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Ahora las misas se hacen en los centros comerciales de Colombia

Los centros comerciales colombianos se ven invadidos por curas que buscan nuevos circuitos para captar adeptos.

En lugar de frescos de la Virgen, hay anuncios de lentes en oferta, y en vez de oler a mirra, se huele a pochoclo: los domingos, en los centros comerciales de Colombia hay misa, una estrategia de la Iglesia para llegar a fieles cada vez más esquivos.

“Dios puede estar en una cárcel, en una playa o en un centro comercial”, dijo uno de los fieles que se confesó entre una cafetería con vasos de cartón y el multicine del Bulevar Niza, en el oeste de Bogotá.

“Responde a la nueva pastoral de la Iglesia: no esperemos a que la gente venga a los templos, hagamos que la Iglesia también se aproxime a ellos”, agrega el sacerdote, que admite que el catolicismo “muchas veces no ha sabido responder a las necesidades” de todos.

María Concepción Mosquera, un ama de casa de 65 años, empieza sus domingos con su clase de gimnasia. A tiro de escalera mecánica, a las 11, va a misa, donde se encuentra con sus hermanas, y cuando acaba, tiene el supermercado unos pisos más abajo. “Es la Iglesia buscando la comodidad para los fieles”, sostiene.

“Las misas en centros comerciales han incrementado hace algunos años. Es una manera de aprovechar que cuando la gente va a hacer sus compras, los centros los atraen todo el día”, explica José Elbert Rojas, portavoz de la Conferencia Episcopal de Colombia.

El fenómeno, agrega el obispo, ya se registra en gran parte de las ciudades del país. La Asociación Colombiana de Centros Comerciales ratifica que “la mayoría” de estos espacios celebra misas los domingos.

“Gente que viene a hacer compras de repente escucha una misa y dice ‘¡Ay no, nos quedamos de una vez!'”, agrega Luz Mariela Cañón, química industrial pensionada de 57 años, que canta en las eucaristías.

Con este tipo de iniciativas, el papa Francisco está haciendo “una revolución en la Iglesia. Está tratando de dar a conocer nuevas tendencias de Dios”, opina Cataño.

En octubre, más de 400 sacerdotes tomaron el centro comercial Gran Estación de Bogotá y, durante dos días, celebraron la que llamaron la “confesatón” para expiar los pecados de los visitantes.

Sin embargo, los ateos protestan contra las misas en parques públicos. El mes pasado, aseguran, dos entidades lograron que una parroquia de barrio se comprometiera con el ayuntamiento de la localidad de Kennedy, en el sur de Bogotá, a replegarse de un espacio verde desde donde un cura da sus sermones con tarima, sillas y parlantes.

“Es un lugar de todos y la gente que no cree lo mismo que ellos se tiene que ir”, critica Jorge González, presidente de Bogotá Atea, que no se pronuncia sobre centros comerciales por ser espacios privados, pero que considera “preocupante” el avance de las celebraciones católicas en espacios públicos.

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