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Autorizan por primera vez celebración de cultos y misas en penitenciarías cubanas

Una experiencia inédita comenzará en la isla, a partir de este mes, al haber sido autorizada la celebración de cultos y misas en las prisiones cubanas.

La noticia trascendió en una reunión celebrada por la presidencia del Consejo de Iglesias de Cuba (CIC), el pasado jueves 10, con la participación de un grupo de líderes de las distintas denominaciones evangélicas y personas, pastores y laicos que, durante años, han asumido la capellanía, pero a nivel personal.

En los 50 años que lleva la revolución cubana en el poder no hay experiencia en atención colectiva a la población penal. Si bien desde 1988 se autorizó a que las iglesias dieran acompañamiento a aquellos reclusos que así lo solicitasen, fue a partir del ’96, cuando se potenció, de manera más organizada, esta labor.

Si bien no se posee la cifra exacta de capellanes que existen en Cuba actualmente, se ha autorizado a formar, por cada centro penitenciario, independientemente de su grado de severidad, dos grupos de cinco personas, entre laicos y pastores, quienes serán los encargados de organizar la celebración de los servicios religiosos en esos lugares.

Para ello, el Consejo de Iglesias de Cuba nombró al reverendo Francisco Rodés, director del centro Kairós de Matanzas, como capellán mayor por su vasta experiencia en este tipo de labor. El mismo será el encargado de organizar, a nivel de país y dentro del sector evangélico, el trabajo de capellanía; además de instrumentar cursos que permitan la capacitación a este personal.

Según un reglamento redactado a los efectos y conciliado entre las autoridades y una comisión del CIC, la atención colectiva no excluye la individual y deberá dedicarse, de modo exclusivo,  a las celebraciones de cultos con la posibilidad de intercambio de elementos de significación religiosa como es el caso de cruces, biblias, devocionales, himnarios, plegables y, si así lo entendieran los oficiantes, cámaras fotográficas para dejar constancia de las mismas.

Para evitar el incumplimiento de otras actividades de los centros penitenciarios como es el caso de las escuelas de superación que allí existen o los eventos culturales y recreativos, se ha fijado un tiempo para las celebraciones que no exceda las dos horas y una periodicidad mensual, lo cual no excluye que, en un futuro, tengan mayor sistematicidad.

Algo que quedó claro en la reunión fue que aquellas personas que sean escogidas para el trabajo de capellanía no podrán realizar éste desde posiciones sectarias, sino de la manera más ecuménica posible, a fin de evitar el proselitismo que, como fenómeno, se manifiesta entre las distintas fe religiosas.

La nueva medida forma parte de la apertura religiosa que viene dándose en la isla, de manera paulatina, desde el histórico encuentro entre 74 líderes evangélicos y el presidente Fidel Castro, en el 1990, de lo cual se conmemora, el próximo año, su aniversario 20, que se espera celebrar con una jornada de recordación.

Héctor Andrés Tamayo, laico de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, en la provincia de Las Tunas, al oriente del país, cumplió nueve años preso y, desde la cárcel, se convirtió al Evangelio. Hoy lleva igual cantidad de años trabajando como capellán en la prisión provincial y expresa: “Esta es una hermosa manera de devolver lo que recibí en una momento de mi vida en que estaba en crisis; es la posibilidad de ayudar a otros a encontrar a Cristo.”

Por su parte Elsa Jorge González, de la Iglesia Cristiana Pentecostal en la provincia central de Camagüey y también laica, manifestó que, desde el año ’98, se desempeña como capellana. “Hemos orado mucho a Dios porque abra puertas en sitios como esos. Y esta noticia de hoy es la respuesta a nuestras oraciones, un regalo y, a la vez, una responsabilidad que cumpliré con gusto. Llevo años capacitándome para este momento”, afirmó.

Para el reverendo y pastor bautista Francisco Rodés, haber estado asistiendo a las cárceles de manera ininterrumpida por espacio de 15 años, resulta muy gratificante; “Siempre que regreso de una visita a un preso vengo renovado, porque es muy bonito ver como el Evangelio cambia a las personas y ahora asumiremos esta tarea con más ímpetu y de manera más organizada.”

Entrevistado, finalmente, por ALC el secretario ejecutivo del CIC bajo la égida del cual se desarrollará el trabajo de capellanía a nivel institucional, el reverendo y pastor anglicano Pablo Odén Marichal, manifestó que “aceptamos el desafío con la convicción de que Dios nos va a ayudar a ser instrumentos de bendición y de regeneración para esas personas a las cuales, a veces, nuestra sociedad estigmatiza. De manera que la labor no sólo ha de ir encaminada hacia los presos, sino también a sus familias y a la sociedad toda, a fin de enfrentar esas injusticias que se cometen con una persona que ya ha cumplido su condena y pretende reintegrarse a la vida comunitaria.

“Por eso yo pienso que una sociedad que tiene medidas para ordenar la vida social y evitar delitos y crímenes ha de tener, también, la comprensión necesaria para evitar todo tipo de rechazo, porque si no estamos castigando doblemente. Además de la misión de capellanía que nos reta, ahora con más fuerza, se impone, además, educar a la sociedad en este sentido de restauración humana integral”, concluyó.

Actualmente solo los católicos y los evangélicos han sido autorizados a los cultos masivos en las prisiones; no así, en esta primera etapa, otras manifestaciones religiosas como las judías, las espiritistas o las africanas, entre otras.

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