El nacimiento de Jesús, dijo ayer el Papa, "nos ayuda a ser conscientes de cuanto vale la vida de cada ser humano, desde su primer instante hasta su ocaso natural".
En plena polémica sobre la eutanasia, a nadie se le pasó por alto esta alusión del pontífice a la muerte "natural". Casi simultáneamente al rezo del Angelus, dos mil personas participaban en el funeral civil por Piergiorgio Welby, que tuvieron que celebrarse en la plaza frente a su parroquia de Roma porque la diócesis no autorizó el uso del templo.
La viuda y la hermana del fallecido habían solicitado celebrar los funerales dentro del templo, pero el Vicariato de Roma lo rechazó argumentando que la voluntad de morir manifestada "pública y repetidamente" por el difunto "contrasta con la doctrina de la Iglesia".
"Ha sido igualmente una ceremonia religiosa", dijo el eurodiputado Marco Cappato, cuya ayuda fue decisiva para hallar un médico dispuesto a dar a Welby "una muerte oportuna". Así lo había pedido el interesado al presidente de la República. Tras la inicineración, la viuda, Mina Welby, dijo sentirse "feliz" por Piergorgio: "Ahora es libre, aunque me habría gustado que el funeral se hubiese celebrado dentro del templo, principalmente por su madre". Y añadió: "Continuaré su batalla".
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