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Argentina: El Colegio Nacional Monserrat, dependiente de la Universidad de Córdoba, decidirá el destino de los crucifijos de sus muros

El tema será analizado en el primer semestre del ciclo lectivo, en el marco de espacios amplios de discusión. Una mudanza transitoria había coincidido con el debate sobre el vínculo de la Iglesia y el Estado.

La suerte de los crucifijos en las aulas del Colegio Nacional de Monserratse decidirá en el primer semestre del ciclo lectivo en curso.

Al menos eso hicieron trascender integrantes del Consejo Asesor del tradicional establecimiento educativo preuniversitario, fundado en 1687 por el sacerdote Ignacio Duarte y Quirós, quien a tal fin donó todos sus bienes a la Compañía de Jesús.

Para dar cumplimiento a lo resuelto en diciembre, ese cuerpo colegiado –integrado por el director, los vicerrectores y representantes de los docentes, no docentes, estudiantes, preceptores y padres de alumnos– acordó en la primera reunión de este año promover acciones y abrir espacios para que la comunidad educativa resuelva si esas imágenes religiosas tienen que permanecer colgadas en las salas destinadas al dictado de clases o ser removidas de sus muros.

Días antes del inicio del receso escolar del año pasado, el director del Monserrat, Aldo Guerra, resolvió restituir las cruces a los claustros del edificio –ubicado en Obispo Trejo y Duarte Quirós–, tal como sugirió el Consejo Asesor.

Habían sido quitadas de casi todos los espacios del establecimiento en enero, para completar los trabajos de pintura que se realizaron durante aquel verano para remozar el monumento histórico, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.

No obstante, anticipó que este año la comunidad educativa tendría que zanjar las diferencias entre quienes sostienen que los crucifijos deben permanecer en las paredes, dado el origen religioso de la institución –por caso, su nombre responde a la advocación a la Virgen–, y quienes promueven su remoción.

Los partidarios de esta posición argumentan que las imágenes no tienen valor artístico ni patrimonial alguno, y que su presencia, así como la de cualquier otro símbolo religioso en el ámbito institucional, es contraria a la ley vigente, toda vez que establece una relación directa entre un dogma religioso particular y la enseñanza que debe impartirse en un colegio nacional, público y de carácter laico, como es el Monserrat.

En carpeta

La hoja de ruta en ese sentido comenzará a trazarse en la próxima sesión mensual de los consejeros. Estos, por reglamento, tratan las políticas generales que atañen a la vida institucional, asesoran al director y propician el intercambio de opiniones sobre asuntos relativos a normas, cuestiones académicas, de extensión y estudiantiles, entre otras índoles.

Cabe acotar que las propuestas que formulan no son de carácter vinculante; por lo tanto, la aplicación de ellas no es obligatoria, aunque la tradición colegial indica que, la mayoría de las veces, se respetan las sugerencias cuando son fruto del consenso entre los integrantes de ese ámbito democrático.

La idea preliminar contempla la promoción de charlas a cargo de especialistas en educación, la formulación de espacios de debate abiertos a todos los estamentos del colegio y una suerte de plebiscito final no vinculante en la bisagra del ciclo lectivo.

Posturas

Si bien no hay aún fecha prevista para arrancar con la confrontación de criterios, el proceso de discusión se pondría en marcha en la primera quincena de abril.

Quienes están a favor de que los crucifijos permanezcan en las aulas del colegio basan sus argumentos en el pasado confesional del Monserrat, fundado en 1687 por los jesuitas. Sostienen que reconocer la historia como elemento constitutivo de la identidad “es un acto de madurez de los pueblos”, que en este caso engrandece a los monserratenses. Además, entienden que la presencia de las cruces en los claustros académicos no ofende el carácter laico de la institución.

Los que están a favor de la remoción apelan a disposiciones de la Constitución Nacional en materia de enseñanza y a preceptos contemplados en la Ley de Educación Nacional (N° 26.206). Este instrumento legal regula el derecho de enseñar y aprender consagrados en el artículo 14 de la Carta Magna y en los tratados internacionales incorporados a ella.

“Los monserratenses no podemos negar la historia del colegio, pero también debemos posicionarnos en la situación actual. Lo importante aquí es generar un debate serio para que este tema se resuelva con la opinión de la comunidad educativa en su conjunto, teniendo en cuenta el basamento normativo sobre el que estamos parados”, razonó el director Aldo Guerra en diciembre. Hizo el razonamiento al ordenar que las imágenes fueran restituidas a los claustros hasta tanto se decida la suerte de los símbolos religiosos, a través de la discusión en la que invitó a participar, de manera activa, a todos los estamentos institucionales.

Un contexto de sensibilidad exacerbada

El año pasado, en el marco de debates que excedieron el ámbito legislativo y se extendieron a toda la sociedad, como el de la legalización del aborto, se actualizó la discusión sobre los límites de la relación entre la Iglesia Católica y el Estado.

En ese marco, se vivieron en Córdoba escenas de tensión, por caso, cuando un grupo de estudiantes decidió proteger la imagen de la Virgen María en la Facultad de Derecho, ante la potencial amenaza -aseguraron- de que fuera dañada por quienes consideraban inapropiado que estuviera allí.

Fue en ese escenario de polarización social que trascendió el posible cambio de sitio de los crucifijos del Colegio Nacional de Monserrat, aunque las autoridades del establecimiento dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba aclararon que habían sido quitados transitoriamente por obras de mejoras en el edificio.

Es por ello que desde el centro educativo se optó por someter el tema a una discusión más amplia y postergar su tratamiento, lo cual, finalmente, se estaría por concretar.

Se ponen en juego múltiples aspectos, incluido su carácter de patrimonio cultural de la humanidad, lo cual implica que en el lugar se realizan asiduamente visitas guiadas en algunas de sus áreas.

Se espera que el debate sea también una instancia de acercamiento entre las posturas y no de profundización de las diferencias sociales que le dieron lugar.

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