "muchísimo más difícil" que el libro se perdiera. Y no se privó de lanzar un aviso al cabildo catedralicio y a la colaboración presupuestaria del Estado: "Lo importante es aprender porque todavía quedan elementos valiosísimos en la catedral".

Desde Patrimonio Nacional piden un protocolo similar a los museos civiles

Prevención y protección, más dinero, pedía Freire el mismo día en que el Ministerio de Cultura se reunía con los responsables de cultura y patrimonio en Antequera (Málaga) para presentar dos planes de actuación para la conservación: el Plan nacional del paisaje cultural y el Plan nacional de investigación en conservación del patrimonio, en un año que se ha seguido con la tónica de recortes en conservación y protección de más de un 30% en los últimos dos años, tanto en el Ministerio de Cultura como en las comunidades autónomas.

Los responsables de este gabinete adelantó a este periódico que el Codex es una propiedad privada de la Iglesia, sobre la que ellos no tienen competencia. Añaden que han iniciado la comunicación con las autoridades del resto de países europeos, como complemento a la denuncia de Interpol.

Con estos mimbres, no extraña que en el último informe del Fondo Mundial de Monumentos (WWF, en sus siglas inglesas) se mantenga a España como tercer país, tras EEUU y Perú, que menos cuida su patrimonio arquitectónico. En dicho estudio se hace especial hincapié sobre el peligro de desaparición de algunos tramos del Camino de Santiago, como el de Santo Domingo de la Calzada, amenazado por la autopista.

«Alarmas, vitrinas… no hay dinero para las soluciones», dice una especialista

Cuestión de dinero

"Alarmas, vitrinas… Sería ideal, pero no hay dinero para las soluciones", explica Paqui Soto, directora del departamento de restauración de la empresa Talleres Arte Granda, especializada en la intervención de arte sacro, que, como señala, supera el 80% del total del patrimonio español. La especialista asegura que, además de los recortes presupuestarios, el intrusismo en la contratación de obras de restauración es un asunto muy grave porque, tras el cambio de la ley de contratos, priman los presupuestos más baratos. El patrimonio, a la baja.

Una fuente de la Biblioteca de Patrimonio Nacional que prefiere no aparecer con su nombre, se plantea si gracias al expolio podemos seguir apreciando los frisos del Partenon de Grecia. "El Estado debería establecer un protocolo para el arte de las iglesias como el que tienen los museos civiles, con seguridad, climatización y control, porque son bienes de la Iglesia, pero son patrimonio de todos nosotros", explica. Cuenta cómo las iglesias son extremadamente vulnerables al robo de obras de arte. De hecho, según los datos de la Guardia Civil, en 2009 este tipo de delitos creció un 40% con respecto a 2008 y en 2010 volvió a aumentar en un 22%.

La SUP advierte que «todavía quedan elementos valiosos en la catedral»

La Fiscalía Superior de Galicia dejó patente ayer su preocupación por la protección del patrimonio cultural gallego. Destacó que los robos cometidos en el último año se centran fundamentalmente en inmuebles de carácter religioso como iglesias, monasterios o ermitas, y que dentro del arte sacro los bienes más cotizados por los expoliadores son las imágenes de la iconografía católica de distintas épocas y de gran valor cultural.

Los especialistas consultados están sorprendidos con las medidas de seguridad del Códice: una cámara de seguridad a la que tenía acceso cualquiera, sin un control diario del manuscrito, sin arcos de seguridad, sin cámaras bien dirigidas, ni un protocolo de entrada reglado por escrito, con la firma de un responsable.

Para el jefe de servicio de Manuscritos e Incunables de la Biblioteca Nacional, Julián Martín Abad, se tenían que haber tomado medidas de seguridad mucho más importantes. Coincide en que un libro como el Códice Calixtino debería haber tenido unas visitas muy limitadas, con una toma de control visual bien orientada. Recuerda que en las cámaras de la Biblioteca Nacional hubo puntos muertos que hicieron posible los robos de los diez mapas de Ptolomeo hace dos años.

Mejor, en su lugar

"Los libros no están hechos para estar en un museo", explica Martín Abad, que defiende la conservación de los objetos en los lugares para los que fueron concebidos. Pero reclama protección. "El libro no es un objeto de exposición. Es un producto histórico. Hay que sacarlo de su lugar sólo cuando es necesario. Hay que ayudar a los lugares a que tengan ayudas para una conservación adecuada. Esa es la verdadera responsabilidad política", cuenta.

El especialista no teme su desaparición, lo que le preocupa realmente es su destrucción parcial: el troceado de las iniciales, por ejemplo. Ha contenido su asombro, porque está acostumbrado a la alarma. Revisa la historia de los libros y comprueba cómo han sufrido todo tipo de vejaciones y situaciones dramáticas. Pero lo que realmente le preocupa es "el terror de la mutilación".

Expertos policiales dedicados a la investigación de delitos contra el patrimonio a los que ha tenido acceso Público confirman la gravedad en este sentido: "El ladrón, probablemente, es una persona que no sabrá qué hacer con él y terminará arrancando las hojas para vendérselas a coleccionistas que las quieran enmarcar".

Rápidamente suaviza la imagen del fanático encerrado en su castillo, palacio o buhardilla extasiado con la posesión del libro miniado. "No hay ningún coleccionista que quiera admirar por la noche él solo la pieza. Los coleccionistas necesitan enseñar sus piezas más valiosas a otros coleccionistas y el Códice Calixtino está marcado. Este no es un robo por encargo: en mis 20 años en este cuerpo, sólo he visto un caso de robo por encargo", aseguró.

Sin embargo, si saliera a subasta algo imposible su precio podría alcanzar los cien millones de euros, según el experto Manuel Moleiro, editor de réplicas y facsímiles de códices antiguos. Julián Martín Abad replica: "¿Qué precio le pondrías a una parte de nuestro pasado? Es imposible saberlo".

El editor especializado en bibliología Julio Ollero es tajante: "Si no pueden conservar un bien patrimonial, que se desprendan de ello. No se puede exponer el Patrimonio a las inclemencias o al público". Aclara que no se puede tener el arte en estas condiciones. En eso coincide con Pilar Rábade, medievalista especializada en Historia de la Iglesia y profesora de la Universidad Complutense de Madrid, pero pide al Estado atención para que "la Iglesia garantice su protección. "Este robo es un auténtico desastre, porque es una pieza irreemplazable", explicó.

Las piezas creadas para la liturgia y convertidas en arte con el paso de los siglos ya no pueden seguir en las Iglesias, ¿qué hacer con ellas? Eduard Carbonell, exdirector del Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC), cree que hay que tener mucho dinero para conservar un patrimonio tan vasto. "Soy partidario de que estén protegidas en su lugar de origen. Hoy nadie arrancaría los mármoles para llevárselos al British Museum. Además, la Iglesia no querrá desprenderse de ese patrimonio porque representa dinero y ahora se paga por entrar en la catedral".

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