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Benedetti y la libertad

La poesía es uno de los géneros literarios más incomprendidos y, a la vez que el más “elitista”, el más marginal.

Y ello, entre otros matices, porque suele ser una expresión creativa individualista y muy personal. La poesía es, como dijo alguien alguna vez, "el lenguaje más directo del alma", porque se evade del filtro de la razón y de cualquier esquema preconcebido…La voz de algunos poetas, sin embargo, escapa del ámbito estrictamente literario para convertirse, a todas luces, en una voz universal. Tal es el caso de Mario Benedetti.

Se le incluye formalmente en una generación literaria uruguaya, la del 45, también llamada "generación crítica", cuyo compromiso con la observación de la realidad sin tabúes ni ropajes les llevó, a un grupo de escritores, a la defensa de las libertades y, posteriormente, a la repulsa del golpe de Estado de 1.973. Ese compromiso político, que era en el fondo un compromiso personal para Benedetti, le llevó a vivir como exiliado en distintos países del mundo durante los doce años que duró la siniestra dictadura uruguaya. Regresó a su país en 1.986, pero ese aura de sutil melancolía que impregna su obra ya no le abandonaría nunca.

Aunque fue prolífico en casi todos los géneros literarios, Benedetti era, ante todo, un poeta. Él mismo decía que la "la poesía es un altillo de almas, …un tragaluz para la utopía". Alquimista de la palabra, y despojado de formalismos y normas academicistas políticamente correctas, llegó a dignificar al máximo la relación entre el verbo y la libertad del ser humano;…en sus propias palabras, lo poético era para él "un drenaje de la vida".

Profunda e intensamente humano, se detenía en sus propios sentimientos que eran, en realidad, los sentimientos de todos en el camino hacia la autenticidad. La transparencia de su intimismo le llevó también, paradójicamente, a ese universalismo que emana de sus versos; porque Benedetti se conoció en profundidad a sí mismo, y conoció en profundidad, por tanto, al ser humano. Un proceso, a través de la escritura, similar al de poetas españoles que, como Lorca o Miguel Hernández, convirtieron su autoexpresión en un símbolo universal de la liberación y la dignidad.

Librepensante, ateo, laicista, humanista,… sabía muy bien de las cadenas que oprimen a las personas y a los pueblos, y su obra expresa la importancia de despojarse de los grilletes propios para ser capaces de trascender a los yugos ajenos (los sociales, culturales, religiosos y políticos). Dignificó la palabra, que para él tiene valor en sí misma, y la vinculó, con arresto y sin sensiblerías, a la ternura, al universo de los sentimientos y a la verdad profunda, intensa y desnuda..

Su compromiso consigo mismo y con los otros le llevó a escribir versos como "No te salves,.. no congeles tu júbilo…, no quieras con desgana, no te salves…" o, "Tus manos son mi caricia…., te quiero porque tus manos trabajan por la justicia", o, "..Te quiero en mi paraíso, es decir, que en mi país la gente viva feliz, aunque no tenga permiso.", o "¿Cómo hacerte saber que nadie establece normas salvo la vida?…"

Se nos ha ido un hombre cuya voz, más que literaria, es una voz universal que representa la voz de muchos, la voz de los que defienden el respeto profundo a la libertad y a la dignidad de las personas y de los pueblos. Su despedida ha sido, como no podía ser de otro modo, laica, solo con flores, sin símbolos, sin emblemas ni divisas, sin fanatismos; sin repudios ni exclusiones.

Coral Bravo es Doctora en Filología y miembro de Europa Laica

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