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Antes un presidente gay que un presidente ateo en Estados Unidos

A los estadunidenses les gusta hablar de la “excepcionalidad” de su país con respecto al resto del mundo. Barack Obama presume de ella para decir que ha permitido que un casi adolescente funde, él solito, Facebook o que él, un negro, sea presidente, aunque también lamenta que tenga su lado oscuro, como la pasión irracional de sus compatriotas por las armas. Sin embargo, la excepción que no se atreve a mencionar, ni el mandatario ni ningún político es el ateísmo.

La paradoja estadunidense es que el país que más ha sabido aprovechar la ciencia para su progreso es el que presenta unos niveles insólitamente altos de fervorosos creyentes, si se compara con naciones de su entorno. Según una reciente encuesta de Pew Center, el 53 por ciento de los estadunidenses considera que Dios es muy importante en sus vidas. Este porcentaje cae al 37 por ciento si se pregunta a los mexicanos.

“Anomalía”.

Jamila Bey, de la Alianza Secular Estudiantil, señala que “Estados Unidos es una anomalía porque, en primer lugar, fue fundado por puritanos, y en la historia más reciente, fue una forma de la comunidad afroamericana de ganar aceptación”.

“Fue una manera de decir: Soy un buen Cristiano. Usted no debería lanzarme a las llamas y debería dejar que mi hijo fuera a la escuela con pequeños niños blancos, Jesús nos ama a todos’”, señala Bey.

La consecuencia de este deseo de pertenecer a la “religión de la nación elegida por Dios”, como creen ciegamente los evangelistas blancos (mayoritarios en EU) es un rechazo a los ateos, al punto de que otra encuesta, ésta realizada por Gallup en 2014, señala que el 30 por ciento de los estadunidenses no votaría a un candidato si éste se declarase gay en campaña, cifra que se eleva a un 53 por ciento si confiesa que es ateo.

Declararse ateo activista en Estados Unidos es condenarse a un suicidio político. De los 43 presidentes que ha tenido Estados Unidos, 41 se han declarado cristianos practicantes. Paradójicamente, dos de los presidentes más importantes, Thomas Jefferson y Abraham Lincoln, nunca mostraron signos de religiosidad. Sin embargo, los historiadores perdonaron este “pecado” de sus dos legendarios mandatarios y nunca los asociaron con la palabra tabú: Ateos.

Ateofobia.

La fobia al ateísmo llega en algunos estados al extremo de que se resistan a eliminar leyes como la vigente en la Constitución de Carolina del Norte, redactada en 1868, que señala que “pierde el derecho a ocupar un cargo público cualquier persona que niega la existencia de Dios Todopoderoso”. La ley no lo dice, pero se sobreentiende que no basta con ser creyente y jurar en nombre en Dios, sino que debe creer específicamente en el Dios de la Biblia cristiana.

Este “talibanismo cristiano” seguiría vigente si no fuera porque un aspirante a notario decidió un día dejar el anonimato y entrar en los libros de historia.

Torcaso contra Maryland.

En 1960, Roy Torcaso aprobó su plaza de notario público, pero fue vetado por el gobierno de Maryland, que se negó a jurar la Constitución de ese estado vecino a la capital de EU, ya que exigía “una declaración de creencia en la existencia de Dios” y él era ateo.

Torcaso llevó su caso ante la Corte Estatal y perdió, luego lo llevó a la Corte de Apelaciones de Maryland y volvió a perder. No se rindió y llevó su caso a la Corte Suprema. En 1961, la máxima estancia judicial de EU sentó jurisprudencia al emitir una sentencia histórica en el caso “Torcaso vs. Maryland”. Por unanimidad falló que el estado de Maryland había violado el Artículo 6 de la Constitución de EU, que establece que “nunca se exigirá una declaración religiosa como condición para ocupar ningún empleo o mandato público”, y había violado la Primera Enmienda, que establece que “ningún Estado ni el Gobierno Federal pueden favorecer ninguna religión ni obligar a ninguna persona a que profese una religión determinada”.

Torcaso ocupó su plaza pero ni Maryland ni otros seis estados —Arkansas, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Pennsylvania, Tennessee y Texas— eliminaron leyes antiateas, lo que obliga a los afectados a emprender acciones legales que pueden durar mucho tiempo.

Cuarenta y ocho años después de dar la razón la Corte Suprema a Torcaso, Herb Silverman, otro notario ateo vetado, en su caso en Carolina del Sur, emprendió una batalla legal que ganó ocho años después.

Eppur… si muove.

Algo se mueve, sin embargo, en el mundo del ateísmo en Estados Unidos. El informe Pew sobre religión en Estados Unidos, actualizado en 2014, indica que el número de personas que marcan None(Nada) en la casilla de religión es de 23 por ciento (54 millones), de los cuales un 10 por ciento se considera ateo y el resto se mueve entre la indiferencia a una cierta espiritualidad no identificada con ninguna religión ni con ningún Dios. Una década antes, encuestas similares mostraban que ni el 10 por ciento de la población habría marcado la misma casilla.

Entre los llamados Baby boomers, (nacidos entre 1946 y 1964), sólo un 17 por ciento se considera ateo, agnóstico o sin religión alguna. Entre los nacidos en la Generación X (1965-1980), la cifra sube a 23 por ciento. Entre los llamados Older Millenials (1981-1989), se eleva al 34 por ciento, mientras que los Younger Millenials (1990-1996), hasta un 36 por ciento se declaró ateo o sin religión.

Si se mira con detalle el informe Pew, la conclusión es que el ateísmo se expande mucho más rápidamente que cualquier religión y está llamado a dejar de ser una anomalía en muy poco tiempo en EU.

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