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Argentina: Kirchner y la Iglesia

La tensión entre el Gobierno argentino y la Iglesia católica se reavivó hace algunos días, durante la misa del Corpus Christi, cuando varios pasajes de la homilía del arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina, monseñor Jorge Bergoglio, se interpretaran como una crítica directa al presidente Néstor Kirchner. "Nos cuesta el diálogo público, el decirnos bien las cosas institucionalmente, decirnos bien las cosas delante de todos y para el bien de todos. Eso nos falta", dijo el cardenal Bergoglio. "También nos hace falta decirnos bien las cosas que nos dieron nuestros mayores. Bendecir nuestro pasado, no maldecirlo. Lo que fue pecado e injusticia, y no se asusten de esto, también necesita ser bendecido con el perdón, el arrepentimiento y la reparación", agregó, durante la misa celebrada en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada.

Aunque no se nombró concretamente al presidente Kirchner, en el seno del Gobierno, las palabras del prelado se interpretaron como un nuevo ataque de parte de la cúpula de la Iglesia hacia el mandatario argentino. Días antes, en plena campaña electoral porteña, el presidente Kirchner había hecho referencia al pasado del candidato opositor, Mauricio Macri, favorito para ganar la segunda vuelta por la jefatura de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y rival del ministro de Educación y candidato oficialista, Daniel Filmus.

Desde el Gobierno, la respuesta a las declaraciones del cardenal Bergoglio fue inmediata. El ministro del Interior, Aníbal Fernández, opinó que "si utiliza la religión como bandera política, no es la Iglesia de Cristo".
 
Dos actores enfrentados
Los pulsos entre el Gobierno de Kirchner y los representantes de la Iglesia católica no son nada novedoso. El sacerdote Eduardo de la Serna, conocido por llevar adelante un importante trabajo social en zonas marginales de Buenos Aires, cree que la tensión nace a raíz de dos factores: un Gobierno con rasgos intolerantes, y una Iglesia que aún no ha realizado una autocrítica acerca de su forma de actuar durante el pasado reciente. "Muchas de las palabras del cardenal Bergoglio dejan abierta la lectura a una posición que se puede leer como negativa o crítica hacia el Gobierno. Por su parte, en parte debido a su intolerancia, el Gobierno muchas veces las ha interpretado de esa manera. Yo creo que si el Cardenal lo quiere hacer así, entonces sería bueno que lo diga más claramente para que deje en claro que quiere encabezar una oposición al Gobierno nacional. Si no, que cuide un poco sus palabras que, me parece, son más bien negativas", agregó De la Serna, en diálogo con Radio Nederland.

Según el presbítero, las responsabilidades por la falta de diálogo son compartidas. "De parte del Presidente, hay bastante intolerancia con respecto a cualquier cosa que le suene a opositora. Y, de parte de la Iglesia, hay una actitud bastante extraña en planteamientos que hacen alusión a temas que son más europeos que latinoamericanos, en lugar de ocuparse por otros mucho más latinoamericanos y fundamentales, como la pobreza y los compromisos con las situaciones de injusticia", sostiene. Por otra parte, De la Serna cree que la Iglesia ha perdido autoridad para referirse a la situación actual de Argentina porque "no tuvo un compromiso fuerte en contra del neoliberalismo implantado en la década del '90".
 
Proceso de laicidad
Uno de los momentos más críticos de la relación entre el Gobierno y la Iglesia se produjo en el año 2005, cuando el entonces obispo castrense, Antonio Baseotto, cuestionó duramente al ministro de Salud, Ginés González García, por promover la despenalización del aborto y el reparto de preservativos entre los jóvenes.

Juan Cruz Esquivel, doctor en sociología e investigador en temas de Estado y religión del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), considera que estas diferencias son consecuencia de un inevitable proceso de laicidad, que tiende a darle una mayor autonomía a las decisiones gubernamentales. A su juicio, tradicionalmente la Iglesia Católica argentina ocupó un lugar privilegiado en la definición de políticas públicas, la designación de ministros y la proclamación de leyes. "Hay un modus operandi de la institución católica, sobre todo de su conducción, es decir el Episcopado, que tradicionalmente la llevó a intentar influenciar o imponer su sistema doctrinario a toda la sociedad. Y en este Gobierno del presidente Kirchner, ha habido un punto de inflexión en ese sentido, y la Iglesia ha perdido ese lugar de interlocutor privilegiado. Eso ha generado algunas tensiones y desencuentros", explica Esquivel.

El investigador estima que la definición de las políticas públicas gubernamentales tal vez no estén conscientemente pensadas en cuanto a la laicidad como contexto. "Pero indudablemente, cuando se busca universalizar los derechos, se está en afinidad o en consonancia con los ideales o los principios de la laicidad, porque hay cierta autonomía de los individuos para adecuar sus prácticas en función de sus necesidades o convicciones personales, más allá de los dictámenes de las propias instituciones religiosas", agrega Esquivel.
 
Diálogo trunco
A fines del mes pasado, al cumplir cuatro años de gestión, el presidente Kirchner declaró que tenía "las puertas y el corazón abiertos" para dialogar con monseñor Bergoglio, máxima autoridad de la Iglesia Católica en Argentina. Sin embargo, hasta ahora, nadie se anima a pronosticar una fecha para ese encuentro.

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