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Apóstatas del islam

Una exiliada iraní funda en Berlín una asociación en la que sus miembros abjuran de la fe islámica. Los exmusulmanes arremeten contra el sometimiento de la mujer

¿Cómo puede esta mujer levantar tanto odio? Mina Ahadi no tiene nada de exaltada: pequeña, modesta y casi tímida, parece lamentar haber salido del anonimato. Su voz es dulce y su rostro esboza una sonrisa permanente. Excepto cuando habla del islam político.
A finales de febrero, Mina Ahadi creó oficialmente en Berlín la Asociación de Exmusulmanes de Alemania. Uno tras otro, una parte de los 140 miembros han abjurado solemnemente, ante la prensa. Desde entonces, la vida de Ahadi corre peligro y su escolta de policías de paisano no le quita el ojo de encima.

Prohibido por la charia
Abjurar está prohibido por la charia. "El islam no tiene una puerta de salida, no permite dar la espalda a la religión", recuerda Ursula Spuler-Stegemann, especialista en esta cuestión en la Universidad de Marburg. "Eres automáticamente musulmán si has nacido de padres musulmanes. Entre ellos, ciertamente hay muchos ateos, pero no lo dicen abiertamente. En los países en los que rige la charia, los no creyentes pueden ser condenados a la pena de muerte".
"Es imposible modernizar el islam", asegura Mina Ahadi para explicar su gesto, que roza la provocación. "Yo he abjurado", la frase de hoy de los exmusulmanes de Alemania, recuerda a la de los partidarios del aborto en los 70. "Conozco el islam político. Al final te lapidan, también en Alemania", dice la presidenta de la asociación.
Nacida en Irán en 1956, Mina Ahadi fue excluida de la Universidad de Teherán, donde estudiaba Medicina, en los primeros días de la Revolución Islámica porque se negó a llevar el chador. Su marido, resistente, fue asesinado por el régimen. Comunista, se unió a las filas de los kurdos en el norte del país antes de huir a Austria y, después, a Alemania, desde donde prosiguió su lucha contra el extremismo islámico. En el 2000, creó un comité contra las lapidaciones y, en el 2006, organizó una campaña contra los crímenes de honor. "El islam humilla a las mujeres y las somete a los hombres", subraya Arzu Toker, vicepresidenta de la asociación. Pero "el islam también es hostil a los hombres", añade esta turca enérgica, de 55 años. "Les reduce al rango de sementales guiados solo por su instinto sexual".
Los 140 miembros de la asociación no la toman solo con los islamistas. Su lucha apunta en gran medida a los políticos alemanes, acusados de "pactar con el enemigo en nombre del sacrosanto respeto a las diferencias culturales". "No es normal que el ministro de Interior reciba solo a las asociaciones musulmanas cuando quiera dirigirse al mundo de la inmigración", estima Mina Ahadi. "Estas asociaciones no tienen derecho a hablar en nombre de los 3,5 millones de musulmanes de Alemania. Muchos no nos sentimos representados en absoluto por estas asociaciones tradicionalistas".
"Los exmusulmanes han abordado un tema tabú –afirma un estudiante marroquí no practicante–. Este tema es explosivo. Muchas personas, a las que la sociedad cataloga como musulmanes por su nacionalidad pero que no tienen nada que ver con el islam, están preocupadas".

El sondeo
En la práctica, es difícil medir el grado de religiosidad de los musulmanes de Alemania. Según un sondeo efectuado a 1.000 personas en el land de Hesse por el Centro de Estudios sobre Turquía, el 83% de los musulmanes se declaraban "muy religiosos" o "bastante religiosos" a finales del 2005, frente a un 72% a finales del 2000. Por el contrario, la proporción de los "no religiosos" también ha progresado (3% a finales del 2000; 6% a finales del 2005) en detrimento de los "poco religiosos".
"La Asociación de Exmusulmanes es una oportunidad", considera Cem Özdemir, diputado verde alemán en el Parlamento Europeo, hijo de padres turcos. "Uno de los principales retos del futuro es que las personas de origen musulmán aprendan a respetarse".
Mina Ahadi espera que su ejemplo sea seguido en el extranjero. "Tenemos contacto con los movimientos en favor de los derechos de la mujer ante el islam en Suecia y Canadá, pero no en Francia –deplora–. Es importante lograr un movimiento europeo, porque los problemas son idénticos: el velo, la educación religiosa de los niños".

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