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AVALL estudia la adopción de medidas legales contra el programa escolar de la Iglesia católica

La Associació Valenciana d’Ateus i Lliurepensadors rechaza el programa de educación sexual elaborado por el arzobispado para los colegios

La sociedad valenciana acaba de sufrir un ataque frontal a su sistema de convivencia. Se trata no solo de una agresión muy grave a los principios democráticos en los que supuestamente está inspirado nuestro sistema político, sino una situación sin precedentes desde la restauración democrática.

Como es sabido, el Arzobispado de Valencia ha encargado a la sección española del Pontificio Instituto Juan Pablo II, cuya sede está en Valencia, un programa de educación sexual dirigido a los colegios. Esta “guía formativa”, titulada "Educar la sexualidad para el amor”, intenta transmitir a niños de entre 5 y 14 años una visión de la sexualidad acorde con la doctrina de la jerarquía católica. Sin embargo, este documento no se va a quedar en una declaración de intenciones, sino que va a ser el material a partir del cual se imparta la docencia. Es decir, la Generalitat va a tolerar que se impartan en aulas de colegios de la Comunitat Valenciana un temario no solo diferente sino opuesto al dictado por la propia Generalitat, el PIES (Programas de Intervención de Educación Sexual), elaborado por técnicos de sanidad.

Donde el PIES hablaba de contracepción, este panfleto habla de contención, castidad y fertilidad. Donde el PIES habla de reconocer la diversidad sexual y la diversidad de modelos de familia, este panfleto habla de funcionalidad y disfuncionalidad. Donde el PIES habla de sexualidad responsable, este panfleto habla de pudor y autocontrol. Donde el PIES habla de salud y de prevención de contagio de enfermedades, este panfleto habla de vicios. Donde el PIES habla de reflexión crítica frente a las desigualdades por razón de género, este panfleto habla de natalidad, erotismo y pornografía. Donde el PIES habla de la sexualidad en la construcción social y de la necesidad de reconocer la igualdad entre hombres y mujeres, este panfleto habla de la diferenciación sexual, del noviazgo y del celibato.

Comprobamos, por tanto, que el giro ha sido radical, en la medida en que los criterios científicos han sido sustituidos por prejuicios que atacan a estos frontalmente. ¿Cómo es posible que el Gobierno de todos abdique de sus obligaciones y se humille ante un sistema de creencias que no solo no es compartido por todos los habitantes de su demarcación sino que desafía el conocimiento científico internacionalmente consensuado, e incluso el más elemental sentido común? ¿Se han variado los principios políticos que sustentan nuestra convivencia y hemos adoptado los teocráticos? ¿Van a ser estos principios los que rijan en los centros de salud o en los hospitales a partir de ahora? Si se deja pasar esta atrocidad sin respuesta ¿cuál será el siguiente paso? ¿Vamos a negar la esfericidad de la tierra? ¿Vamos a enseñar creacionismo en los colegios? La Constitución no se puede quedar a las puertas de los colegios privados o concertados. Esta situación abriría la puerta a que el día de mañana otras confesiones religiosas pudieran imponer sus contenidos curriculares. ¿Educaremos en la sumisión de la mujer y en la necesidad de que cubra su cuerpo y su cara como lo aseguran intérpretes del Corán? ¿Enseñaremos en los colegios que las transfusiones de sangre están prohibidas porque lo decía Jehová?

Pero es todavía peor. Este panfleto, que ya está en poder de los colegios religiosos (privados y concertados) de la diócesis de Valencia, se pretende que pueda ser aplicado también en los colegios públicos bajo este argumento: "los consejos escolares tienen autonomía para aprobar aquellas actividades o programas extraescolares que consideren. Los centros, si es aprobado por su consejo escolar, pueden decidir este tipo de cuestiones que son voluntarias dentro de su libertad". ¿Y dónde queda la libertad de los padres que se encuentren en minoría en un colegio público para elegir que sus hijos sean educados según criterios científicos? La democracia no es tanto la imposición de la voluntad de la mayoría como el respeto de las minorías. Y, sinceramente, no creemos que aquellos que consideran a la ciencia como una forma de conocimiento inferior al prejuicio y el dogma religioso sean mayoría en la Comunitat Valenciana.

¿En qué documento de la OMS (Organización Mundial de la Salud) se habla de que la masturbación es un “vicio”? ¿Si “las relaciones sexuales humanas han de ser realizadas por los esposos que acogen la vida” y se ha de entender “acoger la vida” como procrear, no serán tampoco relaciones sexuales humanas las que tengan parejas heterosexuales estériles, o ancianas, o que no sean miembros de la Iglesia Católica y vivan en concubinato? ¿Qué puede pensar el hijo de una familia monoparental u homosexual cuando sus profesores tildan a su familia de disfuncional? ¿Cómo podemos permitir que una asociación de célibes se permita desde un aula dar lecciones de moral, sexual o de otro tipo, y juzgar a los padres de un menor? El autodominio y la continencia en materia sexual no parecen haber tenido mucho éxito dentro de la Iglesia católica, habida cuenta de los miles de casos en todo el mundo que se han hecho públicos, y de aquellos otros que nunca se darán a conocer, donde han estado implicados sacerdotes e incluso obispos en delitos de pederastia.

Estamos ante una situación tan grave que el silencio solo puede ser entendido como complicidad o sumisión. No es posible dejar sin respuesta una agresión tan profunda a nuestro sistema de convivencia. Si las personas de bien no levantamos la voz ante esta situación, la escalada puede seguir hasta límites difíciles de prever. No queremos avergonzarnos de ser valencianos. No queremos ser blanco de las burlas, ni podemos resignarnos a un ridículo internacional de este calibre. Por todas estas razones, AVALL (Associació Valenciana d’Ateus i Lliurepensadors) va a estudiar la adopción de medidas legales que tengan por objetivo frenar este último delirio de regional-catolicismo. Creemos que hay indicios de delito contra la salud pública por el asunto de los preservativos. Creemos que hay indicios de delito en la vejación a los homosexuales. Creemos que hay indicios de delito en la supeditación de los intereses generales a una confesión religiosa.

La sumisión quizá sea una virtud para aquel sistema de creencias que ha renunciado a la razón, pero desde luego no puede ser una virtud para una ciudadanía crítica, consciente de sí misma y que aspira a vivir en el siglo XXI.

Associació Valenciana d'Ateus i Lliurepensadors

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